Daily Reflection

Matrimonio: un evangelio para el mundo

May 20, 2022 | Friday

Janet McLaughlin

  • Viernes de la Quinta Semana de Pascua
  • John 15:12-17

    Jesús dijo a sus discípulos: “Este es mi mandamiento: ámense unos a otros como yo los amo. Nadie tiene mayor amor que este, dar la vida por sus amigos. Sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Ya no os llamaré esclavos, porque un esclavo no sabe lo que hace su amo. Os he llamado amigos, porque os he dicho todo lo que he oído de mi Padre. No fuisteis vosotros los que me elegisteis a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os puse para que vayáis y deis fruto que permanezca, para que cuanto pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. Esto os mando: que os améis los unos a los otros”.

    Oración de apertura: Señor Jesús, te amo. Saber que me creaste a tu imagen y semejanza y que me llamas a compartir tu vida le da sentido y propósito a mi vida. En ti encuentro mi alegría y mi paz. Creo en ti. Creo que me conoces y quieres que te conozca en ya través de las realidades de mi vida. Saber que siempre estás conmigo me da esperanza. Siempre estás trabajando por mi bien. En este tiempo de oración, Señor, te pido que me ayudes a aprender de tu ejemplo de disponibilidad y atención para poder amar mejor a quienes has puesto en mi vida.

    Encuentro con Cristo:

    1. Los llamo amigos: los amigos comparten sus vidas entre sí. Aquí Jesús resumió lo que los discípulos habían vivido en sus viajes con él: los llamó amigos. Compartía todo lo que el Padre le decía y se disponía a dar su vida por ellos. Y esto es lo que quiere de nosotros. Quiere nuestra amistad personal, que implica reciprocidad. La verdadera amistad es mutua. Él se ha revelado y se ha entregado totalmente a nosotros, y ahora quiere que nos entreguemos a él siguiendo sus mandamientos y amándonos unos a otros, aunque esto requiera sacrificio. La intimidad con Cristo requiere comprometernos con él, no solo en palabras sino en acciones.

    2. Yo te elegí a ti: A veces parece que nuestra relación con Cristo comienza en nuestra decisión de seguirlo, pero solo podemos amar a Cristo porque él nos amó primero (1 Juan 4:19). Así como eligió a los discípulos, nos elige a nosotros para que seamos sus amigos. Él nos llama por nuestro nombre. Así como sus discípulos llegaron a conocer a Jesús mientras caminaban y trabajaban con él, nosotros podemos llegar a conocer a Jesús en la experiencia de vivir nuestra vida diaria con él. El Concilio Vaticano II enseñó: “Los laicos deben hacer tal uso de estas ayudas (espirituales) que, mientras cumplen con sus obligaciones humanas en las condiciones ordinarias de la vida, no separen su unión con Cristo de su vida ordinaria; sino que mediante el mismo cumplimiento de sus tareas, que son la voluntad de Dios para ellos, promuevan realmente el crecimiento de su unión con él” (Apostolicam Actuositatem 4). Nos encontramos con el Señor en aquellas cosas que componen nuestra vida cotidiana. ¿Vemos una separación entre la vida diaria y nuestra vida de fe?

    3. Para dar fruto: Jesús nos llama a vivir una vida de santidad no solo por nuestro propio bien; estamos llamados a dar fruto. Nos pide que participemos en su misión permanente de difundir la Buena Nueva en todo el mundo: “(L) los laicos también son llamados personalmente por el Señor, de quien reciben una misión en favor de la Iglesia y del mundo” (Christifideles Laici 2). En efecto, “El objetivo fundamental de la formación de los fieles laicos es el descubrimiento cada vez más claro de la propia vocación y la disponibilidad cada vez mayor de vivirla para cumplir la propia misión (Christifideles laici 58). Y debido a que los amigos comparten las cosas que valoran, como cristianos deseamos compartir la bondad del Señor con aquellos a quienes cuidamos; queremos presentarles a Jesús, nuestro amigo.

    Conversando con Cristo: Jesús, a menudo he oído a la gente hablar de su amistad contigo, pero con la misma frecuencia he oído a la gente expresar sorpresa cuando se les invita a pensar en ti de esa manera. Señor, quiero conocerte como un verdadero amigo. Quiero compartir los entresijos de mi vida, mis alegrías y mis penas. Quiero vivir mi día contigo a mi lado, compartiendo contigo lo que sea que esté haciendo. Dame la confianza de que todo lo que a mí me importa te importa a ti, y forma mi corazón para que todo lo que te importa a ti me importe a mí.

    Resolución: Señor, hoy por tu gracia buscaré saber qué cosas puedo hacer para mejorar mi amistad contigo, y encontraré la manera de incorporar eso en mi vida diaria.

    Para mayor reflexión: Considere la cercanía capturada en esta imagen de San Juan Evangelista ("El discípulo amado"). Reflexione sobre cómo sería apoyarse en Cristo de esta manera.

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    https://csjohn.org/john-the-beloved-disciple/#

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