Daily Reflection

El camino al cielo ya está abierto

January 8, 2024 | Monday
  • El bautismo del Señor
  • Mark 1:7-11

    Isaías 42:1-4, 6-7 o Isaías 55:11 o

    Hechos 10:34-38 o 1 Juan 5:1-9

    Salmo 29:1-2, 3-4, 3, 9-10 o Isaías 2:2-3, 4bcd, 5-6

    Marcos 1:7-11

    Esto es lo que proclamó Juan el Bautista:

    “Alguien más poderoso que yo viene detrás de mí.

    No soy digno de agacharme y desatar las correas de sus sandalias.

    Yo os he bautizado en agua;

    él os bautizará con el Espíritu Santo”.

    Sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea

    y fue bautizado por Juan en el Jordán.

    Al salir del agua vio que los cielos se abrían

    y el Espíritu, como paloma, descendiendo sobre él.

    Y una voz vino del cielo,

    “Tú eres mi Hijo amado; contigo estoy muy contento”.

    Oración inicial: Hoy contemplo el misterio de tu bautismo en el Jordán. Realmente es un misterio y algo que sobrepasa con creces mi comprensión. Tu bautismo anticipa tu muerte y resurrección y, al mismo tiempo, espera mi propia muerte y resurrección a una nueva vida.

    Encuentro con la Palabra de Dios

    1. El cielo se abrió: Los cuatro evangelios narran el bautismo de Jesús en el río Jordán por Juan el Bautista. El aspecto más singular del relato de Marcos es cómo dice que los cielos se abrieron cuando Jesús resucitó de las aguas. Marcos usará el mismo verbo “rasgar o rasgar” en la crucifixión de Jesús cuando el velo del Templo se rasgó de arriba a abajo.   Vistos juntos, estos dos acontecimientos desgarradores simbolizan que el obstáculo que separa a la humanidad de Dios ha sido eliminado. Cuando Adán y Eva pecaron, el camino al paraíso y a la vida eterna con Dios quedó bloqueado. Esto estaba simbolizado por los querubines que estaban apostados a la entrada del jardín. Cuando Moisés construyó el Tabernáculo y cuando Salomón construyó el Templo, querubines y un velo custodiaban el acceso al santuario interior, al Lugar Santísimo.

    2. El bautismo como anticipación de su muerte y resurrección: ¡ La muerte de Jesús en la Cruz nos abre el camino al paraíso! El bautismo de Jesús en el Jordán fue una poderosa anticipación de su muerte y resurrección. Juan lo sumergió en el agua y esto simbolizó su muerte y entierro. Cuando emerge del agua y se levanta fuera de ella, esto simboliza su resurrección al tercer día. En el bautismo de Jesús, el Espíritu Santo desciende como una paloma sobre él. En la crucifixión de Jesús, el Espíritu Santo, simbolizado por el agua, se derrama de su costado sobre la humanidad.

    3. ¡Ven al agua! Isaías 55 invita a los sedientos a venir al agua que el Señor provee. Dios no sólo dará agua al sediento, sino que también le dará alimento, ganaráe, y leche para los pobres. El Señor nos pide que prestemos atención a su palabra y escuchemos para que podamos tener vida y disfrutar de las bendiciones del pacto eterno. Uno de los beneficios asegurados a David y sus hijos reales fue la filiación divina. Este beneficio, a través de la vida y muerte de Jesús, se nos ofrece ahora a todos nosotros. La forma en que recibimos este beneficio, la forma en que nos convertimos en hijos de Dios, es a través del bautismo, que es nuestra participación en la muerte y resurrección de Jesús.

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, tú eres mi salvador. Esto me llena de confianza y no temo ningún mal. Eres mi fuerza y mi coraje. Me has lavado con el agua de la salvación y me has dado a beber de la fuente de la salvación. Te doy gracias hoy y haré todo lo posible para darte a conocer en el mundo para que todas las personas se regocijen en tu salvación.

    Resolución: La Primera Carta de Juan nos dice que somos hijos de Dios por nuestra fe en Jesús. Nuestra respuesta a Dios debe ser de amor y obediencia filial a los mandamientos de Dios. Los mandamientos de Dios no son mandatos tiránicos y arbitrarios. Son el camino que conduce a la vida eterna y a la comunión con Dios. Juan nos recuerda que los mandamientos de Dios no son gravosos. De hecho, el yugo de Cristo es ligero porque no lo llevamos solos. Cristo está a nuestro lado llevando la carga. Por eso, si uno de los mandamientos nos resulta difícil de seguir, debemos confiarnos aún más a Dios, pidiéndole fuerza y guía en nuestro camino hacia el cielo.

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