Daily Reflection

El amor eterno de Dios

May 12, 2016 | Thursday

Father Paul Campbell, LC

  • Jueves de la Séptima Semana de Pascua
  • John 17:20-26

    Alzando los ojos al cielo, Jesús oró diciendo: "No ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste, y yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno, yo en ellos y tú en mí, para que sean llevados a la perfección como uno, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste así como me amaste a mí. Padre, ellos son tu regalo para mí. Deseo que donde yo estoy, ellos también esté conmigo, para que vean mi gloria que me diste, porque me amaste desde antes de la fundación del mundo Padre justo, el mundo tampoco te conoce, pero yo te conozco, y ellos saben que tú me enviaste Les he dado a conocer tu nombre y se lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos”.

    Oración introductoria: Señor, creo en ti y en todo lo que has revelado para nuestra salvación. Espero en ti por tu sobreabundante misericordia. Cada acto tuyo en esta tierra demostró tu amor por nosotros. Tu ascensión al cielo ante los ojos de los Apóstoles inspira mi esperanza de un día reunirme contigo allí. Te amo y deseo que seas el centro de mi vida.

    Petición: Señor, aumenta mi fe en tu amor.

    1. ¿Quién es Dios? En su primera epístola, Juan nos dice que Dios es amor. Antes de la fundación del mundo, el Padre amaba al Hijo. Dentro de la Trinidad hay un perfecto compartir de vida y amor. Incluso después de la Encarnación, Jesús permaneció en el amor de su Padre. En el bautismo de Cristo, el Padre habló de su amor por su Hijo. “Este es mi hijo amado” (Mateo 3:17). En la Transfiguración repitió este signo de amor: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia; escúchenlo” (Mateo 17:5). Estos momentos manifiestan la vida interior de Dios.

    2. Una participación en su vida: Dios nos creó para compartir la relación amorosa de la Trinidad. El plan del Padre es amarnos, llevarnos al amor trinitario. Quiere amarnos en su Hijo con el amor eterno de un Padre. Si pudiéramos vislumbrar la realidad de este amor, transformaría nuestras vidas. Tanto amó Dios al mundo que envió a su hijo unigénito al mundo (ver Juan 3:16). El amor está en el corazón del universo.

    3. Compartir el Amor de Dios: Dios es amor, y si está en nosotros, es como amor. Dios derrama su amor, él mismo, en nuestros corazones. Al compartir su vida, comparte su amor. Este es el amor que él quiere que demos a los demás. Jesús dio a sus discípulos el amor que había recibido de su Padre y los envió a continuar su obra de compartir ese amor con toda la humanidad. Piensa en las personas de hoy que están solas y perdidas, hambrientas de amor y atención. No tienen idea de que Dios los ama con un amor eterno o que los ha amado íntima, profunda y perfectamente desde toda la eternidad. No saben que este amor les ha dado vida y los mantiene en la existencia. La gente necesita escuchar las buenas nuevas del amor de Dios. Esta es nuestra misión.

    Conversación con Cristo: Jesús, ayúdame a compartir tu amor con los que me rodean. No permitas que me concentre solo en mí mismo y en las circunstancias de mi vida. Te necesito. Necesito tu amor, como tantos otros. Necesito amar para entregarme a tu trabajo, pero también necesito tu ayuda y apoyo constante.

    Resolución: Le haré saber a alguien que Dios lo ama.

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