- Martes de la decimosexta semana del tiempo ordinario
María es siempre Virgen: Una revisión de las notas al pie de página en las Biblias católicas o el contenido de los comentarios católicos mostrará que abordan casi universalmente la cuestión de los hermanos de Jesús. El consenso es que en el lenguaje bíblico, el significado de la palabra “hermanos” no se limitaba a los hermanos, sino que también se aplicaba a otros parientes varones. El Catecismo afirma: “La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de María… Son parientes cercanos de Jesús, según una expresión del Antiguo Testamento” (CCC 500, énfasis añadido). La Iglesia insiste en “la virginidad real y perpetua de María” (CCC 499), y al mismo tiempo afirma que “Jesús es el único hijo de María, pero su maternidad espiritual se extiende a todos los hombres a los que en verdad vino a salvar” (CCC 501). Somos hermanos y hermanas del Señor, y María es nuestra madre. ¿La recordamos diariamente en el Ángelus o en el rosario? ¿Buscamos su guía y apoyo en las pruebas de la vida diaria?
Hacer la Voluntad del Padre: Jesús dijo que no busca su propia voluntad “sino la voluntad del que me envió” (Juan 5:30). Es su deseo por la voluntad de Dios lo que Jesús alaba en este pasaje del Evangelio. Es similar a lo que dijo en Lucas 11:27-28; Jesús estaba enseñando, y una mujer “alzó la voz y le dijo: '¡Dichoso el vientre que te llevó, y los senos que te amamantaron!' Pero él dijo: 'Bienaventurados más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan'”. Tanto en este pasaje como en el Evangelio de hoy, Jesús señala la prioridad de la obediencia a la voluntad de Dios, incluso por encima de la relación entre madre y niño María ejemplificó este deseo de hacer la voluntad de Dios con su fiat en la Anunciación. Y fue este amor compartido del Padre y el deseo de hacer fielmente su voluntad lo que unió a Jesús y María aún más profundamente que el vínculo natural de madre e hijo. El Catecismo lo explica así: “Asumiendo de todo corazón la voluntad divina de salvación... se entregó enteramente a la persona ya la obra de su Hijo; lo hizo para servir con él al misterio de la redención y depender de él por la gracia de Dios (CIC 494).
Llamados a la santidad: Según Santo Tomás de Aquino, nuestra santidad consiste en hacer la voluntad de Dios. ¿Cuál es entonces la voluntad de Dios? Muchas respuestas pueden venir a la mente: oración, vivir una vida moral, ir a Misa el domingo, hacer las obras de misericordia corporales y espirituales por amor al prójimo. Todo esto es cierto, pero un elemento esencial que se puede pasar por alto es el de cumplir bien los deberes de nuestro estado de vida, sea cual sea. Se dice que el Papa Benedicto XV señaló: “La santidad propiamente dicha consiste en la conformidad con la voluntad de Dios expresada en un cumplimiento constante y exacto de los deberes de nuestro estado de vida”. Las tareas muy ordinarias, incluso mundanas, que componen nuestras vidas son los medios a través de los cuales Dios nos convierte en santos, si se lo permitimos. Podemos preguntarnos: ¿En qué parte de mi vida lucho contra la providencia de Dios? ¿Qué deberes de mi estado de vida cumplo de manera superficial o dejo sin cumplir? ¿Trato a aquellos con quienes convivo con la misma cortesía y caridad que trato fuera de mi hogar? ¿Cómo busco servir a aquellos con quienes vivo y trabajo?
Matthew 12:46-50
Mientras Jesús hablaba a la multitud, su madre y sus hermanos aparecieron afuera, queriendo hablar con él. Alguien le dijo: “Tu madre y tus hermanos están afuera y piden hablar contigo”. Pero él dijo en respuesta al que le dijo: “¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: “Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre celestial es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
Oración de apertura: Mientras celebramos la Fiesta de la Cátedra de San Pedro Apóstol, te agradezco, Señor, por el don del papado, que une a tu santa Iglesia. Os agradezco que, a través del Santo Padre en unión con los obispos y guiados por el Espíritu Santo, sigáis enseñando, abordando los desafíos del mundo de hoy. En el Evangelio de hoy, Pedro hace una profesión personal de fe. En él veo lo que deseas de mí: mi adhesión personal a ti y todo lo que has revelado a través de tu cuerpo en la tierra, la Iglesia. Abre mi mente y mi corazón para abrazar todo lo que enseñas en ya través de tu Iglesia con amor y humildad.
Conversando con Cristo: Jesús, a veces parece que la santidad es una meta que puedo alcanzar si me esfuerzo lo suficiente. Mientras reflexiono sobre el ejemplo de María y tus palabras, veo que es un proceso continuo de escucharte y hacer lo que pides hasta en el más mínimo detalle de mi vida. Señor, veo tantas maneras en las que puedo ser más generoso y abnegado. Ayúdame a amar más como tú lo haces. Ayúdame a servir como tú serviste. Ayúdame a ver los deberes de mi estado de vida como mi camino hacia la santidad y no como cargas.
Resolución: Señor, hoy por tu gracia haré una lista de actos de servicio para la próxima semana y haré uno cada día con una sonrisa.
Para mayor reflexión:
CIC 2013: “Todos los cristianos en cualquier estado o camino de la vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana ya la perfección de la caridad. Todos están llamados a la santidad: 'Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto'. Para alcanzar esta perfección, los fieles deben usar la fuerza que les da el don de Cristo, para que... haciendo en todo la voluntad del Padre, se dediquen de todo corazón a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. . Así crecerá en fecunda abundancia la santidad del Pueblo de Dios, como se muestra claramente en la historia de la Iglesia a través de la vida de tantos santos”.
CIC 2015: “El camino de la perfección pasa por el camino de la Cruz. No hay santidad sin renuncia y batalla espiritual. El progreso espiritual conlleva la mortificación que lleva poco a poco a vivir en la paz y la alegría de las Bienaventuranzas: El que sube nunca deja de ir de principio a principio, por principios que no tienen fin. Nunca deja de desear lo que ya sabe.”