- Memoria de San Antonio de Padua, Sacerdote y Doctor de la Iglesia
Matthew 5:20-26
1 Reyes 18:41-46
Salmo 65:10, 11, 12-13
Mateo 5:20-26
Jesús dijo a sus discípulos:
“Os digo que, a menos que vuestra justicia supere esa
de los escribas y fariseos,
no entraréis en el Reino de los cielos.
“Oísteis que fue dicho a vuestros antepasados:
No matarás; y el que matare será reo de juicio.
Pero yo os digo que el que se enoja con su hermano
estará sujeto a juicio,
y cualquiera que diga a su hermano: 'Raqa',
será responsable ante el Sanedrín,
y cualquiera que diga: "Necio", será condenado al infierno de fuego.
Por tanto, si llevas tu ofrenda al altar,
y ahí recuerdas que tu hermano
tiene algo contra ti,
deja tu ofrenda allí en el altar,
ve primero y reconcíliate con tu hermano,
y luego ven y ofrece tu regalo.
Llega a un acuerdo con tu oponente rápidamente mientras te diriges a la corte con él.
De lo contrario, tu oponente te entregará al juez,
y el juez te entregará a la guardia,
y seréis echados en la cárcel.
Amén, os digo,
No te liberarán hasta que hayas pagado el último centavo”.
Oración inicial: Señor Dios, quiero imitar tu amor paciente. Cuando alguien me ofende o me corrige, no reaccionaré con ira ni precipitadamente, sino que buscaré la verdad con amor. Cuando ofendo algo, buscaré su perdón y lo enmendaré.
Encuentro con la Palabra de Dios
1. La confianza de Elías en el Señor: La Primera Lectura nos habla del fin de una larga sequía en el norte del Reino de Israel. Elías sabe que se acerca la lluvia y le dice al malvado rey Acab que coma y beba, porque el hambre y la sequía han terminado. El propio Elías sube al Monte Carmelo para esperar la lluvia que llega del mar. Está inclinado, posiblemente en oración, y no levanta los ojos hacia el mar. En cambio, hace que su sirviente le informe de lo que sucede. Confía plenamente en la palabra de Dios y no necesita ver para creer. En el séptimo informe del siervo, el siervo le dice a Elías que ve una pequeña nube levantándose del mar, lo que indica que la lluvia prometida está cerca. Aunque la historia no es tan poderosa.Tan valioso como el que leímos ayer acerca de Elías llamando fuego del cielo para consumir el sacrificio, nos enseña una lección importante sobre la providencia de Dios. El Señor nos cuida. Esto lo recuerda el salmo de hoy, que alaba a Dios por su amoroso cuidado. Dios ha visitado la tierra y la ha regado con lluvia. Esto es necesario para una cosecha abundante y rica.
2. Salvación del Pecado y de la Muerte: Es importante recordar que cuando oramos a Dios no debemos limitarnos a pedir por nuestras necesidades materiales. El salmo de hoy se puede leer a la luz de Jesucristo y vemos que habrá una visitación mucho mayor que tendrá lugar: la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús nos trae, no agua terrenal que dura un tiempo, sino agua viva que da vida eterna (4:14). Necesitamos salvación, no sólo del hambre o la sequía, sino del pecado y la muerte. Dios, en su providencia, no nos dejó solos cuando nuestros primeros padres pecaron contra él, sino que envió a su único Hijo para salvarnos.
3. Heridas contra la Caridad: Cuando nos presentamos ante Dios, lo hacemos como personas redimidas en Cristo. Formamos parte del Cuerpo de Cristo y estamos unidos a los demás en amor. Tener algo contra nuestros hermanos o hermanas hiere esta unidad y caridad. Llamarlos “tontos” va en contra de la paz y el gozo que trae Cristo. Nuestra justicia o santidad no consiste principalmente en cumplir ritos externos detallados. Los fariseos estaban confundidos sobre este punto. Nuestra justicia y santidad se encuentran en unión con Cristo. Esta unión con Cristo y la comunión que compartimos con los demás en Cristo es un regalo que debemos aceptar y proteger. Por eso Cristo nos dice hoy a cada uno de nosotros: “Ve primero y reconcíliate con tu hermano, y luego ven y ofrece tu ofrenda”.
Conversando con Cristo: Señor Jesús, deseo practicar la justicia. Quiero permanecer en una relación correcta con el Padre, contigo y con el Espíritu. Pido tu gracia para poder hacer buenas obras que den gloria a Dios y merezcan la vida eterna.
Viviendo la Palabra de Dios: ¿Con quién lucho más? ¿Con quién interactúo a quien llamo tonto o considero tonto en mi corazón? ¿Qué puedo hacer para arreglar esa relación? ¿Cómo puedo ver lo bueno en mi hermano o hermana?