- Miércoles de la Trigésima Segunda Semana del Tiempo Ordinario
Lepra: Una persona con lepra a menudo quedaba desfigurada. Podría haber un hedor terrible debido a la carne podrida. Partes del cuerpo de una persona se caerían. Podría ser una muerte muy gradual y dolorosa. Sin embargo, quizás la mayor agonía que sufrieron los leprosos en los tiempos de Cristo fue el aislamiento. El miedo al contagio llevó a familiares y amigos a excluirlos de sus comunidades. Tuvieron que vivir con otros leprosos o solos. Los leprosos tenían que afrontar diariamente su terrible destino. Sabían que necesitaban un milagro. Para la mayoría de ellos, sin embargo, los milagros eran escasos. Probablemente la tentación de desesperarse nunca estuvo lejos de ellos.
Fe: “Al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos. Ellos se pararon lejos de él y alzaron la voz, diciendo: '¡Jesús, Maestro! ¡Ten piedad de nosotros!'” Sin duda, estos leprosos habían oído hablar de las curaciones milagrosas de Jesús, entre ellas la curación de otros que padecían lepra (Mateo 8:3, 11:5). Con determinación y entusiasmo, presentaron al Señor su necesidad. Querían ser limpios y tuvieron la fe para hacer su pedido. Nuestro Señor respondió sencilla y generosamente: "Id, mostraos a los sacerdotes". En nuestra propia vida espiritual, a menudo hace falta el catalizador de una necesidad urgente para que nuestra oración pase de una rutina o meros tópicos a una súplica sincera. Nuestra petición se vuelve emotiva y urgente: “¡Señor, ayúdame!” Y Nuestro Señor siempre nos escucha.
Gratitud: Uno de los leprosos curados volvió a Jesús para darle gracias. “Jesús respondió: 'Diez fueron limpios, ¿no es así? ¿Dónde están los otros nueve?'” Quizás los demás se emocionaron tanto al ser curados que inmediatamente fueron a reintegrarse con sus familiares y amigos para compartir su alegría. Si bien puede ser algo comprensible, la decepción por las preguntas de Nuestro Señor fue evidente. Jesús ordenó que acudiéramos a él con nuestras peticiones: “Pedid y se os dará” (Lucas 11:9). Sin embargo, cuando nuestras necesidades son satisfechas, ¿nos olvidamos de agradecerle? La gratitud es un signo de humildad. La actitud de gratitud nos acerca a Dios y puede traernos una gran alegría. Un maravilloso ejemplo de tal gratitud es el Magnificat de la Santísima Madre (CCC 2097): “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su sierva” (Lucas 2:46-48). ). Que la imitemos en los buenos momentos y en los momentos de sufrimiento o incertidumbre. Siempre hay algo por lo que podemos estar agradecidos.
Luke 17:11-19
Mientras Jesús continuaba su viaje a Jerusalén, viajó por Samaria y Galilea. Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos. Ellos se pararon lejos de él y alzaron la voz, diciendo: “¡Jesús, Maestro! ¡Ten piedad de nosotros! Y cuando los vio, dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Mientras iban, fueron limpiados. Y uno de ellos, viéndose curado, volvió glorificando a Dios en alta voz; y cayó a los pies de Jesús y le dio las gracias. Era un samaritano. Jesús respondió: “Diez fueron limpiados, ¿no es así? donde estan los otros nueve? ¿Nadie más que este extranjero ha regresado para dar gracias a Dios? Entonces le dijo: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado”.
Oración inicial: Querido Señor Jesús, espero con ansias este momento de oración contigo. Te necesito. Deseo recorrer mi peregrinación sobre esta tierra siempre cerca de ti. Que esta meditación fortalezca en mí la determinación de buscarte siempre por encima de todas las cosas.
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Jesús, he recibido innumerables dones de tus manos, algunos que he pedido, e innumerables más que no pedí. Por favor, perdóname por las veces que he dado por sentada tu generosidad. Ayúdame a crecer en mi gratitud hacia ti, especialmente por la Eucaristía, que literalmente significa “acción de gracias”. Que mi gratitud hacia ti me impulse también a la generosidad hacia los demás y, al hacerlo, me ayude a reflejarte más perfectamente.
Resolución: Señor, hoy por tu gracia me tomaré el tiempo para enumerar varias cosas por las cuales te estoy agradecido a ti y a los demás. Además de agradecerte a ti, también agradeceré a otra persona en mi vida por lo que ha hecho por mí.
Para una mayor reflexión: lea Acción de Gracias en tiempos difíciles .