- Miércoles de la segunda semana de Adviento
Matthew 11:28-30
Isaías 40:25-31
Salmo 103:1-2, 3-4, 8 y 10
Mateo 11:28-30
Jesús dijo a la multitud:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,
y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí,
porque soy manso y humilde de corazón;
y hallaréis descanso para vosotros mismos.
Porque mi yugo es suave y ligera mi carga.
Oración inicial: Señor Dios, mi deseo más profundo es entrar en tu descanso divino. Trabajaré toda mi vida en tu viña para disfrutar del descanso del sábado eterno. Concédeme la verdadera humildad para saber quién soy realmente. Ayúdame a crecer como hijo tuyo y siervo de mis hermanos y hermanas.
Encuentro con la Palabra de Dios
1. El Señor es el Dios eterno: El Evangelio fue elegido para resaltar lo que Isaías proclama acerca de Dios: Dios da fuerza a los desfallecidos (Isaías 40:29). Isaías proclama que Dios, nuestro Creador omnisciente, es todopoderoso. Ninguna criatura es igual a Dios en santidad, conocimiento o poder. Isaías hace una serie de preguntas retóricas que tienen como objetivo fortalecer la fe del pueblo de Dios y disipar sus dudas sobre la intención de Dios de salvarlos ( Ignatius Catholic Study Bible: Isaías , 71). En su contexto original, Isaías brinda palabras de aliento a los exiliados. Si bien los exiliados de Israel y Judá podrían verse tentados a pensar que Dios los ha olvidado, la verdad es que se han olvidado de Dios. Isaías les asegura que Dios humillará a los orgullosos y fuertes -los babilonios y poderosos de la tierra- y dará fuerza a los humildes y mansos -su pueblo-.
2. Ir a Jesús: El Adviento es el tiempo en el que contemplamos la primera y humilde venida (adviento) de Jesús y nos preparamos para su segunda venida gloriosa (adviento). Y, sin embargo, mientras esperamos la segunda venida de Jesús, el Evangelio de hoy nos invita a ir a Jesús. Jesús mismo nos invita con las palabras: “¡Venid a mí!”. Normalmente no asociamos esperar a alguien con ir hacia él. Y, sin embargo, esta es una imagen de Adviento: anhelar encontrar a la persona hacia la que nos dirigimos. Al mismo tiempo, Jesús está con nosotros y nos da descanso en el camino. Las paradojas continúan: debemos llevar el yugo y, de alguna manera, esta imagen de realizar un trabajo pesado conduce al descanso. A diferencia del yugo de los fariseos, que pesa sobre el pueblo y bloquea el camino al cielo, el yugo de Jesús es ligero y conduce suavemente a la vida eterna.
3. Paradojas divinas: La vida cristiana está llena de paradojas. Caminamos hacia Jesús, y sin embargo, Él está con nosotros. Esperamos la segunda venida de Jesús, y sin embargo, somos peregrinos que caminamos en el exilio hacia Él. Trabajamos duro en el campo de Dios, y sin embargo, descansamos. Si nos humillamos, seremos exaltados. Si perdemos la vida, la encontraremos. Si morimos a nosotros mismos, viviremos. Seremos felices si lloramos. Seremos ricos si somos pobres. Almacenaremos tesoros si se los damos a los pobres. Si corremos hacia Dios, no nos cansaremos (Isaías 40:31). Cuando soy débil, entonces soy fuerte (2 Corintios 12:10).
: 0in; font-family: Calibri, sans-serif;"> Conversando con Cristo: Señor Jesús, no permitas que me abrumen tus enseñanzas paradójicas. Confío en Ti. Sé que tengo que morir a mí mismo para que Tú puedas vivir en mí plenamente. Me esforzaré por imitar tu vida para poder participar más plenamente de tu vida.Vivir la Palabra de Dios: ¿Cómo estoy viviendo las paradojas de la vida cristiana? ¿Confío en la Palabra de Dios que dice que el camino hacia la alegría de la vida celestial es el de desapego de los placeres de la vida terrenal?