- Lunes de Semana Santa
John 12:1-11
Isaías 42:1-7
Salmo 27:1, 2, 3, 13-14
Juan 12:1-11
Seis días antes de la Pascua, Jesús llegó a Betania,
donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos.
Allí le dieron una cena, y Marta sirvió,
mientras que Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.
María tomó un litro de aceite perfumado costoso
elaborado con auténtico nardo aromático
y ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos;
la casa se llenó del olor del aceite.
Entonces Judas Iscariote, uno de sus discípulos,
y el que lo traicionaría, dijo:
“¿Por qué este aceite no se vendió por trescientos días de salario?
y entregado a los pobres?
Dijo esto no porque le importaran los pobres.
sino porque era ladrón y tenía la bolsa de dinero
y solía robar las contribuciones.
Entonces Jesús dijo: “Déjala en paz.
Que guarde esto para el día de mi entierro.
Siempre tenéis a los pobres con vosotros, pero no siempre a mí”.
La gran multitud de judíos se enteró de que estaba allí y vino.
no sólo por él, sino también por ver a Lázaro,
a quien había resucitado de entre los muertos.
Y los principales sacerdotes conspiraron para matar también a Lázaro,
porque muchos de los judíos se estaban alejando
y creer en Jesús gracias a él.
Oración inicial: Señor Dios, me has llamado y elegido por amor. No hice nada para merecer esta vocación y elección. Fortaléceme para responder generosamente a tu llamado, resistir las tentaciones de este mundo y ser tu humilde servidor.
Encuentro con la Palabra de Dios
1. Los Cuatro Cantos del Siervo durante la Semana Santa: Durante la Semana Santa, leemos los cuatro Cantos del Siervo de Isaías. El primer cántico, que leemos hoy, nos presenta a la Sierva del Señor, quien es elegida y llamada por el Señor Dios para establecer la justicia en la tierra. El segundo cántico, que leeremos mañana, habla del Siervo elegido desde el vientre para restaurar no sólo a las doce tribus de Israel sino para llevar la salvación de Dios a todas las naciones. El tercero detalla cómo se producirá esta restauración a través del sufrimiento del Siervo. El cuarto, proclamado el Viernes Santo, revela cómo la aflicción y el sufrimiento del Siervo, ofrecido por el pecado, conduce a la vida y a la justificación de muchos.
2. El Siervo agrada a Dios: La canción de hoy revela primero que el Siervo, que es elegido por Dios y hace lo que agrada a Dios, será ungido por el Espíritu. Esta unción del Siervo se produjo el día del Bautismo de Jesús cuando Juan Bautista vio al Espíritu descender en forma de paloma y posarse sobre Jesús. Se escucha la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17). En el Evangelio de hoy, Jesús es ungido por María, la hermana de Marta y Lázaro. La unción del Espíritu preparó a Jesús tanto para su ministerio público de enseñanza, curando a ciegos y cojos, expulsando demonios, obrando milagros, como para su pasión; la unción de María es una preparación inmediata a la pasión y muerte de Jesús como Siervo Sufriente. Jesús le dice que guarde el resto del aceite para el día de su entierro.
3. La Misión del Siervo: Continúa la primera lectura y, en ella, Dios declara que su Siervo tendrá éxito en su misión de establecer la justicia en la tierra. No desfallecerá ni se desanimará, porque el Señor es su luz y salvación, porque el Señor lo sostiene. Jesús nos invita a orar sin cesar por el establecimiento de la justicia: “Venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10). La oración por el reino es una oración para que Dios reine sobre todas las naciones. En su misión, Jesús no buscará notoriedad por sus logros: no gritará ni gritará, ni alzará la voz en las calles. Jesús tampoco promoverá la violencia hacia los oprimidos: la caña cascada no quebrará. El Siervo bendecirá y perdonará, no destruirá ni condenará. Dios, proclama Isaías, es el Creador del cielo y de la tierra. Dios es el creador de todos los hombres y de todos los seres vivientes. Él es quien puede empoderar a su Siervo para su misión de restaurar en el mundo la justicia, una justicia original que se perdió por el pecado de Adán. La restauración de la justicia conlleva una nueva doctrina, una enseñanza que llegará hasta la costa, hasta los confines de la tierra. El Siervo Sufriente será luz para todas las naciones, abrirá los ojos de los ciegos y liberará a los que viven en tinieblas. Pero, sobre todo, el Siervo se pondrá él mismo como alianza para el pueblo. Este Siervo es Jesús, quien, como nuestro misericordioso y fiel sumo sacerdote, establecerá la nueva y sempiterna alianza y promulgará la nueva ley de la caridad.
Conversando con Cristo: Señor Jesús, enséñame todo lo que necesito para ser un siervo como tú. Te humillaste a través de tu Encarnación, nacimiento y vida oculta. Su ministerio público fue de humilde servicio. Tu muerte en la Cruz fue el ejemplo supremo de humilde obediencia. Incluso ahora, reinando en el cielo, eres el Rey Siervo, que intercede por su pueblo.
Viviendo la Palabra de Dios: Cuando hacemos un acto de fe, es también un acto de humildad. En él reconocemos quiénes somos ante Dios, cómo todo lo que somos depende de él, cómo nos ha salvado y cómo nos santifica mientras caminamos hacia él. ¿Cómo puedo incorporar esta humildad en mi oración diaria?