- Memoria de San Maximiliano Kolbe, Presbítero y Mártir
Jesús y los niños: esta escena se puede pintar como muy piadosa: pequeños rostros ansiosos mirando hacia arriba y escuchando las palabras de Jesús, con las manos extendidas en la enseñanza. Quizás fue así. O tal vez fue como la mayoría de nosotros sabemos que son los niños, especialmente una manada de ellos: riendo, enérgicos, ansiosos, totalmente receptivos y sensibles incluso a las cosas que no se dicen, el amor y la bondad del ser mismo de Jesús. Los niños tienen una manera de captar lo que incluso los adultos no pueden expresar con sencillez. No es de extrañar que a Jesús le encantara estar con ellos. Quizás su corazón descansó cuando estuvo con ellos de una manera particular.
Jesús ora por los niños: Sabemos que Dios está fuera del tiempo, que todas las cosas le son presentes. Entonces, en este momento, mientras oraba con este grupo específico de niños, quizás todos los niños estaban presentes para él. Cada nombre y cada rostro, de todos los tiempos y de la historia, pasando ante el ojo de su corazón, conocidos y queridos por él. Cuánta gracia sanadora se puede encontrar en este encuentro, porque las heridas que los niños llevan en sus corazones a menudo son profundamente invisibles, invisibles para el mundo, pero conocidas por Cristo. En este momento de oración, podemos presentar al corazón de Cristo nuestra propia herida –todos somos niños ante él– y la de los niños de todo el mundo que hoy sufren violencia, abuso, enfermedad u otros sufrimientos, para que él los extienda. sus manos sanadoras en oración.
Tales como estos: ¿ Qué invitación más clara podría darnos Cristo sobre cómo seguirlo? De los tales, dijo, pertenece el reino de los cielos. Sencillez, apertura, confianza, entusiasmo: todas estas cualidades que son naturales en un niño son también disposiciones de vida que nos ayudan a encontrar ya ser encontrados por Dios. Pero quizás el más importante de ellos es la convicción de ser amados por Dios Padre, María Madre y la Iglesia. Oremos por la gracia de volver a ser como niños, ante nuestro Padre que nos ama.
Matthew 19:13-15
Los niños fueron traídos a Jesús para que pudiera poner sus manos sobre ellos y orar. Los discípulos los reprendieron, pero Jesús dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan; porque de los que son como éstos es el reino de los cielos. Después de poner sus manos sobre ellos, se fue.
Oración de apertura: Señor, vengo ante ti como tu hijo en este momento de oración. Concédeme sencillez y gran amor, corazón de niño, para recibir la palabra que hoy me quieres decir y actuar en consecuencia.
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Señor Jesús, me recuerdas tu amor especial por los niños. Oro por los niños del mundo. También me recuerdas que soy tu hijo y que deseas que nada en este mundo me impida acercarme a ti. Abre mi corazón, para que pueda ser renovado y fortalecido por las manos sanadoras que me tiendes.
Propósito: Señor, hoy por tu gracia me esforzaré por acoger los acontecimientos del día con la simple apertura de un niño.
Para una mayor reflexión: en un episodio de la primera temporada de “The Chosen”, Cristo interactúa con los niños y les enseña. Es una contemplación preciosa de este misterio.