Daily Reflection

La explicación de la parábola de la cizaña

August 1, 2023 | Tuesday

Jennifer Ristine

  • Memoria de San Alfonso de Ligorio, Obispo y Doctor de la Iglesia
  • Matthew 13:36-43

    Luego, despidiendo a la multitud, entró en la casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña en el campo”. Él dijo en respuesta: “El que siembra buena semilla es el Hijo del Hombre, el campo es el mundo, la buena semilla los hijos del reino. La cizaña son los hijos del maligno, y el enemigo que la siembra es el diablo. La cosecha es el final de la era, y los segadores son los ángeles. Así como se recoge la cizaña y se quema con fuego, así será al final de la era. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que hacen pecar a los demás ya todos los malhechores. Los echarán en el horno de fuego, donde será el llanto y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga”.

    Oración inicial: Señor Jesús, concédeme reconocer la buena semilla sembrada y cultivarla con oración, sacrificio y caridad.

    Encuentro con Cristo:

    1. Teniendo el Fin en Mente: En el pasaje del Evangelio de hoy, Jesús explicó la parábola que vimos a principios de mes. Hay un gran contraste entre la buena semilla y la cizaña. Al final de los tiempos, Dios aparece airado, recogiendo y quemando la cizaña. Pero esta es su justicia, por la cual es glorificado. También podemos imaginar el corazón de Dios regocijándose por aquellos justos que resplandecen como el sol en el reino del Padre. Este es su mayor anhelo, que ninguno se pierda. Hasta el final de la cosecha, hay tiempo para trabajar, y el trabajo es urgente. ¿Somos conscientes de la batalla que se está librando entre el reino de Dios y el reino del maligno? Esta parábola nos ayuda a ver lo que está en juego. ¿De qué manera el tener el fin en mente puede influir en nuestras elecciones diarias para crecer en amistad y discipulado en el Señor?

    2. El que tiene oídos, que oiga: Jesús advierte de la necesidad de escuchar. La palabra latina “ob-audire” significa “escuchar”. También es la traducción de la palabra “obediencia”. Escuchamos, no para seguir a un Dios estricto que busca imponernos la ira, sino para escuchar la voz de un Padre amoroso que nos impulsa y nos alienta a caminar por un camino recto. Todos tienen oídos para oír, pero es cuestión de ejercitar la capacidad. Hay quienes buscan taparse los oídos intencionalmente. Hay otros cuyos oídos están embotados debido a las circunstancias y elecciones de vida; les falta atención a la voz de Dios. Luego están aquellos que están posicionados para escuchar de verdad, si quieren escuchar. ¿Cómo estamos posicionados? ¿Estamos listos y dispuestos a escuchar y obedecer?

    3. ¿De quién seré hijo?: Jesús habla de dos clases de niños en este pasaje. Compara la buena semilla con los hijos del reino. Compara la cizaña con los hijos del maligno. Un niño es simple y moldeable por la influencia de quienes lo rodean. ¿El niño que llevamos dentro es sencillo, consciente de las influencias que buscan motivarnos? San Ignacio nos enseña a ser conscientes del buen espíritu y de la voz del enemigo en acción. Para quien busca vivir la fe, la voz del enemigo suele ser desalentadora, cruel y alejada de cualquier movimiento de fe, esperanza y caridad. Se esfuerza por crear niños egocéntricos que busquen sus propias actividades egoístas. Por otro lado, la voz del Buen Espíritu ilumina, alienta, es suave y bondadosa. Incluso en su castigo de las almas, busca corregir para aumentar la fe, la esperanza y la caridad. Alienta la entrega y el desinterés por amor genuino y auténtico. Al final de los tiempos, el Padre se regocijará en estas almas, porque verá la huella de su Hijo en sus corazones.

    Conversando con Cristo: Señor Jesús, deseo ser un niño en tu reino. Ayúdame a distinguir entre la voz del enemigo y tu voz. Dame la gracia de obedecer tu palabra para seguirte.

    Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, me esforzaré por ser consciente de las influencias del Buen Espíritu y del enemigo de mi alma.

    Para mayor reflexión: Cómo escuchar cuando Dios está hablando , Padre Mitch Pacwa, SJ.

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