Mark 7:31-37

Jesús salió del distrito de Tiro y pasó por Sidón hasta el mar de Galilea, en el distrito de la Decápolis. Y la gente le trajo a un hombre sordo que tenía dificultad para hablar y le rogaron que le pusiera la mano encima. Se lo llevó solo, lejos de la multitud. Metió el dedo en los oídos del hombre y, escupiendo, le tocó la lengua; luego miró al cielo, gimió y le dijo: "¡Efatá!" (es decir, “¡Ábrete!”) E inmediatamente se abrieron los oídos del hombre, se le quitó el impedimento del habla y habló claramente. Les ordenó que no se lo dijeran a nadie. Pero cuanto más les ordenaba que no lo hicieran, más lo proclamaban. Estaban sumamente asombrados y dijeron: “Él ha hecho todas las cosas bien. Hace oír a los sordos y hablar a los mudos ".

Oración inicial: Señor, gracias por esta oportunidad de reflexionar hoy sobre estas palabras. Quiero valorar este momento único de gracia que me regalas. Permíteme mantenerme concentrado y en oración para que pueda crecer en amor por ti más hoy que ayer.

Encuentro con Cristo:

1. Defensores de la comunidad: El hombre sordo de este pasaje del Evangelio fue bendecido incluso antes de encontrarse con Jesús porque era miembro de una comunidad; las buenas personas lo llevaron a Jesús. Presentar a otros a Cristo y compartir su amor con apoyo mutuo es el propósito último de las comunidades cristianas. “En muchas sociedades, vivimos una profunda pobreza de relaciones como resultado de la falta de sólidas relaciones familiares y comunitarias ... Este tipo de pobreza sólo puede superarse mediante el redescubrimiento y la valoración de las relaciones fraternales en el seno de las familias y comunidades, a través del intercambio de alegrías y dolores, de las dificultades y triunfos que forman parte de la vida humana (Papa Francisco, 8/12/13).

2. Aislado: Jesús separó a este hombre de la multitud (su comunidad). Se llevó al hombre "solo". Podemos inspirarnos un poco en esta historia cuando nos sentimos solos, aislados o incluso excluidos. El Evangelio dice que el sordo estaba “solo”, pero en realidad Jesús estaba con él. Y Jesús siempre está con nosotros, incluso en nuestros momentos más solitarios. ¿Qué hace Jesús además de acompañarnos? Se esfuerza por curarnos y restaurarnos. Jesús quiere darnos oídos para escuchar su palabra y labios que pronuncian sus alabanzas. Él quiere que seamos la mejor versión de nosotros mismos, y lo logrará por nosotros si se lo permitimos.

3. Maquinaciones: Jesús podría haber curado a este hombre si así lo deseaba en silencio, pero, en cambio, usó sus dedos, escupió y gimió: "¡Ephphatha!" La multitud probablemente estaba demasiado lejos para percibir algo de esto, por lo que sus acciones no fueron para su beneficio. Quizás el hombre mismo necesitaba escuchar la súplica de Jesús: "Ábrete". Según el Papa emérito Benedicto XVI, “'Ephphatha, ábrete', resume toda la misión de Cristo. Se hizo hombre para que el hombre, sordo y mudo interiormente por el pecado, pudiera oír la voz de Dios, la voz del amor hablándole al corazón, y aprender a hablar en el lenguaje del amor, a comunicarse con Dios y con otros."

Conversando con Cristo: Señor, abre mi corazón con tu toque sanador. Quiero conocerte y amarte más profundamente. En muchas áreas de mi vida soy sordo y mudo. No puedo dar testimonio de su presencia amorosa ni participar plenamente en la comunidad cristiana cuando necesito tal restauración. Envía tu espíritu y abre mi corazón!

Resolución: Señor, hoy por tu gracia extenderé la mano con un gesto de amor a una persona a quien resisto en mi corazón.

Para una mayor reflexión: Discurso completo del Ángelus del Papa Emérito Benedicto XVI, 9 de septiembre de 2012.