Daily Reflection

¿Cuál es mi deseo más profundo?

June 23, 2023 | Friday

Father Walter Schu, LC

  • Viernes de la undécima semana del tiempo ordinario
  • Matthew 6: 19-23

    Jesús dijo a sus discípulos: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. "El ojo es la lámpara del cuerpo. Así que, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Entonces, si la luz en ti es tinieblas, ¡cuán grandes son las tinieblas!”

    Oración introductoria: Señor, creo en ti. Creo que me amas, que estás cerca de mi lado y que estarás caminando conmigo durante todo este día. Confío en ti, Señor. Confío en ti más que en mí mismo porque eres infinitamente bueno y todopoderoso. Te amo jesus. Te amo porque moriste en la cruz por mí, para salvarme.

    Petición: Señor, ayúdame a descubrir dónde me estás llamando más para acumular tesoros en el cielo.

    1. Tesoros Temporales o Eternos: ¿Quién no anhela descubrir un tesoro escondido? El corazón humano fue hecho para las promesas del tesoro de felicidad y seguridad, para la alegría que trae. Pero se presenta un problema fundamental: ¿a qué tipo de tesoro debemos confiar nuestro corazón, nuestro ser más íntimo, nuestro ser mismo? Cristo nos alerta sobre los falsos tesoros que tiran de nuestro corazón todos los días: tesoros terrenales de ropa fina, posesiones o riquezas. Cada uno de estos tesoros puede y será quitado de nosotros. En el momento en que más necesitamos ayuda, el momento de nuestro paso a la eternidad, las pertenencias materiales nos traicionarán. Como dice el proverbio español realista: “No hay bolsillos en una mortaja”.

    2. Los profundos anhelos del corazón: Cristo nos ofrece el único tesoro digno del corazón humano, el único tesoro que no nos traicionará, el único que puede acompañarnos a través de la tumba y cruzar el umbral de la vida eterna. ¿Cuál es ese tesoro? Es la persona de Cristo mismo y todas las buenas acciones que hacemos por él. Vivir sólo para Cristo, amarlo por encima de todo, dar la vida, entregarnos a nosotros mismos por él, constituye el único tesoro suficientemente rico para satisfacer el corazón humano, el único capaz de colmar nuestras aspiraciones más profundas. Solo este tesoro permanecerá por toda la eternidad, sumergiéndonos en una alegría que siempre comienza, siempre nueva. “Porque donde esté vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón”.

    3. “La lámpara del cuerpo”: La enseñanza de Cristo acerca del ojo como lámpara del cuerpo puede parecer a primera vista oscura, sin relación con su exhortación anterior a acumular tesoros en el cielo. Pero una segunda mirada revela un vínculo interno. Los exégetas han visto el ojo como las intenciones que están detrás de nuestras acciones. Cristo nos exhorta a la sencillez infantil en todo lo que hacemos, e incluso en la manera de ver los acontecimientos y los demás. Si vemos a Cristo en los demás, si podemos percibir la mano providencial del Padre detrás de todo lo que nos sucede en la vida, si todo lo que hacemos lo hacemos por amor a Cristo, entonces verdaderamente todo nuestro cuerpo estará inundado de luz.

    Conversación con Cristo: Gracias, Señor, por el claro mensaje de tu Evangelio. Gracias por mostrarme cómo vivir mi vida con la eternidad siempre a la vista. Gracias por ser el único tesoro que puede satisfacer los anhelos de mi corazón.

    Resolución: Haré todo este día por amor a Cristo y para ayudar a establecer su Reino, renovando mis esfuerzos conscientes para acumular tesoros en el cielo.

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