- Miércoles de la Segunda Semana de Pascua
Juan 3:16: Estas son algunas de las palabras más famosas de las Escrituras. Vemos este pasaje escrito en letreros en lugares públicos, exhibido de manera prominente en los rostros de los deportistas e impreso en camisetas. No es de extrañar, esta simple frase nos asegura que Dios es amor, que nos amó lo suficiente como para sacrificar a su Hijo por nuestro bien y que no necesitamos morir porque la vida eterna nos espera. Nuestros dos mayores miedos son no ser amados y morir. Si podemos creer en Jesús, ¡no debemos temer más! Pero la fe puede ser costosa, ¿no es así?
Yo creo: Creer en Dios requiere que nos alejemos del pecado y nos esforzamos por vivir de acuerdo con los mandamientos y las enseñanzas de la Iglesia. Pero muchos en nuestra sociedad moderna, poscristiana e individualista creen que la obediencia a Dios es un precio demasiado alto a pagar. Restringe la "libertad", se quejan. ¡Que tonto! Si Dios amó tanto al mundo como para dar a su Hijo en sacrificio, entonces podemos confiar en que sus mandamientos también son para nuestro propio bien. Puede ser muy difícil adaptar nuestra vida a los mandamientos y las enseñanzas de la Iglesia, ¡pero esa es una forma importante en la que mostramos que creemos! ¡Es una manera hermosa de mostrar nuestro amor por Dios! Y a través de nuestra obediencia, experimentamos la verdadera libertad como Jesús nos dijo en Juan 8:32: "... la verdad los hará libres".
Condena: Cuando nos negamos a creer en Jesús, "ya hemos sido condenados". Somos condenados incluso antes de morir mientras nos revolcamos en el pecado sin arrepentirnos, esclavizados por nuestras pasiones. Esta realidad espiritual nos ata a la oscuridad, pero aún más trágicamente, perdemos el deleite y la maravilla de llegar a conocer a nuestro Dios amoroso aquí y ahora. La vida puede estar maravillosamente iluminada por la luz de Dios, en los rostros de nuestros seres queridos, en las glorias de la naturaleza, en las experiencias de su gracia, o podemos elegir vivir en la oscuridad día tras día. Todo lo que se necesita es un poco de fe para liberarse de la oscuridad. "¡Señor, yo creo, ayuda a mi incredulidad!" (Marcos 9:24).
John 3:16-21
Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que cree en él, no será condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y este es el veredicto, que la luz vino al mundo, pero la gente prefirió las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que hace lo malo aborrece la luz y no se acerca a la luz, para que sus obras no queden al descubierto. Pero el que vive la verdad viene a la luz, para que sus obras se vean claramente como hechas en Dios.
Oración de apertura: Señor, deja que haya luz en mi alma mientras reflexiono sobre tus profundas palabras en los versículos de las Escrituras de hoy.
Encuentro con Cristo:
Conversando con Cristo: Cuando mis propias “obras se hacen en Dios”, irradio tu luz y, por tu gracia, puedo alcanzar la oscuridad de otra persona para ayudarla a liberarse. Señor, quiero ser un instrumento de tu luz para muchos de mis familiares y amigos. Por favor, continúa bendiciéndome con tu gracia para que pueda “hacer brillar mi luz delante de los demás” (Mateo 5:16).
Resolución: Señor, hoy por tu gracia llegaré a una persona con bondad, sabiendo que tu luz está brillando a través de mí.
Para una mayor reflexión: Vea la historia de Tim Tebow de Juan 3:16.