- Fiesta de los Santos Felipe y Santiago, Apóstoles
El Camino: El Evangelio de hoy comienza con un anuncio de Jesús sobre su identidad: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Sus primeros seguidores estaban llenos de energía, particularmente con esta noción de que Jesús era “el camino” en el que podían encontrarse con lo que antes se consideraba un Padre distante. El Dios de sus antepasados no se había acercado desde que Moisés lo encontró en el monte Sinaí y, aun entonces, el Padre permaneció oculto. Debe haber sido emocionante escuchar a su amigo y maestro hablar de “¡el camino!” Por supuesto, la persecución e incluso el martirio esperaban a aquellos que optaron por seguir de cerca a Nuestro Señor en “el camino”. Qué valiente era este grupo incipiente de hombres y mujeres, acertadamente etiquetados como gente de “El Camino”. Señor, nunca permitas que me aleje de atestiguar con alegría a ti y a tu Camino, animando a otros a seguirte.
La verdad: Pilato le preguntó infamemente a Jesús en el camino al Calvario: "¿Qué es la verdad?" Irónicamente, Pilato estaba mirando fijamente a Truth mientras hacía lo que creía que era una pregunta retórica. Su respuesta fue mirarlo fijamente. Santiago, que comparte esta fiesta con san Felipe, escribió sobre los efectos de esta verdad en cada uno de nosotros: “En cumplimiento de su propio propósito, nos dio a luz por la palabra de la verdad, para que seamos una especie de de las primicias de sus criaturas” (Santiago 1:18). Alabemos al Señor por llamarnos con la “palabra de verdad” al ser ya la vida eterna en su presencia. No nos perdamos en este mundo dominado por una “dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo”, así describió estos tiempos el Cardenal Ratzinger en su homilía final antes de convertirse en Papa Benedicto XVI.
La Vida: Cuando contemplamos la vida, somos propensos a pensar en lo que nos sustenta aquí en la Tierra: respirar, comer, hacer ejercicio, estar en comunión con los demás. Pero esta vida es “como una bocanada de humo, que aparece por un momento y luego desaparece” (Santiago 4:14). Jesús enseñó acerca de la Eucaristía, haciendo que muchos lo dejaran por los “dichos duros”; Pedro respondió que no podía irse ya que Cristo tenía “palabras de vida eterna” (Juan 6:68). Jesucristo, de hecho, no solo dio a sus primeros seguidores un camino a seguir y una verdad para saborear, sino también una vida para vivir en plenitud aquí y para llevarla a la eternidad. Además, como prometió antes de su Ascensión, no nos dejó huérfanos. Él nos concede la gracia de entrar en su Reino, permitiendo que su Iglesia, el Espíritu Santo y su presencia eucarística nos guíen y fortalezcan para el camino.
John 14:6-14
Jesús le dijo a Tomás: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí. Si me conocéis, también conoceréis a mi Padre. Desde ahora lo conoces y lo has visto. Felipe le dijo: “Maestro, muéstranos al Padre, y eso nos bastará”. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy contigo y todavía no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decir: 'Muéstranos al Padre'? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os hablo no las hablo por mi cuenta. El Padre que mora en mí está haciendo sus obras. Creedme que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí, o bien, creed por las obras mismas. Amén, amén os digo: el que cree en mí, hará las obras que yo hago, y hará otras mayores que éstas, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me piden algo en mi nombre, lo haré”.
Oración de apertura: Señor, quiero conocer verdaderamente al Padre a través del Hijo y estar contigo en el Espíritu Santo por toda la eternidad. También deseo encontrarlos aquí, en oración, ahora mismo. Tú me muestras continuamente la manera de vivir mi vida a través de tus palabras de vida eterna y tus obras, y también con el ejemplo de santos como Santiago y Felipe. Déjame conformar mi vida a ti.
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Señor, tú eres el camino, la verdad y la vida. Seguirte no siempre es fácil y, a menudo, no es popular. Sin embargo, fortalecido por tus sacramentos, estoy decidido a discernir y hacer tu voluntad. Concédeme la gracia de vivir en tu verdad, para tu gloria, y no dejarme intimidar por las dificultades que surgen en este mundo relativista.
Resolución: Señor, hoy por tu gracia rezaré los misterios gloriosos del rosario, particularmente agradeciéndote por no dejarnos huérfanos cuando subiste al Cielo.
Para una mayor reflexión: quizás desee leer la homilía del cardenal Ratzinger en la que denunció la "dictadura del relativismo".