Daily Reflection

Las obras de Dios

March 13, 2024 | Wednesday
  • Miércoles de la Cuarta Semana de Cuaresma
  • John 5:17-30

    Isaías 49:8-15

    Salmo 145:8-9, 13cd-14, 17-18

    Juan 5:17-30

    Jesús respondió a los judíos:

    “Mi Padre está trabajando hasta ahora, así que yo estoy trabajando”.

    Por eso intentaron aún más matarlo.

    porque no sólo violó el sábado

    pero también llamó a Dios su propio padre, haciéndose igual a Dios.

    Respondió Jesús y les dijo:

    “En verdad, en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por sí solo,

    pero sólo lo que ve hacer al Padre;

    porque lo que él hace, el Hijo también lo hará.

    Porque el Padre ama al Hijo

    y le muestra todo lo que él mismo hace,

    y mayores obras que éstas le mostrarán,

    para que quedéis asombrados.

    Porque así como el Padre resucita a los muertos y da vida,

    así también el Hijo da vida a quien quiere.

    Ni el Padre juzga a nadie,

    pero todo el juicio ha dado al Hijo,

    para que todos honren al Hijo así como honran al Padre.

    Quien no honra al Hijo

    no honra al Padre que lo envió.

    Amén, amén os digo, el que oye mi palabra

    y cree en el que me envió

    tiene vida eterna y no vendrá a condenación,

    pero ha pasado de muerte a vida.

    Amén, amén os digo que la hora viene y ya está aquí.

    cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios,

    y los que oigan vivirán.

    Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo,

    así también dio al Hijo la posesión de la vida en sí mismo.

    Y le dio poder para juzgar,

    porque él es el Hijo del Hombre.

    No os sorprendáis de esto,

    porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros

    oirá su voz y saldrá,

    los que han hecho buenas obras

    a la resurrección de vida,

    "margin: 0in; font-family: Calibri, sans-serif;">pero aquellos que han cometido malas acciones

    a la resurrección de condenación.

    “No puedo hacer nada por mi cuenta;

    Juzgo como oigo, y mi juicio es justo,

    porque no busco mi propia voluntad

    sino la voluntad del que me envió”.

     

    Oración inicial: Señor Dios, estás trabajando para llevar toda la creación a su consumación. Trabajas a través de tu Hijo y Espíritu para que yo pueda compartir tu descanso eterno y tu vida divina. Ayúdame a hacer las buenas obras, empoderadas por tu gracia, que conducen a la resurrección de vida.

    Encuentro con la Palabra de Dios

    1. La Obra del Siervo del Señor: En la Primera Lectura Dios habla al Siervo Sufriente de su misión y le encarga. El Señor le dice al Siervo que ha sido entregado como alianza al pueblo. Este Siervo se revela en el Nuevo Testamento como Jesucristo, quien establece la Nueva Alianza en su sangre. La pasión, muerte y resurrección de Jesús verdaderamente restaurarán la tierra, liberarán a los aprisionados por el pecado, iluminarán a los que están en la oscuridad y darán alimento celestial y agua viva a los que tienen hambre y sed. El pueblo, conocido como Sión, piensa que el Señor los ha abandonado después de la caída del Reino de David. Pero Dios responde que no los olvida, ni los olvidará jamás, y utiliza la imagen del amor inmutable que una madre tiene por su hijo. Dios consolará a su pueblo en su exilio y les mostrará misericordia a pesar de sus pecados. Al enviar a su Hijo unigénito para salvarnos del pecado y de la muerte, el Señor nos revela que él “es clemente y misericordioso”. Él es fiel, santo, justo y cercano a quienes lo invocan.

    2. La Primera Obra de Dios: En el Evangelio, Jesús declara que Dios es su Padre. Las obras y signos que realiza Jesucristo, el Hijo de Dios, están en plena concordancia con las obras del Padre. El Hijo es Palabra e Imagen del Padre y hace lo que “ve” hacer al Padre. En el pasaje del Evangelio que leemos, Jesús habla de dos de estas obras divinas y paternales. La primera obra se refiere al otorgamiento de la vida. El Padre, dice Jesús, tiene vida en sí mismo. Él resucita a los muertos y da vida. El Padre eternamente da vida al Hijo. El Hijo, a su vez, da vida a quienes creen en el Padre y en el Hijo.

    3. La Segunda Obra de Dios: La segunda obra tiene que ver con el juicio. El Padre mismo no juzga, sino que ha dado todo el juicio a su Hijo. Al hacerse hombre y asumir nuestra naturaleza humana, Jesús entra en solidaridad con la humanidad. Puede simpatizar con nuestra debilidad. Él nos comprende y fue probado en todo según nuestra semejanza. Él sufre sufrimiento y es transformado por el sufrimiento. Se volvió como nosotros en todo menos en el pecado y asumió el destino de la humanidad pecadora (ver A. Vanhoye, A Different Priest , 159-160). Nuestro paso de la muerte a la vida, nuestra participación en la pasión, muerte y resurrección de Cristo, depende de escuchar la voz del Hijo y responderle con fe, así como de hacer buenas obras por la gracia de Dios. Debemos recordar que el Padre envió al Hijo al mundo no para condenarlo sino para salvarlo y redimirlo (Juan 3:16). Los que rechazan al Padre y al Hijo, los que aman más las tinieblas que la luz (Juan 3:19), participan de la resurrección de condenación. Aquellos, por otro lado, que creen en el Padre y el Hijo y hacen buenas obras –obras meritorias de amor y caridad potenciadas por la gracia divina– participarán en la resurrección de la vida. A todos los que reciben la Palabra.d, a todos los que creen en su nombre, la Palabra les da poder para llegar a ser hijos de Dios.

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, tú vienes a juzgar al mundo. Conoces nuestras debilidades y luchas. Ten misericordia de mí cuando me juzgues. Ayúdame a arrepentirme y a apartarme del pecado mientras viajo hacia ti y tu Padre.

    Viviendo la Palabra de Dios: ¿ Qué buenas obras u obras de caridad estoy llamado a hacer hoy? ¿Cómo puedo alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, dar cobijo a los desamparados o visitar a los enfermos hoy? ¿Cómo puedo aconsejar, instruir, consolar y perdonar hoy?

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