Daily Reflection

María es mi maestra educadora en virtud

October 10, 2020 | Saturday

Father James Swanson, LC

  • Sábado de la vigésimo séptima semana del tiempo ordinario
  • Luke 11:27-28

    Mientras Jesús hablaba, una mujer de la multitud lo llamó y le dijo: "Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos con que mamaste". Él respondió: "Más bien, bienaventurados los que oyen la palabra de Dios y la guardan".

    Oración introductoria: Señor Jesús, eres el amo del universo y, sin embargo, deseas escucharme y guiarme. Conoces todas las cosas pasadas, presentes y futuras y, sin embargo, respetas mi libertad para elegirte. Santísima Trinidad, estás completamente feliz y realizado por ti mismo, y sin embargo, generosamente nos has traído a la existencia. Eres nuestro cumplimiento. Gracias por el regalo de ti mismo. Ofrezco mi pequeñez a cambio, sabiendo que estás satisfecho con lo que tengo para dar.

    Petición: Señor, ayúdame a imitar a María.

    1. Obra maestra de María: La mujer de este pasaje tiene una gran intuición. Ella siente la grandeza de Jesús. Probablemente ella intuye que él es el Mesías. Es dudoso que ella haya adivinado que él también es un hombre hecho por Dios. Pero de la grandeza de Jesús puede inferir la grandeza de María. Para ella es obvio que quienquiera que haya producido esta obra maestra de la humanidad debe haber sido una obra maestra de la humanidad misma. Y ella tiene razón. La humanidad de Jesús es la obra maestra de María. Todo lo que ella es, le comunicó. Si bien no podemos atribuir a María las perfecciones de la divinidad de Jesús, estaríamos cometiendo una grave injusticia al pensar que su ejemplo no tuvo un impacto positivo en las virtudes y perfecciones humanas de Jesús.

    2. La Inmaculada Concepción: Dios deseaba que Jesús viniera a este mundo como cada uno de nosotros, cuando era niño, y por eso Jesús necesitaba una madre. Dios quería que él tuviera la mejor madre, una madre perfecta, por lo que le dio a María muchos regalos, comenzando con su Inmaculada Concepción, preservándola del pecado original. ¿Quién podría imaginar a Jesús, puro e inocente, envuelto en carne contaminada por el pecado durante los primeros nueve meses de su existencia? ¿Habría podido un niño tan inocente dejar de llorar mientras lo cuidaba un pecador? El Padre quería lo mejor para su Hijo y le dio lo mejor, aunque tuvo que proporcionar el milagro de la Inmaculada Concepción para hacerlo.

    3. Educador de Jesús: Siendo verdaderamente humano, Jesús tuvo que aprender como cualquiera de nosotros. Debido a su divinidad, sus capacidades humanas no estaban contaminadas por el pecado, pero fue María quien le enseñó a usarlas, quien las perfeccionó en la vida cotidiana de la familia hasta que fueron perfectas, como lo haría cualquier madre. María fue la perfecta para sacar a relucir todas las perfecciones de la naturaleza humana de Jesús. Habiendo sido concebida inmaculadamente, la mente de María no fue herida por el pecado y por eso siempre fue capaz de descubrir formas de crianza y enseñanza que se adaptaban perfectamente a la naturaleza humana de Jesús. Educar no significa solo dar conocimiento. En su sentido más amplio, significa entrenar en la virtud. El ejemplo continuo de virtud de María - escuchar la palabra de Dios y observarla - fue sin duda convincente para Jesús en su educación educativa.

    Conversación con Cristo: Querido Jesús, es difícil para mí entender que, como humano, necesitabas educación como cualquier otra persona. Ayúdame a ver que eras verdadera y completamente humana como yo. Además, como ya me has dado a María para que sea mi Madre, pídele que me eduque también a mí, que me forme en todas las virtudes como ella las formó en ti.

    Resolución: ¿Pienso en María como mi educadora en el sentido pleno, en el sentido de enseñarme la virtud? ¿Cuál es la virtud que más necesito? Le pediré a María que me eduque en ella de una manera especial hoy.

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