Daily Reflection

convertirse en una perla

August 8, 2023 | Tuesday

Fr. Bernardo Torres, LC

  • Memoria de Santo Domingo, Presbítero
  • Matthew 15:1-2, 10-14

    Entonces los fariseos y los escribas se acercaron a Jesús desde Jerusalén y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? No se lavan las manos cuando comen”. Llamó a la multitud y les dijo: “Escuchen y entiendan. No es lo que entra en la boca de uno lo que contamina a esa persona; pero lo que sale de la boca es lo que contamina a uno.” Entonces se acercaron sus discípulos y le dijeron: “¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron lo que dijiste?” Él dijo en respuesta: “Toda planta que mi Padre celestial no ha plantado será desarraigada. Déjalos en paz; son ciegos guías de ciegos. Si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en un hoyo”.

    Oración de apertura: Aquí estoy Señor en tu presencia, ofreciéndote este nuevo día con sus momentos agradables y desagradables. Te suplico que fortalezcas mi fe, esperanza y caridad, para que en este día pueda hacer con corazón amoroso lo que me pides.

    Encuentro con Cristo:

    1. Los fariseos y la ley: Los fariseos aprendieron de Moisés a seguir la ley para agradar a Dios y así ser fieles al pacto. Hacemos lo mismo cuando seguimos los Diez Mandamientos o las enseñanzas de la Iglesia. Sin embargo, Jesús purificó la ley y nos enseñó a cumplirla, no por deber o con fariseísmo, sino por puro amor de Dios sin ningún otro interés personal, “porque la letra da muerte, mas el Espíritu vivifica” (2). Corintios 3:6). La muerte espiritual proviene del egoísmo, la autojustificación, el orgullo y la impureza en nuestras acciones, pero el Espíritu Santo puede llenar nuestras acciones de caridad y hacernos dignos de la vida eterna. Estamos llamados a cumplir nuestro deber con amor a Dios. “Cualquier cosa que alguien haga, si lo hace por una utilidad temporal, lo hace como un esclavo y, en consecuencia, no guarda el sábado” (San Agustín, Sermón 33 sobre el Antiguo Testamento).

    2. Lo que sale de la boca es lo que contamina: Una vez vino a mí una mujer arrepentida porque había dicho algunas palabras hirientes a su marido. “Ahora”, dijo, “ya nos hemos reconciliado, pero me doy cuenta de que esas palabras que le dije también me han dolido a mí, sin saberlo”. Esta realidad es más común en nuestras vidas de lo que podemos imaginar. “El misterio del pecado se compone de una doble herida, que el pecador abre en su propio costado y en la relación con el prójimo” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia 117). Santiago también nos amonesta: “Con la lengua alabamos a Nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los seres humanos, que han sido hechos a imagen de Dios. De una misma boca vienen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser” (Santiago 3:9-10). Frenamos nuestra lengua con la gracia que nos ha dado Nuestro Señor.

    3. El Corazón y la Perla: Cuando las ostras en el mar abren sus conchas y entra algo extraño, la ostra produce una baba llamada nácar con la cual envuelve el objeto extraño para protegerse. Así forma una perla. Así como una ostra produce nácar, un auténtico cristiano produce virtudes que nos protegen del pecado. Nos cubrimos con la gracia de Dios y somos transformados en algo hermoso. Como fruto del Espíritu Santo, crecemos en “amor, gozo, paz, paciencia, bondad, generosidad, fidelidad, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23).

    Conversando con Cristo: Ven Espíritu Santo y abre mi corazón y mi mente para comprenderme y aceptarme a mí mismo para que pueda dar mejor los frutos del Espíritu. Purifícame cada vez más de mi tendencia a los pecados de la lengua para que pueda ser otro Cristo entre mis hermanos.

    Resolución: Señor, hoy por tu gracia evitaré la tentación del chisme.

    Para una mayor reflexión: afilando la lengua , por el padre John Bartunek.

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