- Martes de la trigésima semana del tiempo ordinario
Luke 13:18-21
Efesios 5:21-33
Salmo 128:1-2, 3, 4-5
Lucas 13:18-21
Jesús dijo: “¿A qué es el Reino de Dios?
¿Con qué lo puedo comparar?
Es como un grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en el huerto.
Cuando creció completamente, se convirtió en un gran arbusto.
y en sus ramas habitaban las aves del cielo .”
Y dijo otra vez: ¿A qué compararé el reino de Dios?
Es como la levadura que tomó una mujer.
y mezclado con tres medidas de harina de trigo
hasta que toda la masa estuvo leudada.”
Oración inicial: Señor Dios, tu Reino ha crecido en todo el mundo y ha acogido a todas las naciones, y sin embargo necesita seguir creciendo en el mundo. Te suplico hoy: ¡Reina en mi corazón! ¡Reina en mi familia! ¡Reina en mi comunidad!
Encuentro con la Palabra de Dios
1. La semilla de mostaza y el Reino: Una manera de entender las parábolas de Jesús es como comparaciones. Jesús enseña que, así como la semilla de mostaza es pequeña y crece hasta convertirse en un gran arbusto, así también el Reino de Dios comenzará con un pequeño grupo en Galilea y Jerusalén, pero crecerá hasta alcanzar dimensiones internacionales a lo largo de la historia humana. Asimismo, así como la semilla de mostaza no era algo que normalmente plantarías en tu jardín, ya que es una planta muy invasiva, así también el Reino de Dios no es un reino normal y se extenderá por todo el jardín del mundo. Y así como la planta de mostaza completamente desarrollada puede dar la bienvenida a los pájaros del cielo, el Reino de Dios, cuando esté completamente desarrollado, dará la bienvenida a personas de todas las naciones y no será exclusivo de Israel y Judá. También podemos discernir un contraste en la parábola de Jesús. Adán y Eva fueron expulsados del primer jardín, Edén, debido a su pecado y no pudieron comer del antiguo Árbol de la Vida. Por el contrario, en el Reino de Dios, los pecadores son bienvenidos en el nuevo jardín plantado por el Nuevo Adán, Jesucristo. Los pecados son perdonados, y a los que habitan en el nuevo jardín del Reino se les da a comer del nuevo Árbol de la Vida, la Eucaristía.
2. La levadura y el Reino: En la segunda parábola, Jesús compara el efecto del Reino de Dios en el mundo con el efecto de la levadura en la masa. Hay una diferencia entre la levadura de los fariseos (Lc 12,1) y la levadura del Reino. La levadura de los fariseos es su hipocresía oculta, que Jesús denuncia y saca a la luz. En cambio, la levadura del Reino de Dios es la gracia y la caridad del Espíritu, que está escondida e invisible en la masa de la sociedad. Aunque oculta, los efectos de la gracia divina pronto se manifestarán. A diferencia de la levadura de los fariseos, que corrompe y produce malos frutos, la levadura del Reino traerá una sociedad más justa y caritativa. Los pobres serán atendidos, los hambrientos serán alimentados, los pecadores se arrepentirán y los hombres y mujeres llegarán a conocer y amar al Dios que los creó y los redimió.
3. Estad subordinados unos a otros: En la primera lectura, del Evangelio según san Lucas,En su carta a los Efesios, Pablo proclama el gran misterio y sacramento del matrimonio. Pablo enfatiza la necesidad de amor mutuo, subordinación mutua y deferencia respetuosa en un matrimonio, pero también exhorta a las esposas y los esposos de manera distinta. Implícitamente reconoce cómo los hombres y las mujeres normalmente manifiestan diferencias características –psicológicas, biológicas, físicas, emocionales– y, sin embargo, se complementan entre sí. A diferencia de otros escritores del primer siglo, que exhortaban a la esposa a obedecer a su esposo como una esclava a su amo, Pablo aborda el matrimonio de manera diferente. Él toma como modelo la relación entre Cristo y su esposa, la Iglesia. Habla de deferencia mutua en lugar de obediencia unilateral. Invita a la pareja casada al amor sacrificial en lugar del control y dominio de uno por el otro.
Conversando con Cristo: Señor Jesús, tu palabra es una semilla plantada en mi corazón. Quiero que crezca y florezca. Quiero ser transformado por tu palabra. Quiero transformar el mundo que me rodea a través de la justicia, la caridad y la misericordia. Ilumina mi mente para conocer tus principios evangélicos y cómo aplicarlos en mi vida.
Vivir la Palabra de Dios: ¿Cómo puedo crecer en respeto, deferencia y amor sacrificial con mi cónyuge? ¿Cuáles son las pequeñas cosas que hago que sé que molestan a mi cónyuge? ¿En qué puedo trabajar y corregir? ¿Cómo es nuestra comunicación? ¿Qué podemos mejorar? ¿Oramos juntos? ¿Oramos unos por otros?