- Martes de la XXI Semana del Tiempo Ordinario
Conócete a ti mismo: El Evangelio de hoy continúa con las advertencias de Jesús a los escribas y fariseos. Les está ofreciendo un ejercicio fundamentalísimo y esencial para profundizar la propia vida con Dios: un examen de autoconocimiento. Santa Teresa de Ávila aconsejó sobre su importancia en su obra El castillo interior: “Es tan importante este conocimiento de nosotros mismos, que deseo que nunca admitáis en él descanso alguno, por muy elevado que seáis, porque mientras vivamos en esta tierra, nada nos es más necesario que la humildad… porque, en mi opinión, nunca podremos conocernos a nosotros mismos, a menos que nos esforcemos por conocer a Dios. Al considerar su grandeza, descubrimos nuestra propia bajeza; contemplando su pureza, descubrimos nuestra propia inmundicia y contemplando su humildad, descubriremos cuán lejos estamos de ser verdaderamente humildes… nuestras imperfecciones se descubren mejor al ser contrastadas con las perfecciones divinas” (11-12).
¿Qué falta?: Estos ayes eran advertencias contra acciones vacías, sin profundidad interior ni reverencia. Una y otra vez, los llamó ciegos. ¿A qué estaban ciegos? La profundidad del amor y la reverencia a la que fueron llamados. Permanecieron exigentes y duros en sus demandas, sin verdadero espíritu de honrar al Señor. ¿Qué acciones en nuestra vida son rutinarias, carentes de una ofrenda sincera o intencional en espíritu de alabanza, honor o adoración al Señor? Pidamos al Señor que nos ayude a renovar nuestro espíritu para que podamos hacer todo por amor a él.
Reverencia: La reverencia es una disposición del corazón que nos permite percibir lo sagrado en los demás y en el mundo. Es una virtud que cultivamos al ser conscientes del propósito de nuestras acciones y nuestra relación con Dios, los demás y todas las cosas creadas. La reverencia devuelve nuestros motivos del egoísmo a la búsqueda de la gloria de Dios. Reorienta nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Es una conciencia de que dependemos completamente de Dios para nuestra salvación. La reverencia llena nuestras acciones con un sentido de propósito verdadero, noble y exaltado.
Matthew 23:23-26
“¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Das la décima parte de tus especias: menta, eneldo y comino. Pero has descuidado los asuntos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad. Deberías haber practicado lo segundo, sin descuidar lo primero. ¡Guías ciegos! Cuelgas un mosquito pero te tragas un camello. ¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Limpias el exterior de la copa y del plato, pero por dentro están llenos de codicia y desenfreno. Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, y entonces también lo de fuera quedará limpio.
Oración de apertura: Señor Jesús, concédeme un corazón como tu corazón manso y humilde.
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Señor Jesús, abre mis ojos para ver los motivos interiores de mi corazón. Inflama mi corazón con un amor sincero por ti y un deseo de agradarte y glorificarte en todo lo que hago.
Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, reflexionaré sobre las intenciones interiores de mi corazón y pediré el don de la reverencia.
Para mayor reflexión: Aprendiendo a vivir con reverencia .