Daily Reflection

La fuente de nuestra fuerza

May 30, 2022 | Monday

Teresa Williams

  • Lunes de la Séptima Semana de Pascua
  • John 16:29-33

    Los discípulos le dijeron a Jesús: “Ahora hablas claramente, y no en forma de lenguaje. Ahora nos damos cuenta de que lo sabes todo y que no necesitas que nadie te cuestione. Por eso creemos que has venido de Dios”. Jesús les respondió: “¿Creéis ahora? He aquí que viene y ha llegado la hora en que cada uno de vosotros seréis esparcidos por vuestra casa y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho esto para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis aflicción, pero tened ánimo, yo he vencido al mundo.”

    Oración de apertura: Jesús mío, guíame en lo más profundo de mi corazón para encontrarte en este tiempo de oración. Dame el coraje para examinar mi corazón y descubrir la verdad acerca de dónde busco fuerza y seguridad. Quiero compartir tu certeza del amor del Padre y descansar en él y encontrar la fuerza para construir mi vida solo en ti.

    Encuentro con Cristo:

    1. Creemos que has venido de Dios: Al escuchar las palabras de Jesús mientras describía su relación con el Padre, los discípulos fueron movidos a un gran acto de fe. “Creemos que viniste de Dios”, proclamaron. Ya no había lugar para la duda. Sin embargo, Jesús conocía sus corazones incluso mejor que ellos mismos. Con razón previó que dentro de unas pocas horas huirían aterrorizados, dejándolo completamente solo. Su acto de fe espontáneo se basó en las poderosas emociones que sintieron al escucharlo hablar, palabras que produjeron profundos sentimientos de alegría, lealtad y lealtad en sus corazones. Sin embargo, demasiado pronto, se vieron obligados a enfrentarse cara a cara con la fragilidad de su propia fuerza humana. Su fe floreció cuando fue impulsada por la emoción, pero se derrumbó ante la adversidad.
    2. No estoy solo: La propia fe de Jesús en el Padre se basó en mucho más que palabras convincentes y sentimientos agradables. Su certeza del amor del Padre y de su presencia orientadora era inquebrantable. Sabía que en la hora de la prueba sería abandonado por sus amados Apóstoles, pero encontró la fuerza para seguir adelante en su Pasión con la certeza de la presencia del Padre. Su deseo es que cada uno de nosotros también llegue a conocer el amor del Padre de esta manera. Él quiere que encontremos la fuente de nuestra fuerza no en nosotros mismos ni en ninguna otra fuente humana, sino en el amor inagotable del Padre.
    3. Ánimo: Jesús sabía que estaba enviando a sus Apóstoles como ovejas entre lobos. La prueba que soportarían en esta noche de su Pasión era sólo el comienzo de un camino marcado por la contradicción. Por lo tanto, deseaba compartir su propia fuente de fortaleza con ellos. Así como incluso en las horas más oscuras de su Pasión, él nunca estuvo solo porque su Padre siempre estuvo con él, así también sus discípulos nunca estarían solos, incluso en medio de la persecución, porque él había prometido estar con ellos. Esta promesa también es válida para nosotros. Él no promete liberarnos del sufrimiento, sino ser nuestra fortaleza cuando lo encontremos. ¿Dónde buscamos seguridad automáticamente en momentos como estos?

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, tantas veces busco en ti para que me des garantías de una vida marcada por el éxito, la prosperidad y la felicidad sin adulterar. Sutilmente espero que seas un Mesías terrenal, como lo hicieron los judíos de tu tiempo. Sin embargo, me invitas a poner mi confianza no en garantías terrenales sino en tu Reino que no es de este mundo. Enséñame los caminos de tu Reino y ayúdame a descubrir la fuerza y la alegría inagotables en la certeza de tu presencia constante.

    Resolución: Señor, hoy por tu gracia te encomiendo una situación difícil, en mi propia vida o en la de un ser querido, pidiendo no que me la quites, sino que me permitas encontrar tu presencia en medio de esto. sufrimiento.

    Para mayor reflexión: OMNIPRESENCIA, p. Diccionario católico moderno de John Hardon:

    “Dios siendo simultáneamente dondequiera que esté, ya que está presente en todas partes. La omnipresencia divina es doble, por naturaleza y por gracia. Por naturaleza, Dios está presente en todas las cosas por esencia, conocimiento y poder. Esta es la presencia de una causa en las cosas que participan de la bondad de Dios. Por su esencia, está sustancialmente en todas las cosas, incluidas las esencias espirituales creadas (ángeles, demonios, almas humanas) como origen inmediato de su existencia. Por su conocimiento, ejerce su sabiduría directamente en toda la creación hasta en los más mínimos detalles. Por su poder, obra con actividad divina como Causa Primera de todo lo que hacen las criaturas. Por gracia, Dios está más presente en las almas en las que habita como en un templo. Por tanto, la criatura se une, por así decirlo, a la sustancia de Dios, por la actividad de la mente y del corazón, por la fe que se adhiere a la Primera Verdad, y por la caridad al Primer Bien. Por tanto, está presente por gracia como lo conocido para el que conoce y lo amado para el que ama. Esta presencia es más que una causa de un efecto. Es la posesión de Dios en la tierra similar a su posesión por los ángeles y los santos en el Cielo”.

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