Daily Reflection

Caminando sobre el agua

May 4, 2019 | Saturday

Father Steven Reilly, LC

  • Sábado de la segunda semana de Pascua
  • John 6:16-21

    Cuando amaneció, sus discípulos bajaron al mar, se embarcaron en un bote y cruzaron el mar hasta Capernaum. Ya se había oscurecido, y Jesús aún no había venido a ellos. El mar se agitó porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unas tres o cuatro millas, vieron a Jesús caminando sobre el mar y acercándose al bote, y comenzaron a tener miedo. Pero él les dijo: "Soy yo. No temas". Querían llevarlo al bote, pero el bote llegó inmediatamente a la orilla a la que se dirigían.

    Oración introductoria: Vengo ante ti, Señor, débil e indigno. Sin embargo, me recibes con tanto amor. Con mi esfuerzo durante esta meditación, quiero hacer un pequeño retorno de su gran amabilidad.

    Petición: Que nunca me entregue a mis miedos, sabiendo que siempre estás a mi lado.

    1. Tiempos difíciles: los momentos en nuestras vidas pueden ser simbolizados adecuadamente por esta lectura: aguas difíciles, oscuridad y poco progreso. A veces, las aguas de nuestra alma se agitan por nuestras emociones no controladas, nuestro orgullo o vanidad; perdemos el sentido de la dirección y parece que estamos remando con inutilidad. ¿Podría ser de otra manera si Cristo no está en nuestro barco? Cuando estamos luchando, debemos echar un vistazo a nuestra vida de oración. En esto, tal vez, está la respuesta a algunas de nuestras dificultades.

    2. ¡YO SOY! La respuesta de Jesús al temor de sus discípulos es una palabra majestuosa. Traducido aquí como "Soy yo", literalmente en griego es "Yo soy", el nombre divino usado por Dios cuando se habla a Moisés desde la zarza ardiente. Es un nombre que habla de presencia y poder. Dios no está observando inútilmente nuestras tribulaciones desde lejos. Él viene en nuestra ayuda, como lo hace con los discípulos en esta historia.

    3. El puerto seguro: la llegada inmediata del bote a la costa que se describe en este pasaje es algo difícil de imaginar. Para los discípulos, debe haber sido casi como despertarse de una pesadilla, pasar del peligro de las aguas turbulentas en medio del mar a encontrarse ya con Cristo en la orilla. ¿Qué nos podría estar diciendo esto? Tal vez, una vez que decidamos llevar a Cristo en nuestro barco, en cierto sentido, ya hayamos llegado a nuestro destino.

    Conversación con Cristo: Señor, ayúdame a no dejarme arrastrar por las duras aguas de mi orgullo, vanidad y sensualidad. Cuando no hago ningún progreso, ¿a quién debo culpar, excepto a mí mismo? Sin embargo, confío en tu misericordia. Tu divina presencia me tranquiliza. Señor, nunca dejes mi bote!

    Resolución: Visitaré la Eucaristía hoy para renovar mi completa confianza en Cristo.

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