- Memoria de San Felipe Neri, presbítero
Mark 10: 46-52
Llegaron a Jericó. Cuando él y sus discípulos y una gran multitud salían de Jericó, Bartimeo, hijo de Timeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Cuando oyó que era Jesús de Nazaret, comenzó a gritar y a decir: "¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!" Muchos le ordenaron severamente que se callara, pero él gritó aún más fuerte: "¡Hijo de David, ten piedad de mí!" Jesús se detuvo y dijo: "Llámalo aquí". Y llamaron al ciego, diciéndole: "Anímate, levántate, él te llama". Entonces, arrojando su manto, se levantó de un salto y vino a Jesús. Entonces Jesús le dijo: "¿Qué quieres que haga por ti?" El ciego le dijo: "Maestro, déjame ver de nuevo". Jesús le dijo: "Ve, tu fe te ha sanado". Inmediatamente recobró la vista y lo siguió por el camino.
Oración introductoria: Una vez más, Señor, vengo a ti a orar. Aunque no puedo verte, confío en que estás presente y con muchas ganas de instruirme en tus enseñanzas. De la misma manera que me demuestras tu amor al pasar este tiempo conmigo, quiero expresarte mi amor, dedicándote este tiempo con espíritu de fe, confianza y atención. Aquí estoy, Señor, para escucharte y responderte con amor.
Petición: Señor, concédeme ser un valiente testigo de ti y de tu Reino.
1. Escucha atenta: Necesitamos escuchar a Cristo diciéndonos en nuestro corazón que vayamos a predicar con nuestra vida. Pasamos tanto tiempo pensando en nosotros mismos y tan poco tiempo pensando en Jesús y su Reino. A través del bautismo nos ha llamado no solo a conocer nuestra fe, sino a actuar en ella y compartirla con los demás. El mendigo ciego estaba atento al paso de Jesús; esta atención fue el primer paso para su curación.
2. Proclamación intrépida: Cristo quiere que seamos como lo fue San Pablo: audaces en la predicación y defensa de la verdad. Quiere que superemos el respeto humano. Muchas veces nos sorprendemos influenciados por lo que otros piensan y dicen, y somos incapaces de ser nosotros mismos. El mundo trata de intimidarnos riéndose de nosotros y haciéndonos quedar en ridículo. Lo que realmente quieren hacer es obligarnos a vivir nuestra fe de manera privada sin dar testimonio de Cristo y la verdad. En esos momentos deberíamos ser como Bartimeo: clamar aún más fuerte, defender lo que es correcto y mantenerlo en todo momento. Nos va a costar, pero, de nuevo, ¿no le costó a Cristo su vida defender la verdad?
3. Restauración de la vista: la vida del ciego Bartimeo nunca volvería a ser la misma. Fue completamente transformado interiormente por Cristo, incluso su dolencia física fue curada. Podía ver de nuevo. “Ver” significa entender nuestra vida y todo lo que implica desde la perspectiva de Dios. “Ver” significa que somos felices cumpliendo la voluntad de Dios para nosotros, sin importar lo que Dios nos pida.
Conversación con Cristo: Señor Jesús, te pido que me ayudes a ver las grandes cosas que estás haciendo en mi vida. Ayúdame a ver los momentos de la cruz como verdaderas oportunidades para crecer en mi relación personal contigo.
Resolución: Usaré el nombre y el ejemplo de Jesucristo en una conversación que tenga con alguien hoy.