Daily Reflection

Bienaventurado el que confía en el Señor

February 29, 2024 | Thursday
  • Jueves de la Segunda Semana de Cuaresma
  • Luke 16:19-31

    Jeremías 17:5-10

    Salmo 1:1-2, 3, 4 y 6

    Lucas 16:19-31

    Jesús dijo a los fariseos:

    “Había un hombre rico que vestía ropas de púrpura y lino fino

    y cené suntuosamente todos los días.

    Y yacía a su puerta un pobre llamado Lázaro, cubierto de llagas,

    que con gusto habría comido hasta saciarse de las sobras

    que cayó de la mesa del rico.

    Los perros incluso solían venir y lamerle las llagas.

    Cuando el pobre murió,

    fue llevado por ángeles al seno de Abraham.

    También murió el rico y fue sepultado,

    y desde el infierno, donde estaba atormentado,

    alzó los ojos y vio de lejos a Abraham

    y Lázaro a su lado.

    Y gritó: 'Padre Abraham, ten compasión de mí.

    Envía a Lázaro que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua,

    porque estoy sufriendo tormento en estas llamas.'

    Abraham respondió: 'Hijo mío,

    recuerda que recibiste lo bueno durante tu vida

    mientras que Lázaro también recibió lo malo;

    pero ahora él se consuela aquí, mientras que vosotros estáis atormentados.

    Además, entre nosotros y vosotros se establece un gran abismo.

    para impedir que nadie cruce

    ¿Quién quisiera pasar de nuestro lado al tuyo?

    o de tu lado al nuestro.'

    Él dijo: "Entonces te ruego, padre, que le envíes

    a la casa de mi padre,

    porque tengo cinco hermanos, para que les advierta,

    no sea que ellos también vengan a este lugar de tormento.'

    Pero Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los profetas.

    Que les escuchen.'

    Él dijo: 'Oh no, padre Abraham,

    pero si alguno de entre los muertos va a ellos, se arrepentirán.'

    Entonces Abraham dijo:

    'Si no escuchan a Moisés y a los profetas,

    ni se dejarán persuadir

    si alguno resucita de entre los muertos'”.

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    Oración inicial: Señor Dios, tú lo sabes todo. Guíame por el camino que lleva a la vida contigo. Protégeme del peligro y dame tu gracia para pelear la buena batalla, terminar la carrera y recibir la corona victoriosa de tu gloria.

    Encuentro con la Palabra de Dios

    1. Recompensa y Castigo: El profeta Jeremías nos recuerda que seremos recompensados o castigados según la forma en que vivamos nuestras vidas. El rico del Evangelio se muestra indiferente a los sufrimientos de Lázaro. En lugar de amar a Dios sobre todas las cosas, el rico confía únicamente en su fuerza y poder humanos. Aunque es rico y tiene muchas posesiones materiales, se revela estéril. Es estéril, como un arbusto en el desierto, y vacío, como tierra salada o un desierto de lava. Debido a que su vida no está anclada en Dios, es como paja que se lleva el viento. En última instancia, la indiferencia del hombre rico hacia Dios y hacia los demás acarrea sobre sí mismo la maldición de la separación eterna de Dios. Lázaro, en cambio, es bendito. A pesar de su hambre, sufrimiento y necesidad material en esta vida, continúa depositando su confianza y esperanza en el Señor. No se deja consumir por el miedo, porque sabe que Dios está a su lado. Lázaro es como un árbol firmemente arraigado en la tierra, con raíces profundas que llegan hasta las aguas de la vida. Lázaro persevera en los tiempos difíciles porque su seguridad no está en las cosas que pasan, sino en Dios que es siempre fiel.

    2. Ricos y Pobres: El Evangelio nos enseña que, si somos ricos materialmente, estamos llamados a ser buenos administradores de la riqueza que busquen aliviar los sufrimientos de los pobres. Unidos a la vid de Cristo, todos los cristianos, ricos y pobres, están llamados a dar mucho fruto: treinta, sesenta y ciento por uno. Todas las personas, incluidos los ricos, están llamadas a acumular tesoros celestiales y a difundir la Buena Nueva de Jesucristo a sus hermanos y hermanas. Aquellos que son bendecidos con riquezas terrenales deben asegurarse de que su oración sea de acción de gracias por los beneficios recibidos. Además, deben pedir especialmente la virtud de la prudencia, para que utilicen sabiamente sus bienes en favor de los pobres. Sin embargo, si somos materialmente pobres, no debemos quejarnos de nuestra situación, sino más bien depositar nuestra confianza en Dios y trabajar para mejorar nuestra situación en la medida de nuestras posibilidades.

    3. La Responsabilidad de Cuidar a Cristo en los Pobres: Jeremías señala que es difícil entender el corazón humano. Esto se debe a que el corazón es el santuario interior donde el hombre y Dios se encuentran. Es el lugar de encuentro donde misteriosamente decidimos a favor o en contra de Dios. Como discípulos de Jesús, estamos llamados a preferir a Jesús sobre todo y sobre todos. El desapego de las riquezas y el amor al prójimo son obligatorios para entrar en el Reino de los Cielos. Cristo nos llama a vender todo lo que tenemos, a dar generosamente a los pobres y a seguirlo. Lo que hacemos por los más pequeños de nuestros hermanos, lo hacemos por Cristo. No sólo estamos llamados a servir a los pobres, sino que estamos llamados a ser pobres y a estar desapegados de las cosas de este mundo pasajero.

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, ayúdame a ver tu rostro en los pobres. Mueve mi corazón para tener compasión de aquellos que necesitan de mi ayuda. No permitas que te sea indiferente a ti y a las necesidades de mis hermanos y hermanas.

    Resolución: Una de las tres prácticas de la Cuaresma es la limosna. Esta Cuaresma, ¿cómo he utilizado la riqueza que tengo en favor de los pobres? ¿Qué cambios necesito hacer? ¿De qué me pide Dios que me desaprenda?

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