Daily Reflection

El banquete en el reino de los cielos

December 2, 2024 | Monday
  • Lunes de la primera semana de Adviento
  • Matthew 8:5-11

    Isaías 2:1-5

    Salmo 122:1-2, 3-4b, 4cd-5, 6-7, 8-9

    Mateo 8:5-11

    Cuando Jesús entró en Capernaúm,

    Se le acercó un centurión y le suplicó, diciendo:

    “Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo terriblemente.”

    Le dijo: «Iré y lo curaré».

    El centurión respondió:

    “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo;

    Sólo di la palabra y mi siervo sanará.

    Porque también yo soy hombre sujeto a autoridad,

    con soldados sujetos a mí.

    Y le digo a uno: Ve, y va;

    y a otro: Ven acá, y viene;

    y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.”

    Al oír esto, Jesús se quedó asombrado y dijo a los que lo seguían:

    «En verdad os digo que en ningún otro en Israel he hallado tanta fe.

    Os digo que muchos vendrán del oriente y del occidente,

    y se sentará con Abraham, Isaac y Jacob

    en el banquete en el Reino de los cielos.”

    Oración inicial: Señor Dios, reúneme a mí y a mi familia en tu Reino celestial. Aumenta mi fe para que pueda creer más plenamente en ti. Concédeme el don de la esperanza para que pueda confiar más plenamente en tus promesas. Derrama tu amor en mi corazón para que pueda servir a quienes están a mi cuidado.

    Encuentro con la Palabra de Dios

    1. La reunión de Israel y los gentiles en el Reino: Durante las dos primeras semanas de Adviento, la liturgia nos invita a leer todos los días el libro del profeta Isaías. Los Evangelios seleccionados para esta semana fueron escogidos para resaltar algo del texto de Isaías. Las lecturas de hoy están conectadas bajo el tema de la reunión de Israel y las naciones gentiles en el Reino de Dios. En la primera lectura, Isaías profetiza que un día, no sólo Israel sino todas las naciones se congregarán en el Monte del Templo. En el Evangelio, Jesús sana al sirviente de un centurión gentil y, en este contexto, Jesús prevé que muchos “de oriente y occidente” se sentarán con los patriarcas de Israel –con Abraham, Isaac y Jacob– en el banquete en el Reino de los Cielos. Jesús entendió que, al proclamar la llegada del Reino de Dios en su ministerio público, estaba inaugurando lo que los profetas de Israel prometieron, es decir, la restauración de las tribus exiliadas de Israel. Jesús llevó a cabo esta restauración reuniendo a Israel en el banquete celestial del Reino de Dios. Puesto que las tribus de Israel se dispersaron entre las naciones gentiles en el año 722 a. C., es al traer a los gentiles al Reino que Dios trae a casa a las tribus dispersas de Israel. La profecía de Isaías se cumple en y por Jesús, en y a través de la Iglesia que él establece.

    Calibri, sin serifas;">

    2. El monte más alto: Isaías profetiza que el monte Sión, el “monte de la casa del Señor”, se convertirá en el monte más alto. Esto no debe tomarse literalmente, sino en sentido figurado y espiritual. La antigua Jerusalén y el antiguo Templo necesitaban ser purificados. Jesús llevará a cabo esta purificación, exaltará a la Jerusalén recién purificada y establecerá el Nuevo Templo de Dios. Se invita a todas las naciones a acudir en masa a esta Nueva Jerusalén para recibir instrucción de la Palabra del Señor con la esperanza de que puedan entonces andar en los caminos de Dios. La exaltación espiritual del monte Sión es una imagen de la nueva creación que Jesús ha traído. Con el Señor gobernando sobre todas las naciones, habrá paz universal. Las antiguas armas de guerra se convertirán en herramientas agrícolas. Los conflictos cesarán y no habrá más entrenamiento para la guerra.

    3. Sanados por Jesucristo: En el Evangelio, el tema de la nueva creación está presente en el relato de la curación del siervo del centurión. Jesús viene a sanar a los enfermos –la vieja creación– y transformarla en algo nuevo y eterno. Podemos imaginarnos como el siervo que yace indefenso y paralizado en cama debido al pecado de Adán. No somos dignos de que el Hijo de Dios se haga hombre, habite entre nosotros y entre en nuestras casas. También podemos imaginarnos como el centurión que acude a Jesús con fe y humildad. Reconoce que no tiene poder para curar a su siervo pero sabe que Jesús tiene el poder divino para sanar. La curación física de un paralítico es una señal que apunta a algo mayor, es decir, a la curación espiritual que recibimos de Cristo a través de los sacramentos de la Iglesia.

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, te doy gracias por venir a morar bajo mi techo. No soy digno del maravilloso y gran don de la Eucaristía, tu mismo Cuerpo y tu misma Sangre. Pero sólo di la palabra y seré sanado.

    Vivir la Palabra de Dios: ¿Puedo dedicar hoy un tiempo a dar gracias por el don de la Eucaristía? ¿Soy verdaderamente humilde como el centurión de Cafarnaúm, que se sabe indigno de que Jesús entre en su casa? ¿Experimento el poder sanador de Jesús cuando recibo la comunión?

    © 2024. EPRIEST, Inc. All rights reserved.

At ePriest, we are dedicated to supporting Catholic priests as they serve their people and build up the Church.

We invite you to explore our resources to help your own ministry flourish!

Sign Up Now