- Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús
Luke 15:3-7
Jesús dirigió esta parábola a los escribas y fariseos: "¿Qué hombre de vosotros, que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la perdida hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra la pone sobre sus hombros con gran alegría y, al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: 'Gozaos conmigo porque he encontrado mi oveja perdida'. Os digo que así habrá más alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de arrepentimiento.”
Oración introductoria: Querido Señor Jesús, tú quisiste amarme con un amor humano. No escatimaste ningún sacrificio para amarme. Incluso cuando te rechacé, me buscaste para traerme de vuelta a tu redil. Dame un corazón tan amoroso como el tuyo. Dejadme arder de celo y de caridad por vosotros, vuestras almas y vuestros intereses. Ayúdame a comprender que mi vida me fue dada para amar y gastarme amando a las almas ya ti.
Petición: ¡ Jesús, manso y humilde de corazón, haz que mi corazón se parezca más al tuyo!
1. El Corazón de un Verdadero Pastor: El corazón de Jesús derrama su amor sobre nosotros. Él vino a este mundo para amarnos más que cualquier otra persona. Nos sigue largas distancias para traernos de vuelta a él. Cristo se compara a un pastor, un humilde trabajador que hace muchos sacrificios y se pone al servicio del rebaño. Un pastor puede dar más importancia a la vida de su rebaño que a su propia vida. Cristo, el Buen Pastor, da su vida por sus ovejas. Ningún rebaño, por grande o valioso que sea, podría valer más que un pastor. Sin embargo, el Padre quiere que las ovejas estén seguras, prosperen, crezcan y sean fuertes. Cristo muere para darnos vida. No hay nada que haga más feliz al pastor que dar vida a las ovejas.
2. Él plantó su tienda entre nosotros: Celebramos a nuestro Pastor y su amor por nosotros. Nos ha amado con un amor eterno que pasa por un corazón divino pero también por un corazón humano como el nuestro. Cristo está cerca de nosotros como pastor. Él no permaneció distante y distante, sino que quiso bajar a nuestro “desierto” para rescatarnos cuando estábamos perdidos. No insistió en vivir en el lujo sino que plantó su tienda entre el rebaño, contento de vivir como uno de nosotros. La fiesta del Sagrado Corazón celebra esa proximidad a nosotros a través de un amor divino hecho humano. Él es verdadero hombre así como verdadero Dios. Se ha hecho nuestro hermano.
3. Una devoción de amor: Cristo quiere ponernos a cada uno de nosotros sobre sus hombros para llevarnos de vuelta al Padre. Él no nos impone esto a la fuerza, sino que nos sigue hasta que estemos listos para rendirnos a él. Nuestra devoción al Sagrado Corazón es una devoción de amor. Vemos un corazón que ha amado tanto al mundo recibiendo tan poco amor a cambio, y deseamos entregarnos a él cada vez más. Nos entristece la respuesta fría y despiadada que recibe a cambio de su amor sacrificado; lo más triste de todo, el amor débil y tibio de muchos de los que han sido llamados a consagrarse amorosamente a él. Cristo nos invita a ayudarlo a traer a la oveja perdida. Podemos llamarlos y hacerles saber que él está buscándolos. Sobre todo podemos consolarlo dándole nuestro amor.
Conversación con Cristo: Señor, permites que tu corazón sea traspasado por mí en la cruz como signo de la plenitud de tu amor incondicional. Ayúdame a no permitir que ese sacrificio sea en vano. Inspira un amor profundo y ardiente en mi alma que no permita que ninguna infidelidad o pecado abarate mi amor por ti. Permitidme que os acompañe en vuestra misión de traer de vuelta a la oveja descarriada. Hazme embajador de tu gracia y misericordia. Que otros lleguen a conocer tu amor a través de ese mismo amor reflejado en mí.
Resolución: Buscaré una oveja perdida y la alentaré a que regrese a Cristo. Seré como Cristo y no perderé la paciencia sino que ayudaré caritativamente a esa alma a encontrar el camino de regreso al redil.