Daily Reflection

El poder de la libertad personal

December 20, 2023 | Wednesday
  • Miércoles de la Tercera Semana de Adviento
  • Luke 1:26-38

    El ángel Gabriel fue enviado por Dios a un pueblo de Galilea llamado Nazaret, a una virgen desposada con un varón llamado José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María. Y acercándose a ella, le dijo: "¡Ave, favorecida! El Señor está contigo". Pero ella se turbó mucho por lo que se decía y se preguntaba qué clase de saludo sería aquel. Entonces el ángel le dijo: "No temas, María, porque has hallado favor de Dios. He aquí, concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y señoreará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin." Pero María dijo al ángel: "¿Cómo puede ser esto, si no tengo relaciones con varón?" Y el ángel le respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño que nacerá será llamado santo, Hijo de Dios. Y he aquí, Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es el sexto mes para la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios." María dijo: "He aquí, soy la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra". Entonces el ángel se apartó de ella.

    Oración introductoria: Padre Celestial, nos has dado a María como nuestra Madre Santísima. Gracias. Sé que ella intercede continuamente por nosotros y que escucháis su oración. Confío en tu misericordia y amor. Me estás guiando a casa para pasar la eternidad contigo. Pongo toda mi confianza en ti. Te ofrezco a cambio mi amor débil pero agradecido.

    Petición: Señor, concédeme la gracia de abrazarte en fe, esperanza y amor.

    1. “Enviado por Dios”: Con demasiada frecuencia atribuimos muchos de nuestros logros a nuestras propias acciones. Nuestra educación, riqueza o capacidad tecnológica pueden llevarnos a tener una falsa sensación de seguridad en nuestra capacidad para dar forma a nuestro mundo. El evangelio de hoy nos recuerda que el plan de Dios para la salvación del género humano es su iniciativa. Él envía a su Hijo al mundo en un momento preciso y en un lugar preciso. Prepara de antemano a María con todo lo necesario para cumplir su misión de Madre del Redentor, misión que ella acepta en libertad y por la fe. Hago bien en darme cuenta cada vez más de que Dios es también el verdadero protagonista de mi propia vida.

    2. “No temáis”: Uno de los estribillos constantes del Evangelio es la advertencia de Jesús: “No tengáis miedo”. Cuando el Señor se acerca, nuestra tendencia natural es tener miedo. Podemos tener miedo de su presencia. Podemos tener miedo de lo que nos pueda pedir. Podemos tener miedo de nuestras limitaciones ante la llamada a la verdadera conversión y a la santidad de vida. Podemos tener miedo de los obstáculos aparentes en el camino del discipulado cristiano. Como María, debemos superar nuestro miedo abrazando la voluntad de Dios con fe y amor. A medida que aumenta nuestra confianza en Dios, nuestro miedo disminuye. A medida que nuestro amor aumenta, nuestro miedo desaparece. ¿De qué tengo miedo en mi relación con el Señor? ¿Estoy entregando mi miedo al entregarme en fe?

    3. “Hágase en mí”: ¡ Qué cosa verdaderamente increíble es hacer depender la salvación de la raza humana de la libre respuesta de María! El “sí” de María a Dios nos muestra el poder y la trascendencia de la elección personal. También arroja luz sobre la importancia de nuestro “sí” personal a Dios con respecto a su plan para nuestras vidas. El consentimiento amoroso y lleno de fe de María a un plan que ella no comprendía completamente se convierte en el modelo de nuestro consentimiento diario a la voluntad divina tal como se manifiesta en nuestra vida diaria.

    Conversación con Cristo: Señor, a través de esta meditación he recordado que eres tú quien guía mi vida y toda la historia. Necesito ser consciente de que siempre tienes la intención de hacerme el bien, aunque sea doloroso y purificador. Así que nunca debo tener miedo de tu mano en mi vida. Creo y confío en ti mi Señor, pero aumenta mi fe, esperanza y amor.

    Resolución: Hoy aceptaré la voluntad de Dios como lo hizo María: con fe y amor.

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