- Memoria de los santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia
John 1:19-28
1 Juan 2:22-28
Salmo 98:1, 2-3ab, 3cd
Juan 1:19-28
Este es el testimonio de Juan.
Cuando los judíos de Jerusalén le enviaron sacerdotes y levitas
para preguntarle: "¿Quién eres?"
lo admitió y no lo negó, pero admitió,
“Yo no soy el Cristo”.
Entonces le preguntaron,
"¿Entonces qué eres? ¿Eres Elías?
Y él dijo: “No lo soy”.
“¿Eres tú el Profeta?”
Él respondió: "No".
Entonces le dijeron:
“¿Quiénes sois vosotros para que podamos dar respuesta a los que nos enviaron?
¿Qué tienes que decir al respecto?"
Él dijo:
“Soy la voz del que clama en el desierto,
'Enderezad el camino del Señor'
como dijo el profeta Isaías”.
También fueron enviados algunos fariseos.
Le preguntaron,
“¿Por qué entonces bautizáis
¿Si no eres el Cristo, Elías o el Profeta?
Juan les respondió:
“Yo bautizo con agua;
pero hay uno entre vosotros a quien no reconocéis,
el que viene detrás de mí,
cuyas sandalias no soy digno de desatar”.
Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán,
donde Juan estaba bautizando.
Oración inicial: Señor Dios, tú guías a la Iglesia a través de tu Espíritu a toda verdad. Guíame hoy mientras contemplo la figura de Juan Bautista, tu voz en el desierto.
Encuentro con la Palabra de Dios
1. La Voz en el Desierto: En el Evangelio de hoy encontramos la figura de Juan Bautista. Los sacerdotes y levitas querían saber quién era Juan y por qué bautizaba al pueblo. Para descubrir quién era, mencionaron varias figuras profetizadas y predichas en el Antiguo Testamento. Juan respondió a sus preguntas diciéndoles que él no es el Mesías (ver Daniel 9:24), Elías (ver Malaquías 3:23), ni el profeta parecido a Moisés (ver Deuteronomio 18:18). el identificoSe presentó a sí mismo como la voz profetizada por Isaías (40:3-5). Al mismo tiempo, Juan estaba conectado con todas estas figuras. Aunque no era el Ungido ni el Mesías real, ungiría a Jesús bautizándolo en el río Jordán y testificaría del descenso del Espíritu Santo sobre Jesús. Aunque no era Elías en persona, cumplió la profecía de Malaquías sobre el regreso de Elías. Aunque no fue el máximo profeta como Moisés, Juan fue el último y más grande de los profetas del Antiguo Testamento (Mateo 11:11). Juan sabe que su papel es ser la voz humilde que clama para reunir al pueblo de Dios en el desierto. Tiene plena conciencia de que está preparando al pueblo para la llegada del Mesías. El bautismo de Juan es una ocasión para el arrepentimiento, pero no para el perdón.
2. La unción de Jesús nos enseña: El bautismo de Juan no pudo lograr nuestra participación en la vida divina. Juan fue claro en que su bautismo de agua traería arrepentimiento, pero que el bautismo de Jesús sería superior y otorgaría no sólo el perdón sino también el don del Espíritu Santo. La Primera Carta de Juan reflexiona sobre la unción bautismal que hemos recibido. La carta establece un contraste entre los anticristos que niegan que Jesús sea el Cristo y el Hijo de Dios y aquellos que son bautizados y ungidos con el Espíritu Santo a quienes se les enseña la verdad acerca de Jesús y permanecen en él. A través de nuestro bautizo y bautismo, hemos recibido vida eterna y habitamos en el Dios Triuno. A través de nuestro Bautismo, somos hijos de Dios Padre, somos miembros del cuerpo de Dios Hijo y somos templos de Dios Espíritu Santo.
3. Permanecer en Dios: Hemos recibido un don tremendo a través de nuestra unción como sacerdotes, profetas y reyes en nuestro Bautismo. ¿Qué estamos haciendo para cuidar y utilizar ese don divino? Por un lado, necesitamos permanecer en Dios y permanecer unidos a la vid de Cristo. Si rompemos esa comunión con Dios, tenemos el Sacramento de la Reconciliación para restaurar esa comunión. Pero la vida cristiana es mucho más que simplemente no romper nuestra comunión con Dios. Fortalecidos por la gracia y la vida de Dios, estamos llamados a florecer como hijos e hijas de Dios y hacer lo que podamos para ayudar a otros a compartir la vida divina.
Conversando con Cristo: Señor, sé que me has llamado y me has dado tanto. Ayúdame a responder a tu llamado y permanecer contigo a medida que avanzo en mi día.
Resolución: Movido y sostenido por la gracia de Dios, escucharé la voz de Juan Bautista y renunciaré a aquello que me aleja de Dios. Buscaré a Dios en el desierto lejos de las distracciones de este mundo.