- Vigésimo tercer domingo del tiempo ordinario
Luke 14:25-33
Sabiduría 9:13-18b
Salmo 90:3-4, 5-6, 12-13, 14 y 17
Filemón 9-10, 12-17
Lucas 14:25-33
Grandes multitudes viajaban con Jesús,
Y se volvió y les habló:
“Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre ni a su madre,
esposa e hijos, hermanos y hermanas,
y hasta su propia vida,
Él no puede ser mi discípulo.
El que no carga con su cruz y viene en pos de mí,
no puede ser mi discípulo.
¿Quién de vosotros quiere construir una torre?
No se siente primero a calcular el costo
¿Para ver si hay suficiente para completarlo?
De lo contrario, después de colocar los cimientos
y al verse incapaz de terminar la obra
Los espectadores deberían reírse de él y decir:
'Éste empezó a construir pero no tenía recursos para terminar.'
¿O qué rey, al marchar a la batalla, no se sentaría primero?
y decidir si con diez mil tropas
Puede oponerse con éxito a otro rey.
¿Avanzando hacia él con veinte mil tropas?
Pero si no, mientras aún está lejos,
Enviará una delegación para pedir condiciones de paz.
Del mismo modo,
cualquiera de vosotros que no renuncie a todas sus posesiones
no puede ser mi discípulo.”
Oración inicial: Señor Dios, guíame por el buen camino con la guía de tu Espíritu Santo. Ruego que mi corazón sea dócil a las inspiraciones del Espíritu. Necesito tu sabiduría para juzgar con rectitud.
Encuentro con la Palabra de Dios
1. Planificar para alcanzar nuestra meta final: Jesús se encontraba en su último viaje a Jerusalén, acompañado de grandes multitudes. Se dirigió a la gente y estableció tres condiciones para el discipulado. Primero, Jesús exigió a sus discípulos un compromiso mayor que el apego a la familia. Segundo, un discípulo de Jesús debe cargar con su propia cruz. Esto implica aceptar el sufrimiento, el sacrificio y la abnegación. Tercero, un discípulo debe renunciar a todas sus posesiones. Debemos renunciar al apego a las posesiones materiales y a las ambiciones personales, y priorizar el Reino de Dios sobre las riquezas y la seguridad mundanas. Jesús luego narra dos parábolas: una sobre la construcción de una torre y otra sobre un rey.Ir a la guerra: para profundizar en estas tres condiciones. Necesitamos calcular el costo del discipulado y comprometernos plenamente. Cada parábola ilustra la necesidad de preparación y evaluación para asegurarnos de que podamos completar el exigente camino del discipulado. Necesitamos comprender los sacrificios que implica y si estamos dispuestos a pagar el precio completo por seguir a Jesús. La segunda parábola destaca cómo la victoria en nuestras batallas espirituales implica superar con prudencia obstáculos como la tentación, la persecución y los apegos mundanos.
2. Sabiduría Divina: La Primera Lectura habla de lo difícil que es alcanzar la sabiduría. Nos cuesta discernir el plan de Dios y a menudo no estamos seguros de nuestros propios planes. «Nuestras necesidades y apetitos físicos confunden y nublan nuestro pensamiento porque estamos fuertemente motivados a razonar para llegar a conclusiones que nos permiten satisfacer nuestros cuerpos, en lugar de conclusiones que son estrictamente verdaderas. Con humildad, el sabio reconoce que alcanzar la verdad sobre la realidad última es realmente un esfuerzo sobrehumano. Es algo que supera nuestras fuerzas, un verdadero milagro. Sin la ayuda de Dios, casi desesperaríamos de llegar a la verdad sobre la realidad de las cosas» (Bergsma, La Palabra del Señor: Año C , 395-396). La lectura termina destacando cómo la verdadera sabiduría nos es otorgada a través del envío del Espíritu Santo. Este don espiritual de la sabiduría nos guía por caminos rectos y nos ayuda a juzgar correctamente las cosas terrenales: «Y así se enderezaron los caminos de los que estaban en la tierra» (Sabiduría 9,18).
3. La Carta de Pablo a Filemón y el Jubileo: La Carta de Pablo a Filemón es una súplica sincera a Filemón para que acoja de nuevo a su esclavo fugitivo, Onésimo, como hermano en Cristo. Este año celebramos el Jubileo, y la Carta de Filemón, al pedir perdón y la liberación de Onésimo de la servidumbre, tiene un profundo significado jubilar. Cada 49 o 50 años, el pueblo de Israel debía celebrar un Año Jubilar para liberar a los esclavos, perdonar las deudas y devolver las tierras ancestrales a quienes se vieron obligados a venderlas. Estos tres tipos de perdón simbolizan el perdón espiritual de la deuda de nuestros pecados. En la Iglesia, no tenemos que esperar cada cincuenta años para esto. Vivimos en un estado de Jubileo perpetuo y podemos ser liberados de la deuda de nuestros pecados mediante el Sacramento de la Reconciliación. Celebrar el Jubileo cada 25 años en la Iglesia tiene como objetivo enfatizar un tiempo de gracia y misericordia. En su carta, Pablo da a entender que Filemón tiene mucho que agradecer, pues recibió mucho de él. Esto debería conmovernos: Dios nos ha perdonado mucho por medio de su Hijo, Jesucristo. ¿Cuánto más deberíamos estar dispuestos a perdonar a nuestros hermanos y hermanas y ayudar a los necesitados?
Conversando con Cristo: Señor Jesús, ilumina mi mente para que pueda calcular el costo de ser tu discípulo. No permitas que me abrumen los sufrimientos ni las pruebas que me esperan. Necesito confiar en tu gracia y poder. Tampoco me dejes cegar ante los peligros que me acechan. Concédeme verdadera humildad para reconocer mis fortalezas y debilidades, y para confiar más profundamente en el cuidado del Padre.
Viviendo la Palabra de Dios: El lunes, a principios de semana, reflexionamos sobre cómo hemos vivido el Año Jubilar hasta este momento y si necesitábamos confesarnos. ¿Qué me propuse hacer el lunes? ¿Qué indulgencias jubilares busqué obtener esta semana? ¿Hay alguien a quien deba perdonar?