- Memoria de San Juan Crisóstomo, Obispo y Doctor de la Iglesia
Conmovido con piedad: Este pasaje del Evangelio es un hermoso recordatorio de cuán personalmente somos amados por Dios. Lucas escribió que Jesús estaba en movimiento, rodeado de sus discípulos y de una gran multitud. Esta gran multitud se encontró con otra gran multitud que acompañaba a una mujer que, a causa de la muerte de su marido y de su hijo, ahora estaba completamente sola. Mezclado con su dolor había una profunda ansiedad por lo que sería de ella. A pesar de que ella era una de las muchas personas que rodeaban a Jesús, él se acercó a ella en su miedo y fue, "... conmovido por ella". En nuestro propio dolor o pena, se nos recuerda: "El Señor es mi ayudador, no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme alguien?" (Hebreos 13:6).
Dios se mueve: Cada palabra de la Escritura nos habla de Dios. En este pasaje leemos que Jesús caminó, se acercó, se conmovió y dio un paso adelante. Vemos lo mismo en la imagen de la Divina Misericordia revelada por Nuestro Señor a Santa Faustina. Jesús camina hacia nosotros, marcado por las heridas que sufrió por nosotros. Nos abre su corazón traspasado, siempre lleno de misericordia. En nuestro dolor, a menudo caemos en la falsa creencia de que Dios no ve ni le importa que estemos sufriendo. Dejemos que esta historia nos recuerde que lo contrario es cierto. Dios viene, se compadece, toca, restaura y da nueva vida.
Levántate: Puede ser tentador leer este pasaje y exclamar: “Jesús no le devolvió la vida a mi amado”. Pero eso no es verdad. Cuando Jesús voluntariamente entregó su vida y la tomó de nuevo a través de su Pasión y Crucifixión, venció a la muerte para siempre. Jesús abrió el Cielo, que había sido cerrado por el pecado original de Adán y Eva. Jesús murió para que nosotros pudiéramos vivir. Nuestros seres queridos están muy vivos. El Catecismo de la Iglesia Católica es muy claro: “Los que mueren en la gracia y amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo” (1023). “Todos los que mueren en la gracia y la amistad de Dios, pero todavía imperfectamente purificados, tienen ciertamente la seguridad de su salvación eterna; pero después de la muerte pasan por la purificación, a fin de alcanzar la santidad necesaria para entrar en el gozo del Cielo” (1030). Como no podemos saber si nuestros seres queridos han llegado al Cielo o están siendo purificados en el Purgatorio, podemos orar por ellos y pedirles que oren por nosotros. En este intercambio, permanecemos unidos espiritualmente hasta que un día podamos estar completamente reunidos donde no habrá más llanto, todo porque Jesús murió por nuestros pecados y resucitó.
Luke 7:11-17
Jesús viajó a una ciudad llamada Naín, y sus discípulos y una gran multitud lo acompañaron. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, estaban sacando a un hombre que había muerto, el único hijo de su madre, y ella era viuda. Una gran multitud de la ciudad estaba con ella. Cuando el Señor la vio, se compadeció de ella y le dijo: "No llores". Dio un paso adelante y tocó el ataúd; Ante esto los porteadores se detuvieron, y él dijo: “¡Joven, a ti te digo, levántate!” El muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. El temor se apoderó de todos ellos, y glorificaban a Dios, exclamando: “Un gran profeta se ha levantado en medio de nosotros” y “Dios ha visitado a su pueblo”. Este rumor acerca de él se difundió por toda Judea y en toda la región circundante.
Oración de apertura: Cantad con alegría al Señor, todas las tierras; servid al Señor con alegría; venid delante de él con cánticos de alegría. Sabed que el Señor es Dios; él nos hizo, suyos somos; su pueblo, el rebaño que él cuida. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; Dad gracias a él; bendiga su nombre. Porque bueno es el Señor, cuya bondad y fidelidad es para siempre, por todas las generaciones. Somos su pueblo: las ovejas de su rebaño (Salmo 100:1-5).
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Señor Jesús, el significado de la palabra Naín, donde viniste a traer nueva vida, significa “Verdes Pastos”. Eres el Buen Pastor. Tú conoces a tus ovejas y lo haces, así te conocemos a ti. ¡Alabado seas, Jesús! ¡Gracias Jesús! ¡Jesús, en ti confío!
Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, oraré por mis seres queridos fallecidos, “Concédeles el descanso eterno, oh Señor, y que brille para ellos la luz perpetua. Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz con los santos y los ángeles”.
Para mayor reflexión: vea lo que debe saber sobre el purgatorio por el p. Mike Schmitz.