John 12:24-26

“De cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda como una sola semilla. Pero si muere, produce muchas semillas. El que ama su vida, la perderá; el que aborrece su vida en este mundo, la conservará para vida eterna. El que me sirve debe seguirme; y donde yo estuviere, también estará mi siervo. Mi Padre honrará al que me sirve.”

Oración de apertura: Señor Jesús, envía tu Espíritu para que inflame mi corazón con el deseo de seguirte. Fortalece mi determinación y concédeme visión y coraje para seguir en el camino que mejor te sirva y te alabe.

Encuentro con Cristo:

1. Encontrarse con Jesús: Algunos griegos habían subido a Jerusalén para adorar y se acercaron a Felipe con la petición de ver a Jesús. La respuesta de Jesús parece enigmática y lejos de ser hospitalaria. Él respondió: “Ha llegado la hora de que el Hijo del Hombre sea glorificado”, y luego procedió a decirles las condiciones para seguirlo. ¿Por qué los griegos buscaron a Jesús? ¿Era la autoridad de Jesús que sabían que les traería paz? ¿Su bondad que invita a la confianza? ¿Su manera firme pero suave que aumenta la fe en su intención de llevarnos por el camino correcto? Cuando Felipe y Andrés los condujeron a su presencia, ¡qué oportunidad tuvieron! También tenemos esta oportunidad de estar en la presencia de Nuestro Señor. Él nos espera en cada sagrario.

2. Un corazón abierto: Muy a menudo vamos a la oración o nos acercamos a nuestra vida de fe con ideas preconcebidas de lo que nos gustaría decirle a Jesús. ¿Estamos dispuestos a encontrarlo con los oídos abiertos y el corazón abierto esta vez? Podemos pedirle luz al Espíritu Santo para ver dónde está nuestro corazón cuando nos acercamos a él en oración. Jesús dice: “El que ama su vida, la perderá. El que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” El Señor nos enseña que nuestro corazón debe estar puesto en las cosas de arriba, en él. Todo lo demás es un regalo o un trampolín para acercarse a él.

3. Mi Padre lo honrará: Jesús terminó su discurso a los griegos, diciendo: “Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará”. Estas son palabras esperanzadoras y una promesa. Ser honrado tiene dos significados: ser respetado o estimado y recibir el cumplimiento de una promesa. Ambos aluden a un final esperanzador. Si somos fieles, el Padre nos ofrecerá el lugar preparado para nosotros. Y cumplirá su promesa de salvación. Jesús es el camino para recibir el cumplimiento de su promesa. ¿Tenemos el valor de decirle, con gran convicción: “Te seguiré, Señor”?

Conversando con Cristo: Señor Jesús, quiero seguirte, aunque cueste. Concédeme verdadero coraje para sufrir con paciencia esas pequeñas muertes de mí mismo que implica seguirte.

Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, estaré atento a los pensamientos y sentimientos desoladores que me tientan a no ser fiel. Ejerceré el sufrimiento paciente cuando surja la oportunidad de morir a mí mismo.

Para mayor reflexión: Discernimiento de espíritus, Regla 8 .