- Martes de la vigésima quinta semana del tiempo ordinario
Luke 8:19-21
La madre de Jesús y sus hermanos se acercaron a él, pero no pudieron alcanzarlo debido a la multitud. Y le dijeron: "Tu madre y tus hermanos están parados afuera, queriendo verte". Pero él les dijo: "Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen".
Oración introductoria: Señor, tú eres el autor de la vida y el dador de todo lo que es bueno. Eres el Príncipe de la Paz y mi pilar principal. Eres mi sanador y la cura en sí. Te necesito y necesito darte. Te amo y me comprometo totalmente contigo, sabiendo que nunca podrías decepcionarme o engañarme. Gracias por darme tu mismo.
Petición: Señor, ayúdame a escuchar tu palabra y hacerlo.
1. “Deseamos ver a Jesús”. Hoy, como hace dos mil años, la humanidad anhela ver el rostro de Jesús. Cada uno tiene su propia razón: algunos necesitan curación, como Bartimeo, el ciego de Jericó que gritó tras Jesús hasta que se compadeció y lo curó (Marcos 10: 46-52); algunos por curiosidad, como Zaqueo, que trepó a un árbol para ver a Jesús porque era de baja estatura (Lucas 19: 2-10); algunos para escuchar su palabra, como la multitud que lo presionó para escuchar la palabra de Dios junto al lago de Gennesaret (Lucas 5: 1-10); algunos por amor y para cuidarlo, como la Santísima Virgen María y María Magdalena (Marcos 15:41).
2. Cristo no es fácilmente conquistado: “No pudieron alcanzarlo debido a la multitud”. Aunque podemos buscar a Cristo con las intenciones más puras, no siempre es fácil lograr nuestro objetivo. Es probable que haya obstáculos en el camino, y tenemos que estar preparados para ellos. Satanás siempre trata de separarnos de Dios a través del pecado, incluso poniendo el miedo a la confesión en nuestros corazones, para que no recibamos la gracia sanadora de Dios. El mundo también intenta mantenernos lo más lejos posible de Dios, ofreciendo mil distracciones y diversiones para alejarnos de la oración, la reflexión y la conversión. Y, por supuesto, a veces nosotros mismos somos tan poco inclinados a la piedad, al servicio a los demás y a una vida virtuosa. La pereza y la indolencia pueden superar incluso a los mejores de nosotros. Necesitamos hacerle saber que lo estamos buscando.
3. ¿Jesús rechaza a sus amigos más cercanos? Lo que cuenta para Jesús son "aquellos que escuchan la palabra de Dios y la hacen". Vino a predicar y salvar a todos. Y contrario a la primera impresión dada por sus palabras, esto no excluye a su madre y sus parientes. Cristo no los rebaja, sino que nos eleva –– y ellos –– a un grado de intimidad mayor que los lazos de sangre. Esta es la belleza del amor de Dios: nos llama a una dignidad e intimidad cada vez mayores con él.
Conversación con Cristo: Señor, quiero ver tu rostro en todos los eventos y acontecimientos de este día. Aleja a todos mis enemigos y la tibieza espiritual. Cura mi ceguera espiritual, solo para ti, puedes ayudarme. Sin ti, no puedo hacer nada bueno. Ayúdame a vivir a la altura de esta dignidad que me has otorgado.
Resolución: Esta noche reservaré cinco minutos para hacer un examen minucioso de conciencia y tal vez prepararme para la confesión. Eliminaré los obstáculos que tengo para ver el rostro de Dios y agradeceré a Dios por las gracias que me ha dado.