Daily Reflection

Regalo de en alto

May 2, 2019 | Thursday

Father Steven Reilly, LC

  • Memorial de San Atanasio, Obispo y Doctor de la Iglesia.
  • John 3:31-36

    El que viene de arriba está por encima de todo. El que es de la tierra es terrenal y habla de cosas terrenales. Pero el que viene del cielo está sobre todo. Él da testimonio de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. Quien acepta su testimonio, certifica que Dios es digno de confianza. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios. Él no raciona su don del Espíritu. El Padre ama al Hijo y le ha entregado todo. El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que desobedece al Hijo no verá la vida, pero la ira de Dios permanece sobre él.

    Oración introductoria: Vengo ante ti, Señor, débil e indigno. Sin embargo, me recibes con tanto amor. Con mi esfuerzo durante esta meditación, quiero hacer un pequeño retorno de su gran amabilidad.

    Petición: Ayúdame a cooperar con tu mayor don, el Espíritu Santo.

    1. No racionamiento: Jesús no raciona el don del Espíritu. Por y por medio del Espíritu Santo, Cristo eleva nuestra vida entera a otro plano. La generosidad del Señor es increíble. Piensa en la eucaristía. Cada vez que recibimos al Señor, él deja en nuestra alma una renovación y profundización de la presencia del Espíritu Santo. Con cada comunión estamos preparando nuestros cuerpos y almas para la inmortalidad de la Resurrección. Por supuesto, tal regalo invita a una respuesta. Ante tal generosidad, ¿cómo podemos ser tacaños a cambio?

    2. Un don de unidad: El don del Espíritu es vital para nuestras relaciones humanas. La ardiente oración de Jesús en la última cena fue por la unidad de sus discípulos: “que todos sean uno, como usted, Padre, está en mí y yo en usted” (Juan 17:21). Para una unidad como esa, el Espíritu Santo es indispensable. El don del Espíritu, para ser efectivo, proporciona el antídoto para todas nuestras tendencias a la desunión. El Espíritu combate nuestro orgullo y egoísmo al recordarnos la humildad de Cristo. Agita la comprensión de que tenemos que vivir en la caridad y nos proporciona la fuerza para dar sin contar el costo. Él nos capacita para perseverar en la unidad.

    3. Un regalo personal: La profundidad de nuestros corazones es donde finalmente experimentamos este regalo del Espíritu. Pero a veces nos sentimos más como un pozo seco que como un manantial de agua que llega a la vida eterna (cf. Juan 4:14). El Espíritu Santo está obrando, en abundancia, no menos en los momentos de sequedad que en los momentos de consolación. Él busca purificarnos de los pequeños apegos que nos retienen. Nos dirige a buscar a Dios por su propio bien y no a acudir a él solo como un divino dispensador de dulces espirituales. Pero aún así, debemos esperar el momento de consuelo con el conocimiento lleno de esperanza de que el Señor está cerca. Cuando experimentemos este consuelo, experimentaremos la confirmación de que el don del Espíritu del Señor es diferente a cualquier otro.

    Conversación con Cristo: Señor, el Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Él es el regalo que nos has dado con tanta generosidad. Ayúdanos a vivir más de acuerdo con esta verdad. Ayúdanos a ser obedientes cuando estemos tentados al orgullo. Ayúdanos a amar cuando estemos tentados a rechazar. Que tu Espíritu Santo refuerce continuamente el vínculo que nos mantiene unidos.

    Resolución: Fomentaré la caridad prestando especial atención a las inspiraciones del Espíritu Santo.

    © 2024. EPRIEST, Inc. All rights reserved.

At ePriest, we are dedicated to supporting Catholic priests as they serve their people and build up the Church.

We invite you to explore our resources to help your own ministry flourish!

Sign Up Now