Daily Reflection

El yugo del amor

December 7, 2022 | Wednesday

Father Walter Schu, LC

  • Memoria de San Ambrosio, Obispo y Doctor de la Iglesia
  • Matthew 11:28-30

    Jesús dijo a la multitud: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vosotros. porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.

    Oración introductoria: Señor, tú conoces la sinceridad de mi deseo de pasar este tiempo contigo. Al comenzar esta meditación, creo que estás aquí conmigo, que nunca me abandonas. Porque os amo, mi único deseo es complaceros y consolaros en vuestra soledad en el sagrario. Espero en la misericordia sin límites que motivó tu encarnación. Que algún día nos volvamos a encontrar en tu reino celestial.

    Petición: María, tú que eres el modelo perfecto de humildad, ayúdame a ser manso y humilde como Cristo tu Hijo, que por amor a mí se hizo un niño indefenso en Belén.

    1. ¿Quién es este hombre? ¿Quién es este hombre que está ante nosotros en este Evangelio, el hombre cuya mirada ha penetrado en los rincones más secretos de nuestras almas y ha descubierto lo que se esconde allí? Un hombre que reconozca que trabajamos, que estamos agobiados por las exigencias de la vida, agobiados por nuestros pecados e imperfecciones, esforzándonos bajo el peso de nuestras pasiones y deseos insatisfechos. ¿Quién es este hombre que se atrevería a prometer lo que siempre hemos anhelado en el santuario interior de nuestra conciencia, pero que nunca nos permitimos esperar? ¿Quién podría pronunciar una invitación tan simple, gentil y atrayente, más de lo que nunca podríamos considerarnos dignos: “Venid a mí… y yo os haré descansar”? ¿Quién sino Dios mismo?

    2. ¿Cómo podemos acercarnos a Él? ¿Cómo aceptar la invitación del que es Dios hecho hombre? ¿Cómo podemos llegar a él? ¿Cómo podemos alcanzar lo que nuestras almas han anhelado todos los días de nuestra existencia? Cristo mismo nos da la respuesta: “Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Es tan humilde que ni siquiera espera que respondamos a su invitación. Se humilla a sí mismo para poder venir primero a nosotros en Navidad. Para descubrir cómo volvernos a él con nuestra pesada carga de egoísmo y pasiones desenfrenadas, podemos acercarnos primero al pesebre donde el Rey de reyes yace tan desamparado.

    3. Un Misterio de Humildad y Amor: Belén es un misterio de humildad y amor. ¿No te parece Cristo humilde, reducido al estado de un niño indefenso? Sin palabras ni discursos nos enseña una lección viva que necesitamos sentir con toda la intensidad de la que somos capaces, dejando que las consecuencias surjan por sí solas. ¿Podemos imaginar algún otro estado en el que la bondad y la humildad de Dios irradien más claramente? Ante este niño desvalido, que es Dios encarnado por amor a nosotros, nos vemos reducidos a un silencioso asombro. Todas las ambiciones vanas se desvanecen, toda la ira y la pasión amarga se suavizan y todas las actividades ociosas se alejan de nuestros corazones. El yugo que nos agobiaba, la vara de nuestro capataz, es quebrantado y reemplazado por el yugo ligero y fácil del amor.

    Conversación con Cristo: Señor, ayúdame a penetrar más profundamente en el misterio de que te has convertido en un niño desvalido e inocente en Belén para mí. Ayúdame a crecer en la bondad de corazón para poder irradiar tu bondad a quienes me rodean.

    Propósito: En mi camino hacia y desde el trabajo hoy, contemplaré a Cristo manso y humilde en el pesebre de Belén. Imitaré su amorosa humildad en mi propia vida y tendré la confianza para acudir a él en busca de ayuda con mis fallas.

    © 2024. EPRIEST, Inc. All rights reserved.

At ePriest, we are dedicated to supporting Catholic priests as they serve their people and build up the Church.

We invite you to explore our resources to help your own ministry flourish!

Sign Up Now