- Memorial de Santa Isabel de Hungría, Religiosa
El fin de los tiempos: Hacia el final de cada año litúrgico, la Iglesia reflexiona sobre el fin de los tiempos. “La 'resurrección de todos los muertos'... precederá [la venida de Cristo] 'en su gloria, y todos los ángeles con él... Delante de él serán reunidas todas las naciones, y él los separará unos de otros como un el pastor separa las ovejas de las cabras” (CCC 1038). Esta anticipación de la segunda venida de Nuestro Señor es una parte esencial de nuestra fe. Durante la Misa después de la consagración el pueblo aclama: “Cuando comemos este Pan y bebemos esta Copa, proclamamos tu muerte, oh Señor, hasta que vuelvas”. San Bernardo hablaba de las tres llegadas de nuestro Señor: su vida terrena, su presencia escondida en nosotros y, finalmente, su llegada al fin de los tiempos. El Adviento presagia la primera venida y el final del año litúrgico presagia la venida final, y ambos nos preparan para cuando Él venga a nosotros diariamente –en silencio, interiormente– pero verdaderamente.
¿Cuándo sucederá?: ¿ Cuándo vendrá finalmente el Señor? ¿Estamos cerca? Estas y otras preguntas son comunes y comprensibles. Sin embargo, la Iglesia nos ha enseñado persistentemente que si bien la venida de Nuestro Señor es inminente, “'no os corresponde a vosotros saber los tiempos ni las estaciones que el Padre ha fijado por su propia autoridad'. Esta venida escatológica podría realizarse en cualquier momento, aunque tanto ella como el juicio final que la precederá se 'retrasen'” (CIC 673). El Señor regresará, pero no sabemos cuándo. Por lo tanto, no debemos perturbarnos al escuchar varios pronósticos de que el fin está cerca. No debemos preocuparnos tanto por el fin del mundo, sino prepararnos diariamente para una vida santa y una muerte pacífica.
Perder la vida para conservarla: 'Quien busque preservar su vida la perderá, pero quien la pierda la salvará'. Nuestro Señor nos está invitando a darnos cuenta de que las cosas de este mundo van pasando y que sólo él permanece. Si buscamos salvar nuestras vidas simplemente persiguiendo los placeres de esta vida, corremos el riesgo de perder a Cristo mismo, la perla de gran precio por la cual con gusto deberíamos vender todo lo demás (Mateo 13:45-46). Arraigados en una amistad profunda y confiada con Cristo, no temeremos ni a la muerte ni al fin del mundo. Luego, con San Pablo, también nosotros proclamaremos: “Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Si ha de ser vida en la carne, eso significa trabajo fructífero para mí. Sin embargo… Mi deseo es partir y estar con Cristo, porque eso es mucho mejor” (Filipenses 1:21-23).
Luke 17:26-37
Jesús dijo a sus discípulos: “Como fue en los días de Noé, así será en los días del Hijo del Hombre; comían y bebían, se casaban y se daban en casamiento hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. De manera similar, como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, construían; El día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre para destruirlos a todos. Así será el día en que se manifieste el Hijo del Hombre. En aquel día, el que esté en la azotea y cuyos bienes estén en la casa, no podrá bajar a buscarlos, ni tampoco el que esté en el campo, volver a lo que quedó. Recuerda a la esposa de Lot. Quien busque preservar su vida la perderá, pero quien la pierda la salvará. Os digo que aquella noche habrá dos personas en una cama; uno será tomado, el otro dejado. Y estarán dos mujeres moliendo comida juntas; Uno será llevado y el otro abandonado”. Ellos le respondieron: “¿Dónde, Señor?” Él les dijo: “Donde esté el cuerpo, allí también se juntarán los buitres”.
Oración inicial: Querido Señor Jesús, gracias por el don de las Sagradas Escrituras. Por favor abre mi mente y mi corazón para recibir tu palabra con humildad y gratitud. Aumenta mi fe, esperanza y amor para que tu palabra dé frutos en mi vida diaria.
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Jesús, tú vienes a tu Iglesia y a mí de innumerables maneras. Te encuentro en las Escrituras, la Eucaristía, la Confesión, la oración y, en última instancia, en todas mis experiencias diarias, tanto placenteras como desafiantes. Ayúdame a ver las cosas como tú las ves, a valorarlas como tú las valoras. Dame la luz y la fuerza para cumplir tu voluntad en todo, tanto ahora como al final de mi vida.
Resolución: Señor, hoy por tu gracia diré una oración por los moribundos.
Para una mayor reflexión: lea ¿Regresará pronto Cristo? Parte 1 , Padre Leslie Rumble, Catholic Answers, 1 de diciembre de 1997.