- Vigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario
Un tiempo para la salvación: Las imágenes de los santos de la Edad Media a menudo se pintaban con una calavera en el fondo, lo cual era una práctica común para ayudar a los monjes a recordar la fugacidad de la vida. Vivían con una conciencia que hoy puede ser superada fácilmente por la atención constante a la actividad en cuestión a través de teléfonos celulares, realidades alternativas en juegos, películas y series de televisión. La inevitable realidad de la muerte está tan apartada de nuestra conciencia que tenemos una falsa comprensión de nuestra finalidad, si es que pensamos en ella. El evangelio de hoy lo saca a la luz. Llegará un momento en que nos enfrentaremos a la verdad: ¿estamos destinados al Cielo o no? Este momento llega a todos. ¿Qué tan arraigada en nuestra conciencia está la temporalidad de esta vida y el horizonte de una eternidad por venir?
¿Quiénes serán reconocidos?: En esta curiosa parábola, Jesús ofrece algunas consideraciones que invitan a la reflexión. El dueño de la casa no condenó directamente al que estaba llamando. Simplemente no lo reconoció y por lo tanto no abrió la puerta. El que estaba afuera pidió entrar pero fue en vano. No fue reconocido como alguien que pertenecía al interior. El pedido fue repetido con insistencia, afirmando que comía y bebía con el dueño, pero la puerta permanecía cerrada. En ambas ocasiones, el dueño de la casa dijo que no sabía quién era el forastero ni de dónde venía. Este podría ser un caso de una identidad olvidada, no por parte del propietario, sino por parte del que llama. Es un llamado para que recordemos profundamente nuestros orígenes como hijos e hijas de Dios, y sepamos que le pertenecemos y esperamos un día el Cielo. Vivir en esta realidad, conscientes de dónde venimos y hacia dónde vamos, nos permite ser reconocidos cuando llamamos a la puerta con la esperanza de entrar en el Reino de los Cielos.
Últimos y primeros: Jesús afirmó, una vez más, que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros. Él rompe nuestros esquemas, invitándonos a una conciencia aún más profunda de nuestros motivos e intenciones interiores mientras vivimos nuestra fe. ¿Caminamos con falsa seguridad en nuestra salvación, poniéndonos en primer lugar a los ojos de Dios? ¿O somos conscientes de que la salvación es un don inmerecido? Estamos en extrema necesidad de la misericordia de Dios, y esperamos al final de la fila, conscientes de que la entrada es para aquellos que se han humillado.
Luke 13:22-30
Entonces Jesús recorrió los pueblos y aldeas, enseñando mientras se dirigía a Jerusalén. Alguien le preguntó: “Señor, ¿solo unas pocas personas se salvarán?” Él les dijo: “Esfuércense por entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos tratarán de entrar y no podrán. Una vez que el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, usted se parará afuera tocando y suplicando: 'Señor, ábranos la puerta'. Pero él responderá: 'No te conozco ni de dónde vienes'. Entonces dirás: 'Comimos y bebimos contigo, y enseñaste en nuestras calles.' Pero él responderá: 'No te conozco ni de dónde vienes. ¡Aléjate de mí, todos los malhechores! Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, pero vosotros echados fuera. La gente vendrá del este y del oeste, del norte y del sur, y tomará su lugar en la fiesta del Reino de Dios. De hecho, hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos”.
Oración de apertura: Señor Jesús, concédeme la verdadera humildad para conocerme a través de tus ojos y tu corazón. Concédeme tu salvación.
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Señor Jesús, concédeme verdadera humildad y valor para entrar por la puerta estrecha, dejando atrás o haciendo cambios que no están de acuerdo con mi origen y destino.
Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, reflexionaré sobre mi vida a la luz de la eternidad con un corazón agradecido y humilde.
Para mayor reflexión: Contemplación para alcanzar el amor de Dios – con el p. Timothy Gallagher, OMV