Daily Reflection

El cumplimiento de la antigua ley

February 24, 2024 | Saturday
  • Sábado de la Primera Semana de Cuaresma
  • Matthew 5:43-48

    Deuteronomio 26:16-19

    Salmo 119:1-2, 4-5, 7-8

    Mateo 5:43-48

    Jesús dijo a sus discípulos:

    “Habéis oído que se dijo:

    Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.

    Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos,

    y orad por los que os persiguen,

    para que seáis hijos de vuestro Padre celestial,

    porque él hace salir su sol sobre malos y buenos,

    y hace llover sobre justos e injustos.

    Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?

    ¿No hacen lo mismo los recaudadores de impuestos?

    Y si saludáis sólo a vuestros hermanos y hermanas,

    ¿Qué tiene de inusual eso?

    ¿No hacen lo mismo los paganos?

    Sed, pues, perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial”.

    Oración inicial: Señor Dios, ofreces tu alianza a la humanidad para que podamos compartir tu vida divina. Eres verdaderamente bendecido y me ofreces una participación en esta bienaventuranza. Te agradezco esta oferta y haré todo lo posible para permanecer en tu amor mientras viajo hacia ti.

    Encuentro con la Palabra de Dios

    1. La Ley del Antiguo Pacto de Moisés: La Primera Lectura de hoy nos presenta uno de los muchos pactos que Dios hizo con la humanidad y su pueblo: el Pacto de Deuteronomio. La idolatría, la apostasía y el pecado del pueblo de Israel en Baal-Peor (Números 25:1-6) llevaron a que Moisés le diera a Israel la “Segunda Ley” o Ley de Deuteronomio. Comparado con el pacto original en el Monte Sinaí, que era la “Primera Ley”, el pacto de Deuteronomio era un pacto y una ley menor y fue dado por Moisés debido a la dureza de corazón de Israel. El pacto de Deuteronomio, hecho justo antes de que el pueblo de Israel cruzara el río Jordán y entrara en la Tierra Prometida de Canaán, tenía el propósito de restaurar y rehabilitar a las doce tribus después de su apostasía en Baal-Peor. Esta Segunda Ley, dada por Moisés, quería que Israel reconociera su debilidad e incapacidad para alcanzar la santidad sin la ayuda de Dios. Desde el principio, Dios quiso que su pueblo fuera santo y sagrado. Esta era la intención de Dios cuando creó a Adán y Eva: que todos los seres humanos, creados a su imagen y semejanza, compartieran su vida divina. Esta promesa estaba simbolizada por el reposo sabático. El camino que conduce a este descanso, santidad y vida divina está marcado por los estatutos, mandamientos y decretos del Señor. El camino se caracteriza especialmente por la dócil obediencia a la voz de Dios.

    2. La Ley del Nuevo Pacto de Cristo: El verdadero modelo de quien obedece la voz de Dios es Jesucristo. Obedeció siempre a su Padre y, a través de su obediencia filial, nos libró de las maldiciones de la Antigua Alianza y estableció en su sangre la Nueva Alianza. Como todo pacto, el Nuevo Pacto tiene una ley asociada. El sermón de la montaña de Jesús articula el corazón de la Nueva Ley del Nuevo Pacto. Al igual que el pasaje de Deuteronomio, que llama al pueblo de Israel a la santidad, el pasaje de Mateo de hoy concluye con un llamado a las tribus restauradas de Israel y a nosotros a ser santos, a ser perfectos, como nuestro Padre celestial es santo y perfecto.

    3. Vivir bajo la Nueva Ley: Es bueno recordar que no podemos alcanzar esta santidad y perfección por nuestra cuenta. Necesitamos la gracia y la misericordia de Dios. La gracia de Dios es la que nos permite ir más allá de nuestras limitaciones humanas y vivir y actuar según la caridad cristiana. Esto significa amar a nuestros enemigos, orar por quienes nos persiguen y acoger en el Señor a quienes nos rodean. El mensaje de hoy es similar al que escuchamos ayer cuando se nos invitó a reconciliarnos con nuestros hermanos y hermanas y con nuestros oponentes. No debemos desanimarnos cuando escuchamos a Cristo ordenarnos perdonar, amar y orar por nuestros enemigos. Más bien, ¡debemos estar seguros de que él nos capacitará con su gracia para vivir la Nueva Ley!

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, tu Nueva Ley es de caridad y gracia. Tú nos capacitas con tu Espíritu Santo para amar como hijos de tu Padre. Por eso es fácil el yugo que pones sobre mis hombros y ligera la carga que me pides que lleve.

    Resolución: ¿Estoy viviendo la Nueva Ley de Jesús? ¿Con qué parte de esta Nueva Ley tengo problemas? ¿Qué parte practico? ¿Qué puedo hacer mejor, con la gracia de Dios?

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