- Quinto Domingo del Tiempo Ordinario
Mark 1:29-39
Trabajo 7:1-4, 6-7
Salmo 147:1-2, 3-4, 5-6
1 Corintios 9:16-19, 22-23
Marcos 1:29-39
Al salir de la sinagoga
Jesús entró en casa de Simón y Andrés con Santiago y Juan.
La suegra de Simón yacía enferma con fiebre.
Inmediatamente le hablaron de ella.
Él se acercó, le tomó la mano y la ayudó a levantarse.
Luego la fiebre la abandonó y los atendió.
Cuando ya era de noche, después del atardecer,
Le llevaron a todos los que estaban enfermos o endemoniados.
Todo el pueblo estaba reunido a la puerta.
Curó a muchos que padecían diversas enfermedades,
y expulsó muchos demonios,
no permitiéndoles hablar porque lo conocían.
Levantándose muy temprano antes del amanecer, salió
y se fue a un lugar desierto, donde oró.
Simón y los que estaban con él lo persiguieron.
y al encontrarlo le dijo: “Todos te buscan”.
Él les dijo: “Pasemos a los pueblos cercanos.
para que también predique allí.
Para esto he venido”.
Entonces entró en sus sinagogas,
predicando y expulsando demonios por toda Galilea.
Oración inicial: Señor Dios, el camino de mi vida es misterioso. Desde toda la eternidad, sabías cómo se desarrollaría y cómo se desarrollará. Renuevo hoy mi confianza en ti en que seguirás guiándome y cuidándome. Guíame por el camino correcto. Sostenme cuando lucho.
Encuentro con la Palabra de Dios
1. La respuesta de Job a Elifaz sobre el sufrimiento: La Primera Lectura es parte de la respuesta de Job a su amigo Elifaz. Elifaz trató de explicar que el pecado era la causa de los sufrimientos de Job, que Job no debería afirmar que es inocente y que Job debería humillarse y arrepentirse (Job 4:1-5:27). Job responde a Elifaz que su conciencia está tranquila y realmente quiere saber qué pecado ha cometido (Job 6:24). Job reflexiona sobre la monotonía de la vida y lo breve que es (Job 7:1-7). Termina su primera respuesta a Elifaz con una oración de lamento que revela que su profundo sufrimiento ha comenzado a distorsionar su visión de la bondad de Dios (Job 7:7-21). Job piensa erróneamente que Dios sólo quiere castigar las malas acciones y está reteniendo el perdón de sus pecados. La historia de Job es una poderosa invitación a reflexiona sobre el misterio del mal y el sufrimiento y nos enseña que Dios no es la causa del mal, que Dios refrena las fuerzas del mal, que Dios permite misteriosamente que los inocentes y los justos sufran, y que Dios dirige todas las cosas a través de su providencia. Como Job, se nos anima a ser humildes ante el misterio del sufrimiento. Aunque Dios no es la causa del mal ni del sufrimiento, a veces Dios permite que suframos como disciplina divina por nuestros pecados. En otras ocasiones, Dios permite que suframos para probarnos, aumentar nuestra virtud y purificar nuestro amor.
2. La misión de Jesús de aliviar el sufrimiento: El Evangelio de Marcos narra un día en la vida de Jesús en Cafarnaúm en sábado. Después de enseñar en la sinagoga y expulsar un espíritu inmundo, Jesús va a casa de Simón y Andrés y sana a la suegra de Simón. Cuando terminó el sábado esa noche, la gente de Capernaum trajo a sus enfermos para que fueran sanados y a los endemoniados para ser liberados. El domingo por la mañana, Jesús se levantó antes del amanecer para orar antes de continuar su misión de predicar, sanar y expulsar demonios en Galilea. A diferencia del lamento de Job sobre su vida, la vida terrena de Jesús no da la impresión de un trabajo pesado, de meses de miseria o de inquietud durante la noche. La vida de Jesús es de servicio, enseñanza, sanación y misericordia. Va de pueblo en pueblo llevando el poder sanador de Dios y la misericordia divina. Él está estableciendo el reino de Dios en Galilea y poniendo fin al reino del diablo.
3. Predicar el Evangelio: Pablo les dice a los corintios que Dios le ha dado una misión y está obligado a predicar el Evangelio. Para Pablo, el Evangelio es poder de Dios (Romanos 1:16). El Evangelio se proclama con palabras, revela la justicia y fidelidad de Dios, se administra a través de los Sacramentos de la Iglesia y se recibe como gracia. Es la Buena Nueva de la salvación por la fe en Jesucristo. Sanados y fortalecidos por la gracia, podemos vivir plenamente la ley de la caridad.
Conversando con Cristo: Señor Jesús, tú me das el ejemplo supremo del sufrimiento inocente. Estabas deseoso de beber el cáliz del sufrimiento y oraste para que se cumpliera la voluntad de tu Padre. Fuiste enviado para salvar el mundo. ¡Tú eres mi amado Salvador! Humildemente te pido que me ayudes a perseverar en tu amor hasta el final.
Resolución: ¿Cuál es mi actitud hacia el sufrimiento? ¿Sé cómo lamentarme adecuadamente en oración? ¿O termino culpando a Dios o quejándome de mi situación? ¿Cómo puedo imitar mejor a Jesús cuando sufro o cuando veo sufrir a otros?