Matthew 11:28-30

Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vosotros. porque mi yugo es suave y mi carga ligera”.

Oración de apertura: “Por tu camino y tus juicios, oh Señor, a ti miramos; tu nombre y tu título son el anhelo de nuestras almas. Mi alma te anhela en la noche; sí, mi espíritu dentro de mí vela por vosotros; Cuando tu juicio amanezca sobre la tierra, los habitantes del mundo aprenderán justicia. Oh Señor, tú nos das paz, porque eres tú quien ha realizado todo lo que hemos hecho” (de la primera lectura de hoy de Isaías).

Encuentro con Cristo:

1. Trabajos y Cargas: En este contexto, Jesús habla a los que trabajan y están cargados por la ley, como lo explican los escribas y fariseos. Más adelante en el Evangelio de Mateo, encontramos a Jesús reprendiendo a los fariseos, porque “Atan cargas pesadas [difíciles de llevar] y las ponen sobre los hombros de la gente, pero ellos no mueven un dedo para moverlas” (Mateo 23:4). . Lo que podemos aprender de este intercambio es que la carga de la fe que llevamos, a menudo un peso que llevamos no solo por nosotros mismos sino también por nuestros seres queridos que están fuera de la fe, se quita cuando le pedimos a Nuestro Señor que entre en nuestras cargas. Jesús, a través de su cruz, levanta nuestras cargas sobre sus propios hombros y las lleva con nosotros.

2. Descanso: El descanso al que Jesús nos invita es la voluntad del Padre. Sembrada en nuestra naturaleza humana a través del pecado original está la mentira de que la voluntad del Padre es una carga, un conjunto de reglas que limitan nuestra libertad. Jesús nos conduce por el camino de la verdad, y nosotros lo encontramos siendo mansos y humildes de corazón. Ser manso como Jesús significa poner voluntariamente nuestro poder al servicio de Dios, como un caballo con brida que se deja domar para servir a su amo. Humilde de corazón significa someter libremente nuestra voluntad a Dios. Ser mansos y humildes de corazón es difícil por nosotros mismos debido a nuestra naturaleza caída y nuestra concupiscencia. A través de Jesús, “(la concupiscencia) no puede hacer daño a los que no consienten, sino que valientemente la resisten por la gracia de Jesucristo” (CCC 1264).

3. El yugo de Jesús: Kateri Tekakwitha, la santa cuya fiesta celebramos hoy, tomó el yugo de Jesús sobre sí misma cuando, a los once años, aceptó el don de la fe católica a través de los misioneros jesuitas que visitaron su tribu Mohawk en 1667. Ella practicó su religión sin pestañear frente a una oposición casi insoportable. Ella vivió una vida de notable virtud a pesar de que muchos en su tribu se involucraron en la carnicería, el libertinaje y el frenesí idólatra. Incluso en el invierno más crudo, todas las mañanas, se paraba frente a la puerta de la capilla hasta que se abría a las cuatro y permanecía allí hasta después de la última Misa. Era devota de la Eucaristía y de Jesús crucificado. A su muerte, la devoción por ella comenzó a manifestarse inmediatamente por su pueblo, y muchos se convirtieron al catolicismo. La firme devoción de Kateri a Jesús nos enseña cómo resistir la concupiscencia viviendo una vida de virtud. Nos apoyamos en la gracia de Jesucristo para que levante las cargas que llevamos por nosotros y por nuestro pueblo.

Conversar con Cristo: Señor Jesús, descansar en ti es hacer la voluntad del Padre, y te confieso que muchas veces me resulta una carga difícil de llevar, sobre todo cuando siento que la llevo también por los demás. Quiero aprender de ti que la fe no es una carga sino un regalo para apreciar y atesorar. Lléname con tu gracia, Jesús.

Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, comenzaré la práctica de agradecerte a primera hora de la mañana y a última hora de la noche.

Para mayor reflexión: Explore el Santuario Nacional y Sitio Histórico de Santa Kateri Tekakwitha .