Daily Reflection

Vista real

September 11, 2023 | Monday

Beth Van de Voorde

  • Lunes de la Vigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario
  • Luke 6:6-11

    Un sábado entró Jesús en la sinagoga y enseñaba, y había allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Los escribas y fariseos lo vigilaban atentamente para ver si sanaría en sábado, para encontrar motivo para acusarlo. Pero él se dio cuenta de sus intenciones y le dijo al hombre de la mano seca: "Sube y ponte delante de nosotros". Y él se levantó y se quedó allí. Entonces Jesús les dijo: «Os pregunto: ¿es lícito en sábado hacer el bien en lugar de hacer el mal, salvar la vida en lugar de destruirla?» Mirándolos a todos a su alrededor, le dijo: "Extiende tu mano". Así lo hizo y su mano fue restaurada. Pero ellos se enojaron y discutieron juntos qué podrían hacerle a Jesús.

    Oración inicial: Señor Jesús, abriste los ojos de los ciegos y sanaste a los lisiados de cuerpo y alma. Sabes cuánto te necesito en mi vida. Enséñame a orar y a mantener mis ojos fijos en ti.

    Encuentro con Cristo:

    1. Los fariseos observaban atentamente: Los escribas y fariseos observaban atentamente a Jesús, no para aprender de él, ni para comprenderlo más profundamente, ni siquiera para maravillarse de su poder y bondad, sino para poder acusarlo. Esta escena puede llevarnos a reflexionar sobre nuestra propia mirada exterior. ¿Qué estamos mirando, o mejor dicho, qué estamos buscando? Las luchas en el mundo actual, en nuestros propios hogares o en nuestras relaciones pueden nublar nuestra visión. Cuanto más nos acerquemos a Jesús, cuanto más dejemos que él nos acerque, más brillante brillará su luz sobre nosotros y más claramente veremos con los ojos de la fe.

    2. El cojo observaba atentamente: Lucas nos dice que, conociendo las intenciones de sus corazones, Jesús le pidió al hombre que se pusiera de pie delante de ellos. Imaginando la escena, encontramos que Jesús le pidió a un hombre cojo que se pusiera de pie frente a los líderes de la sinagoga. Un hombre con una enfermedad (en aquellos tiempos, a menudo vista como un castigo de Dios o fruto de los pecados propios o familiares) estaba ante todos por el designio de Jesús. ¿Podemos imaginar una posición más vulnerable o expuesta para este hombre? Sin embargo, tal vez su mirada estaba fija en el rostro de Cristo, dándole fuerza incluso en su vulnerabilidad.

    3. Nuestra predisposición: Dos personas pueden ver las mismas acciones externas y, sin embargo, asimilar realidades polémicamente diferentes. Cuando los fariseos miraron a Cristo, sólo vieron a un alborotador cuyas actividades amenazaban a la comunidad que gobernaban. El lisiado vio al mismo Cristo, pero no se sintió amenazado. Confió y con valentía abrió sus manos para recibir lo que el Señor quisiera darle. Creyó, no porque supiera lo que obtendría al final, sino porque creía en la bondad del Dador. Los corazones infundidos con el amor de Cristo están predispuestos a ver la luz de Cristo en los demás y, como resultado, viven con más alegría.

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, hoy vienes ante mí como lo hiciste aquel día en la sinagoga. Te dejaste exponer, hacerte vulnerable ante mí en la Eucaristía, en los pobres, en los necesitados, en mi propia familia, amigos y realidades cotidianas. Ayúdame a mantener mi mirada fija en ti. Concédeme verdadera apertura de vista y de corazón para encontrarte incluso en los lugares donde más me sorprendes. Envíame tu Espíritu Santo para que no me cierre en mis expectativas. Anhelo saber la verdad que has venido a revelar.

    Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, le pediré luz al Espíritu Santo para reajustar mi visión exterior según sea necesario y purificar mi intención.

    Para una mayor reflexión: Una manera útil de recordar las oraciones de petición al Espíritu Santo a lo largo del día es a través del canto. “Sé tú mi visión” o “El fuego del refinador” son buenos ejemplos.

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