Luke 2:16-21

Los pastores se apresuraron a ir a Belén y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. Cuando vieron esto, dieron a conocer el mensaje que se les había dicho sobre este niño. Todos los que lo oyeron quedaron asombrados por lo que les habían dicho los pastores. Y María guardó todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón. Entonces volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído, tal como se les había dicho. Cuando se cumplieron ocho días para su circuncisión, fue nombrado Jesús, el nombre que le dio el ángel antes de que fuera concebido en el útero.

Oración inicial: Espíritu Santo, a través de esta oración lleva mi alma a una fe más profunda, una esperanza más fuerte y un amor más apasionado por Dios y los demás. Fortalece mi fe a través del ejemplo de María, madre de Jesús y mi madre, para que pueda vivir mi vida ayudando a llevar a Jesús al mundo como ella lo hizo.

Encuentro con Cristo:

1. La Luz de la Fe: Después de la Anunciación, el Evangelio nos dice que el ángel partió de María (Lucas 1:38). El ángel no le había explicado cómo sucedería cada detalle del nacimiento de Jesús, cómo José finalmente la llevaría a su casa, cómo tendrían que viajar a Belén para el censo. Como todos nosotros, María tuvo que aferrarse con fe a la promesa. Tenía que confiar en Dios aunque no conocía los detalles. María debió haberse consolado cuando los pastores llegaron al pesebre y contaron la historia de la aparición de los ángeles. Su visita fue una confirmación de que todo estaba sucediendo según el plan de Dios. A veces podemos sentir que nuestra fe nos da la luz suficiente para dar el siguiente paso. Podemos sentirnos consolados y agradecidos cuando Nuestro Señor envía pequeñas confirmaciones para animarnos en el camino.

2. Corazón de María: “María guardaba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón” (Lucas 2:19). María supo hacer oración de su vida. Había aprendido que podía descubrir la mano de Dios en todo y sabía que la historia de la salvación se estaba desmoronando ante sus ojos. Estaba asombrada ante el misterio, el bebé que sostenía en sus brazos. Estar siempre abierta y receptiva a la vida de Dios en su interior la preparó para la misión de ser Madre de Dios. En nuestra vida, Dios también habla constantemente a través de nuestras circunstancias. Nuestras propias historias de salvación se desentrañan todos los días. Bendita Madre, ruega para que seamos receptivos y abiertos.

3. Los pastores: María notó que los pastores eran pobres y sencillos, no ricos ni poderosos. Pero eso quizás no la sorprendió, ya que sabía cómo Dios la había elegido, cómo había mirado su humildad (Lucas 1:46), y a través de ella buscó establecer un reino sin fin (Lucas 1:33). María no dudó en compartir humildemente la alegría de la salvación con aquellos pastores. Abrió su corazón para glorificar a Dios con ellos. Miremos el ejemplo de María, Madre de Dios y nuestra Madre, y aprendamos a humillarnos, abriendo nuestro corazón para amar a todas las personas incondicionalmente, esperando que Dios haga cosas maravillosas a través de nosotros para su gloria.

Conversar con Cristo: Señor Jesús, gracias por convertirte en un hombre como nosotros. Gracias por el regalo de tu madre. Ayúdame a aprender de ella para que también pueda traerte al mundo de hoy y compartir tu amor como lo hizo ella.

Resolución: Señor, hoy por tu gracia quiero encontrar un tiempo para rezar un rosario o una decena del rosario para pedirle a María, tu madre y mi madre, que me ayuden a vivir mi fe como ella la vivió.

Para una mayor reflexión: lea y reflexione sobre el Catecismo de la Iglesia Católica 484-507, que habla de María nuestra madre y su papel en la salvación.