Daily Reflection

Ser libre para amar

January 12, 2023 | Thursday

Father Paul Campbell, LC

  • Jueves de la Primera Semana del Tiempo Ordinario
  • Mark 1:40-45

    Marcos 1:40-45

    Un leproso se le acercó rogándole, y arrodillándose le dijo: "Si quieres, puedes limpiarme". Jesús, movido a lástima, extendió la mano y lo tocó, y le dijo: "Yo quiero. ¡Sé limpio!" Al instante se le quitó la lepra y quedó limpio. Después de advertirle severamente, lo despidió de inmediato, diciéndole: "Mira que no digas nada a nadie; pero ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos". Pero él salió y comenzó a proclamarlo libremente y a difundir la palabra, de modo que Jesús ya no podía entrar en un pueblo abiertamente, sino que se quedaba en el campo; y la gente venía a él de todas partes.

    Oración introductoria: Señor, gracias por este tiempo juntos. Te necesito en mi vida y en la vida de mi familia. Es fácil dejar que las actividades me abrumen, así que te pierdo la pista. Te desvaneces en la distancia y, a veces, el pecado se acerca. Pero sé que siempre estás ahí para mí con tu amor incondicional. Gracias. Te amo y anhelo ponerte primero en mi vida.

    Petición: Señor, lávame de mis pecados y ayúdame a desapegarme de ellos.

    1. Si eliges: Un leproso se acerca y cae ante Jesús. "Si eliges, puedes limpiarme". Este leproso no podía librarse de su enfermedad más de lo que nosotros podemos liberarnos del pecado. La lepra era una enfermedad mortal. Separaba a un hombre de su familia y lo conducía fuera de su pueblo a lugares solitarios. La lepra es un símbolo del pecado. El pecado nos separa de Dios y de los demás. Debemos acercarnos a Jesús con la humildad y la confianza que vemos en el leproso. Esta historia es para nosotros, para mostrarnos el corazón de Cristo. Revela su amor y su deseo de librarnos del pecado. ¿Estoy convencido de la fealdad de todo pecado y de cómo desfigura nuestras almas?

    2. Yo sí elijo: Jesús eligió sanar al leproso. No solo lo sanó, sino que también lo tocó. Extendió la mano a la soledad de ese hombre, y tocó su vida, curándolo de la enfermedad. Esto revela tan bellamente el corazón de Cristo. Nuestro pecado nunca lo aleja de nosotros. Él siempre está listo y dispuesto a venir en nuestra ayuda si tan solo clamáramos por su ayuda. ¿Estoy abriendo todas las heridas internas de mis pecados a Nuestro Señor para que pueda sanarme, lavarme y sanarme de nuevo?

    3. Jesús nos quiere libres: El pecado nos impide ser quienes debemos ser. “Todo el que comete pecado es esclavo del pecado” (Juan 8:34). Jesús estaba libre de pecado y también era libre de amar y servir a los demás. Él no fue obligado por la codicia o la ira. No lo movía el orgullo ni lo impedía la pereza. Fue libre para amar y amó hasta morir en una cruz. El pecado nos encierra en nosotros mismos. Nos absorbemos en nosotros mismos y otros toman el asiento trasero, o no se sientan en absoluto. ¿Con qué frecuencia decimos “no” a los demás y hacemos la vista gorda ante sus necesidades? ¿No es el pecado lo que nos ciega y el egoísmo lo que nos impide amar a los demás como Cristo nos ama? Cristo puede liberarnos del pecado para que tengamos el poder de amar como él ama.

    Conversación con Cristo: Jesús, quiero ser libre, pero necesito tu ayuda. Sin ti, no puedo hacer nada. Ayúdame a confiar en ti y a volverme hacia ti. No dejes que me vaya solo como si pudiera seguir luchando sin ti. Libérame para amarte. Libérame para amar a los demás.

    Resolución: Rezaré el Salmo 51 por mí y por mis seres queridos.

    © 2024. EPRIEST, Inc. All rights reserved.

At ePriest, we are dedicated to supporting Catholic priests as they serve their people and build up the Church.

We invite you to explore our resources to help your own ministry flourish!

Sign Up Now