- Viernes de la Segunda Semana de Adviento
Matthew 11:16-19
Jesús dijo a la multitud: “¿A qué compararé esta generación? Es como los niños que se sientan en las plazas y se gritan unos a otros: 'Tocamos la flauta para vosotros, pero no bailasteis, cantamos endechas pero no llorasteis'. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y decían: "Está poseído por un demonio". Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dijeron: 'Mira, es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y de pecadores'. Pero la sabiduría queda reivindicada por sus obras”.
Oración inicial: Señor Dios, gracias por la Iglesia. Gracias por este tiempo de Adviento para preparar vuestra venida. Concédeme el espíritu de Sabiduría que me enseñe a abrir mi corazón a Cristo en esta Navidad.
Encuentro con Cristo:
1. Tiempos y Estaciones: ¡Qué regalo tenemos como católicos en el calendario litúrgico! Es como si la Iglesia nos dijera: "Ahora es el momento de bailar" o "Ahora es el momento de llorar". Ella nos propone tiempos y estaciones en los que sintonizamos nuestros sentimientos con los sentimientos de Cristo: arrepentimiento y expectación durante el Adviento, humildad y alegría en Navidad, penitencia y misericordia en Cuaresma, y una gran celebración durante el tiempo pascual. Así podremos caminar paso a paso con la Iglesia, viviendo durante todo el año los principales misterios de nuestra fe, en un clima de comunión y solidaridad con nuestros hermanos cristianos. A través de los tiempos litúrgicos –y de nuestra vida llena de fe– los corazones se unen, la Iglesia se edifica y la caridad aumenta. “¡La sabiduría es justificada por sus obras!”
2. Ocuparse de nuestros propios asuntos: Hay algunos cristianos amargados que descartan a los ascetas como Juan y consideran a los cristianos alegres como Cristo “Pollyannas”. Quizás esta tendencia se arraigue cuando nos sentamos de brazos cruzados como un niño en el mercado llamando a los transeúntes. Hoy en día es muy fácil caer en la trampa, tan común en las redes sociales, de expresar nuestra opinión sobre todo, se haya solicitado o no nuestro consejo. San Pablo nos recuerda: “Escuchamos que algunos… no se mantienen ocupados sino que se ocupan de los asuntos de los demás. A tales personas instruimos y exhortamos en el Señor Jesucristo a que trabajen tranquilamente y coman su propio alimento” (2 Tesalonicenses 3:11-12).
3. Jesús, amigo de los pecadores: Lo que fue lanzado a Cristo como un insulto es en realidad su gloria: Jesús es amigo de los publicanos y de los pecadores. “Jesús, Amigo de los Pecadores”; ¡Qué hermoso título! Jesús, por tanto, es mi amigo. No es amigo del pecado, pero se apiada de mí, pobre pecador. Aquel que no conoció el pecado tomó mis pecados y los pecados del mundo entero para vencer el pecado y liberar a todos los pecadores. Por eso vino a la tierra. Por eso viene esta Navidad. El 25 de diciembre significa la llegada de nuestro amigo celestial, el bebé inocente en el pesebre que viene a salvar a la mayor cantidad posible de sus amigos.
Conversando con Cristo: Jesucristo, Sabiduría del Padre, ten piedad de mí, pecador. Enséñame a seguirte como un verdadero discípulo y concédeme la gracia de ver a mis hermanos y hermanas como realmente son: ¡tus queridos amigos!
Resolución: Señor, hoy por tu gracia pensaré bien en aquellos que me irritan y les mostraré bondad.
Para una mayor reflexión: el libro del padre Marko Rupnik Discernimiento: adquirir el corazón de Dios es un gran recurso para discernir tiempos, estaciones y momentos de gracia en nuestras vidas. También es una ayuda invaluable para comprender las sutilezas de una profunda amistad con Jesús.