Daily Reflection

Tres condiciones para el discipulado cristiano

November 6, 2024 | Wednesday
  • Miércoles de la XXXI semana del tiempo ordinario
  • Luke 14:25-33

    Filipenses 2:12-28

    Salmo 27:1, 4, 13-14

    Lucas 14:25-33

    Grandes multitudes viajaban con Jesús,

    Y volviéndose, les habló:

    “Si alguno viene a mí sin odiar a su padre y a su madre,

    esposa e hijos, hermanos y hermanas,

    y hasta su propia vida,

    Él no puede ser mi discípulo.

    El que no carga con su cruz y viene en pos de mí,

    no puede ser mi discípulo.

    ¿Quién de vosotros quiere construir una torre?

    No se siente primero a calcular el costo

    ¿Para ver si hay suficiente para completarlo?

    De lo contrario, después de colocar los cimientos

    y viéndose incapaz de terminar la obra

    Los espectadores deberían reírse de él y decir:

    'Éste empezó a construir pero no tenía recursos para terminar.'

    ¿O qué rey, al marchar a la batalla, no se sentaría primero?

    y decidir si con diez mil tropas

    Puede oponerse con éxito a otro rey.

    ¿Avanzando hacia él con veinte mil tropas?

    Pero si no, mientras aún está lejos,

    Enviará una delegación para pedir condiciones de paz.

    Del mismo modo,

    Todo aquel de vosotros que no renuncia a todos sus bienes

    no puede ser mi discípulo.”

    Oración inicial: Señor Dios, tu plan eterno de creación y salvación es verdaderamente asombroso. No nos abandonaste cuando pecamos contra ti, sino que enviaste a tu Hijo para salvarnos y enseñarnos cómo reconciliarnos contigo y vivir contigo para siempre.

    Encuentro con la Palabra de Dios

    1. Tres condiciones para el discipulado: El pasaje del Evangelio comienza con un término idiomático judío. “Odiar”, en este caso, significa “amar menos”. Jesús enseña que no debemos amar a nuestros padres, a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, a nuestros hermanos, o incluso a nuestra propia vida más que a Dios Padre y a su Hijo. El primer y mayor mandamiento es amar a Dios. El segundo mandamiento es amar a nuestro prójimo. Ser discípulos de Jesús significa primero estar comprometidos con él más que con nuestros vínculos familiares. La segunda condición para ser discípulos de Jesús es tomar nuestra cruz y seguirlo. La tercera condición es renunciar a todas nuestras posesiones (Lucas 14:33). Esta tercera condición requiere una seria deliberación y se ilustra con dos parábolas. La primera parábola es la siguiente: La segunda parábola trata de la marcha hacia la batalla y de discernir, como un rey, si se tienen o no suficientes tropas para tener éxito en la batalla. Si aplicamos esto a nuestra vida, vemos que algunas personas pueden darlo todo y entrar en la vida religiosa. El resto de nosotros estamos llamados a discernir cómo debemos utilizar nuestra riqueza, a desapegarnos verdaderamente de lo que poseemos y a dar generosamente a los pobres.

    2. Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor: La carta a los Filipenses es una carta muy positiva y alegre. Muchos de los escritos de Pablo tienen que abordar crisis en las primeras comunidades cristianas o corregir problemas. Filipenses, por el contrario, es una carta de gratitud y aliento enviada a queridos amigos. Hoy, Pablo los alaba por su obediencia a Dios y los anima a ocuparse de su salvación con un sentido de admiración por servir a Dios y un sentido de pavor ante la perspectiva de pecar contra él ( Ignatius Catholic Study Bible: New Testament , 359). La exhortación “ocupaos en vuestra salvación” significa que la salvación es un proceso continuo y que dura toda la vida y no un evento único. Y Pablo nos recuerda que, cuando trabajamos, no trabajamos solos, porque Dios es quien trabaja en nosotros. Inicialmente no nos salvamos a nosotros mismos, pero sí necesitamos trabajar con Dios y su gracia para alcanzar nuestra salvación final.

    3. Actitudes cristianas: A medida que trabajamos por nuestra salvación, hay algunas virtudes y actitudes que debemos encarnar. Primero, Pablo dice que hagamos todo sin quejarnos ni cuestionarnos. Todos conocemos personas que siempre se quejan y refunfuñan. Si brilla el sol, hace demasiado calor. Si está nublado, hace demasiado frío. Si es lunes, se quejan del comienzo de la semana laboral. Si es viernes, se quejan de lo ocupados que están el fin de semana, y así sucesivamente. Un cristiano está llamado a elevarse por encima de las quejas y ver las grandes cosas que Dios ha hecho por él. Cada nuevo día es otro día para crecer en el amor y una oportunidad para trabajar para hacer avanzar el Reino. En segundo lugar, Pablo reconoce el esfuerzo que requiere la vida diaria. Lo compara con correr o trabajar. Alude al sufrimiento –ser derramado como una libación– y al sacrificio al servir a nuestros hermanos y hermanas. Sin embargo, este sufrimiento y sacrificio no deben quitarnos el gozo. Un cristiano es gozoso y tiene esperanza mientras sufre y se sacrifica.

    Conversación con Cristo: Señor Jesús, te amo y deseo amarte sobre todas las cosas. Sosténme mientras llevo mi cruz y mi sufrimiento. Guía mis pasos en mi seguimiento. Ayúdame a dejar atrás las cosas de este mundo y a apegarme más profundamente a ti y a tu Reino.

    Vivir la Palabra de Dios: ¿Cuántas veces me he quejado y murmurado hoy? ¿Cómo puedo expresar mejor y con más frecuencia mi alegría y esperanza cristiana? ¿Necesito comenzar mi oración diaria con un momento de agradecimiento en lugar de peticiones?

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