Daily Reflection

Sin palabras

December 23, 2020 | Wednesday

Fr. Andrew Gronotte

  • Miércoles de la cuarta semana de Adviento
  • Luke 1:57-66

    Cuando llegó el momento de que Isabel tuviera a su hijo, dio a luz un hijo. Sus vecinos y parientes oyeron que el Señor había mostrado su gran misericordia hacia ella y se regocijaron con ella. Cuando llegaron al octavo día para circuncidar al niño, iban a llamarlo Zacarías en honor a su padre, pero su madre respondió: “No. Se llamará Juan ". Pero ellos le respondieron: "No hay nadie entre tus parientes que tenga este nombre". Entonces hicieron señas, preguntando a su padre cómo quería que se llamara. Pidió una tableta y escribió: "Juan es su nombre", y todos quedaron asombrados. Inmediatamente se le abrió la boca, se le soltó la lengua y habló bendiciendo a Dios. Entonces el temor se apoderó de todos sus vecinos, y todos estos asuntos se discutieron en toda la región montañosa de Judea. Todos los que oyeron estas cosas lo tomaron muy en serio, diciendo: “¿Qué, pues, será este niño?” Porque ciertamente la mano del Señor estaba con él.

    Oración de apertura: Señor, prepara mi corazón para recibir tu mensaje hoy para que pueda darte testimonio de ti en el mundo.

    1. La falta de fe de Zacarías: Hace unos días, escuchamos cómo Zacarías fue silenciado por su falta de fe. Hoy pudo volver a hablar porque aceptó las palabras del ángel y dio testimonio del nombre de “Juan” que se le dio a su hijo en el templo. La transformación de Zacarías de incrédulo a creyente puede ayudarnos a ver cuán poderosa puede ser la fe y cuán vacía es la vida sin ella. Sin fe, estamos ciegos y mudos a las realidades espirituales que nos rodean. Con fe, siempre podemos encontrar razones para proclamar la gloria de Dios.

    2. Sin palabras como Zacarías: podemos tratar de explicar todo con ciencia y certeza matemática, pero hay una parte de nosotros que no se puede explicar con razón. Mientras tratamos de aferrarnos a las certezas y los valores mensurables, experimentamos en nuestra propia carne la naturaleza pasajera de todo. Nuestra vida puede perder sentido y dirección si nos cerramos a las sorpresas de Dios. En nuestro deseo de tener el control de nuestra vida, perdemos la capacidad de maravillarnos y maravillarnos de los movimientos inesperados o misteriosos de Dios. Nos quedamos sin palabras, como Zacarías, porque no podemos encontrar palabras para entrar o compartir con otros los misterios de lo eterno.

    3. El poder de hablar: En el momento en que eligió el nombre de Juan, Zacarías reconoció que su razón no podía explicar todo lo que había sucedido durante los últimos nueve meses. Al elegir un nombre sin vínculo con su familia, abandonó su plan para su familia y abrió su corazón para maravillarse de la bondad de Dios. Él creyó. La fe abre nuestro corazón, mente y ojos para maravillarnos con sencillez ante todos los dones de Dios. Al entrar en el misterio de Dios a través de la fe, vemos el mundo de una manera nueva y significativa que nos da una voz, la voz de Dios, para compartir con el mundo, proclamando las maravillas que hemos experimentado como su obra redentora en nuestras almas.

    Conversar con Cristo: Señor, muchas veces soy silenciado como Zacarías por circunstancias imprevistas o aterradoras en mi vida. Te pido que aumentes mi fe, para que siempre pueda ver tu mano en acción. Quiero que mi vida hable de ti mientras trato de amar a todas las almas que me rodean.

    Resolución: Señor, hoy, por tu gracia, oraré y luego hablaré en tu nombre con alguien que hayas puesto en mi vida.

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