- Martes de la Tercera Semana de Adviento
Matthew 21:28-32
Mateo 21:28-32
Jesús dijo a los principales sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opináis? Un hombre tenia dos hijos. Llegó al primero y le dijo: 'Hijo, sal y trabaja hoy en la viña'. El hijo respondió: 'No lo haré', pero luego cambió de opinión y se fue. El hombre se acercó al otro hijo y le dio la misma orden. Él respondió: "Sí, señor", pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo el testamento de su padre? Ellos respondieron: “El primero”. Jesús les dijo: “En verdad les digo que los recaudadores de impuestos y las prostitutas están entrando en el Reino de Dios antes que ustedes. Cuando vino a vosotros Juan en camino de justicia, no le creísteis; pero los recaudadores de impuestos y las prostitutas sí. Sin embargo, incluso cuando viste eso, no cambiaste de opinión más tarde y le creíste”.
Oración introductoria: Padre, aquí estoy ante ti, dispuesto a abrirte mi corazón. Creo que eres mi Dios, mi Creador. Confío en que me estás guiando a casa contigo día tras día. Deseas acercarme más a ti, porque me has dado a tu único Hijo como mi Redentor. Los amo y deseo cooperar con sus amorosos designios para mi salvación y la salvación de innumerables almas. ¡Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad!
Petición: Señor, ayúdame a cooperar generosamente en tu obra de salvación.
1. Decir "Sí, pero no". Parece que cuanto más tiempo hemos estado siguiendo a Jesús, más nos parecemos al segundo hijo de la parábola. Hemos dicho “Sí” a Dios. Nuestra intención es seguirlo, pero al final parece que no lo seguimos muy bien. Nos quedamos cortos. Entonces renovamos nuestras resoluciones de seguirlo más de cerca, y en poco tiempo, nos encontramos una vez más gastando nuestro tiempo en nosotros mismos y haciendo muy poco por él. ¿Qué ocurre? Realmente no queremos ser como el segundo hijo, que dijo "Sí" sólo con los labios. ¿En qué aspecto de mi vida estoy diciendo “Sí, pero no”?
2. Hacer lo mínimo indispensable: ¿ No es al menos parte del problema que Jesús no es lo primero en nuestras vidas? Dado que vivimos en un mundo donde muchos lo siguen con tibieza, si es que lo siguen, es fácil pensar que estamos haciendo un trabajo maravilloso, incluso excepcional, con la forma en que practicamos nuestra fe. Es fácil pensar de esta manera incluso cuando estamos haciendo poco más que lo mínimo indispensable, o tal vez viviendo con un defecto fatal en alguna virtud básica como la caridad o la pureza. ¿Qué pasaría si fuéramos evaluados en nuestro cristianismo de la misma manera que seríamos evaluados para un trabajo? ¿Mantendríamos ese trabajo si nunca nos preocupáramos por hacer más que el mínimo indispensable, o si careciéramos de una de las habilidades básicas necesarias para ello? ¿Por qué creo que puedo salirme con la mía con un trabajo de mala calidad cuando se trata de Jesús? ¿Olvido que Dios Padre me invita a trabajar en su viña, la Iglesia, no como un siervo, sino como su hijo/hija?
3. Soy crucial para la salvación de las almas: Seguir a Jesús es lo más importante que tengo que hacer en mi vida. Es más importante que cualquier trabajo que pueda tener. Él me ha dado una misión en mi vida similar a su propia misión. Nuestro Señor desea que gane gracias no solo para mí sino para muchas almas a quienes tal vez nunca llegue a conocer. Estas gracias podrían ser cruciales para la salvación de muchas almas. Ciertamente, si estoy casado, mi cónyuge e hijos serían los primeros en beneficiarse de las gracias que obtengo a través de mis oraciones, buenas obras y sacrificios. Pero además, no tengo forma de saber cuántos otros dependerán de mi santidad. Necesito estar listo en todo momento para dar testimonio de Jesús y ser un instrumento fiel de su gracia para quien él pone en mi vida.
Conversación con Cristo: Querido Jesús, me estoy preparando para celebrar el comienzo de tu misión de salvación. Ayúdame a comprender la importancia de la parte de tu misión que me has encomendado, para que pueda vivirla bien como tú esperas que lo haga. Ayúdame a ser más fiel en el diario vivir de mi vida cristiana ya darte testimonio en todas las situaciones. Ayúdame a guiar a otros hacia ti con verdadera caridad cristiana, no con orgullo, para que no se sientan repelidos por mi comportamiento, sino atraídos hacia ti. Ayúdame a ser la luz para mi familia que tú quieres que yo sea siempre.
Resolución: ¿Qué parte de mi misión hago peor? Me tomaré un tiempo para pensar en cómo lo lograré mejor hoy y lo pondré en acción.