- Sábado de la Trigésima Cuarta Semana del Tiempo Ordinario
Cuidado: Cristo Rey emitió tres mandamientos en este Evangelio final del tiempo del Tiempo Ordinario: Cuidado, estad vigilantes y orad. El primero nos ordena tener cuidado con las juergas, la embriaguez y la ansiedad, que pueden provocar adormecimiento en el corazón. Tenemos el Catecismo para explicar lo que sucede si caemos en pecados graves: “El pecado mortal... resulta en la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es redimida por el arrepentimiento y el perdón de Dios, provoca la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno, porque nuestra libertad tiene el poder de tomar decisiones para siempre, sin vuelta atrás”. (CCC 1861). La advertencia de Jesús de “tener cuidado” es el mensaje más amoroso que puede darnos, porque el deseo de su corazón es que pasemos la eternidad con el Padre Celestial.
Esté atento: puede ser muy fácil volverse laxo y negligente, especialmente cuando esperamos reuniones familiares durante las vacaciones. Nuestros horarios cambian, celebramos con comida y bebida y vemos a más familiares y amigos de lo habitual. Estar vigilante es estar alerta, atento y en guardia sobre nuestra alma. La vigilancia comienza con un buen examen de conciencia para discernir lo que Dios nos pide. Luego nos apoyamos en la gracia de Dios para protegernos de la tentación y poder actuar con prudencia y caridad para cumplir su voluntad.
Oren: “Oren para que tengan la fuerza para escapar de las tribulaciones que son inminentes y estar de pie ante el Hijo del Hombre”. Solos somos débiles; con Dios podemos hacer todas las cosas. Por eso la oración es tan importante; nos coloca en una relación correcta con Dios, la fuente de gracia, vida y fortaleza. Sin él, somos pequeños e indefensos; las tribulaciones nos arrasan y nos destruyen, como las olas destruyen la casa construida sobre arena. Cuando no oramos, le estamos diciendo a Dios que creemos que podemos arreglárnoslas sin él. Cuando oramos estamos poniendo toda nuestra confianza en él. Cuando oramos, el amor reemplaza el miedo o la somnolencia en nuestro corazón. La esperanza crece para que podamos tener la confianza de que algún día estaremos ante el Hijo del Hombre cuando venga al final de los tiempos.
Luke 21:34-36
Jesús dijo a sus discípulos: “Mirad que vuestros corazones no se adormezcan por las borracheras y las borracheras y las inquietudes de la vida diaria, y ese día os pille por sorpresa como una trampa. Porque ese día asaltará a todos los habitantes de la faz de la tierra. Estad vigilantes en todo momento y orad para que tengáis fuerzas para escapar de las tribulaciones que son inminentes y estar delante del Hijo del Hombre”.
Oración inicial: Señor Dios, acompáñame en mi oración en este último día del año litúrgico. Mantente cerca de mi corazón para que pueda aprender lo que significa permanecer despierto y complacerte en todas las cosas.
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Señor Jesús, deseo hacerte compañía, velar y orar contigo. Esto es oración: despertar mi corazón de las preocupaciones terrenales para simplemente estar contigo. Enséñame a obedecer tus mandamientos y así ahorrarme muchas penas, porque sé que siempre quieres lo mejor para mí. Cristo Rey Nuestro, ¡Venga Tu Reino!
Resolución: Señor, te doy gracias por el año 2023. Hoy por tu gracia te pido la gracia de vivir bien este próximo tiempo de Adviento.
Para una mayor reflexión: revise esta sección del Catecismo para obtener una explicación del pecado y sus consecuencias.