Daily Reflection

Pertenecer a Cristo nuestro Redentor

May 23, 2024 | Thursday
  • Jueves de la Séptima Semana del Tiempo Ordinario
  • Mark 9:41-50

    Santiago 5:1-6

    Salmo 49:14-15ab, 15cd-16, 17-18, 19-20

    Marcos 9:41-50

    Jesús dijo a sus discípulos:

    “Cualquiera que os dé a beber un vaso de agua

    porque eres de Cristo,

    En verdad os digo que no perderá su recompensa.

    “Cualquiera que haga pecar a uno de estos pequeños que creen en mí,

    Más le valdría que una gran piedra de molino

    fueron puestos alrededor de su cuello

    y fue arrojado al mar.

    Si tu mano te hace pecar, córtatela.

    Es mejor que entres en la vida manco

    que con las dos manos entrar en el Gehena,

    al fuego inextinguible.

    Y si tu pie te hace pecar, córtalo.

    Es mejor que entres en la vida manco

    que con los dos pies ser arrojado al Gehena.

    Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo.

    Más te vale entrar al Reino de Dios con un solo ojo.

    que con dos ojos ser arrojado al Gehena,

    donde su gusano no muere, y el fuego no se apaga.

    “Todos serán salados con fuego.

    La sal es buena, pero si la sal se vuelve insípida,

    ¿Con qué le devolverás el sabor?

    Guardad sal en vosotros y tendréis paz unos con otros”.

    Oración inicial: Señor Dios, no permitas que sea superficial al contemplar cómo uso mi tiempo y el destino eterno que me espera. Enséñame a tomar en serio el juicio final, sabiendo que todo lo que he hecho y que cada intención de mi corazón será revelada.

    Encuentro con la Palabra de Dios

    1. Conversión del corazón: Jesús usa un lenguaje gráfico para tratar de convencer a sus oyentes de la importancia de la conversión del corazón. Habla de ser arrojado al mar con una piedra de molino y de cortar la causa del pecado, ya sea una mano, un pie o un ojo. Estas acciones no se alientan, pero se utilizan como comparaciones para ayudarnos a reflexionar sobre la diferencia entre el tiempo y la eternidad. Es una tontería dedicar nuestro tiempo en la tierra únicamente a buscar riqueza, placer y poder. Esto se debe a que esta vida corta es poco o nada comparada con la vida eterna. Vale la pena soportar pacientemente el sufrimiento aquí en la tierra. La riqueza, el placer y el poder son ciertamente atractivos, pero no satisfacen los deseos más profundos de nuestro corazón. Nuestros corazones sólo pueden llenarse verdaderamente de amor: amor a Dios y amor a nuestro prójimo, quienes están llamados a ser nuestros hermanos y hermanas en Cristo.

    2. Pertenecer a Cristo: Existe un marcado contraste entre pertenecer a Cristo y no pertenecer a Cristo. La Primera Lectura, de la Carta de Santiago, acusa a los ricos de haber condenado y asesinado al justo, Jesucristo. En el Evangelio, Jesús señala el contraste entre aquellos que hacen pecar a los simples de corazón y aquellos que sirven a los pobres. Estos últimos, los que sirven a los pobres, manifiestan que pertenecen a Cristo. Tanto los ricos que son indiferentes a los pobres como aquellos que hacen pecar a otros merecen condenación. El salmista dice que en el más allá, los ricos que confiaron en sus riquezas y no en Dios nunca verán la luz. Jesús describe este inframundo como un lugar de fuego inextinguible y lo compara con el valle de Gehena en las afueras de Jerusalén, donde la basura y los desechos de la ciudad ardían continuamente.

    3. La Redención y los Sacramentos: El salmista pone su confianza en Dios, sabiendo que de alguna manera Dios lo redimirá del poder del inframundo. Como cristianos, sabemos que esta redención se logra a través de Jesucristo, quien venció la muerte y resucitó victorioso de la tumba. Compartimos su muerte y resurrección a través de los Sacramentos, especialmente a través de las aguas del Bautismo y de la Eucaristía, el Pan vivificante. La Eucaristía es el memorial de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Es el misterio del sufrimiento redentor y de la gloria celestial el que nos invita continuamente a conformar nuestra vida no a las cosas de este mundo sino a las cosas santas de Dios.

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, ayúdame a prestar atención a tus palabras hoy y ver hacia dónde se dirige mi vida. Si estoy en el camino equivocado, guíame en la dirección correcta. Si estoy en el camino correcto, fortalece mis pasos y lléname de la esperanza sobrenatural de alcanzar la vida eterna.

    Viviendo la Palabra de Dios: ¿Qué hay en mi vida que es un obstáculo para alcanzar la vida eterna? ¿Qué amenaza mi salvación eterna? ¿Qué puedo hacer para protegerme de estas amenazas y eliminar estos obstáculos? ¿Qué acciones, como recibir los sacramentos, me acercan más a la vida con Dios?

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