- Fiesta de San Lorenzo, Diácono y Mártir
John 12:24-26
Jesús dijo a sus discípulos: “Amén, amén, les digo, a menos que el grano de trigo caiga en tierra y muera, queda solo un grano de trigo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. El que me sirve debe seguirme, y donde yo esté, allí también estará mi servidor. El Padre honrará a quien me sirva.”
Oración introductoria: Señor, hoy me das el ejemplo de San Lorenzo. Dio su vida para que tu nombre fuera honrado y amado por todas las personas. Quisiera tener el coraje de seguir su ejemplo de amor valiente y morir a mí mismo para merecer gracias para tantas almas necesitadas.
Petición: Señor, ayúdame a olvidarme de mí mismo y anteponer tus intereses a los míos.
1. El amor de Cristo: Cristo jamás nos exigirá algo que él mismo no haya vivido ya. No hay deidad adorada por los hombres, aparte de Jesucristo, quien ha sacrificado su vida por amor a sus creyentes. Es el amor sacrificial de Cristo, que tiene el poder de multiplicar el amor en nuestras vidas. El acto de amor desinteresado de Cristo da lugar a otras acciones del mismo tipo.
2. San Lorenzo: San Lorenzo fue un diácono de la Iglesia primitiva a mediados del siglo III. Murió mártir al ser asado lentamente en una parrilla. Después de haber sido interrogado durante algún tiempo, ¡pidió a sus asesinos que lo entregaran para "interrogar al otro lado"! La fe y el amor valiente de Lorenzo son frutos del sacrificio de Cristo. Aunque es posible que no seamos llamados a tal heroísmo, Cristo ganó la misma gracia para nosotros para llevar nuestras cruces y vivir una vida de amor y generosidad desinteresados.
3. Fruto de la fidelidad: Cuando reflexionamos sobre la vida de los santos, nos inspira su fiel servicio a Cristo ya su Iglesia. Su fidelidad es fruto de la fidelidad de Cristo. Nuestros actos de fidelidad darán vida y valor a otros para hacer lo mismo. La fidelidad constante es ante todo fruto de la gracia de Dios y de nuestra cooperación con ella. La fidelidad constante hasta la muerte es fruto de los frutos de esta gracia combinada con nuestra respuesta. Dios es quien crea en un alma la grandeza indispensable para la fidelidad. Sobre todo, nos concede el don diario de su fortaleza para perseverar en ella.
Diálogo con Cristo: Señor, ayúdame a ser más generoso en mis compromisos diarios contigo. Aunque no me llames a ser un mártir como San Lorenzo, permíteme ofrecer pequeños sacrificios cada día por la Iglesia y la salvación de las almas.
Resolución: Ofreceré hoy un sacrificio de fidelidad a mi oración o compromisos apostólicos por las almas del purgatorio.