- Memoria de San Juan de la Cruz, Sacerdote y Doctor de la Iglesia
Matthew 11:11-15
Jesús dijo a la multitud: “En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha habido nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. Desde los días de Juan Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Todos los profetas y la ley profetizaron hasta el tiempo de Juan. Y si estás dispuesto a aceptarlo, él es Elías, el que ha de venir. Quien tenga oídos, que oiga”.
Oración inicial: Señor Dios, abre mis oídos para escuchar tu mensaje de salvación. Moldea mi corazón y mi voluntad, para que pueda aceptarlo. Concédeme la fuerza y la determinación para llevar tu mensaje de salvación a los demás.
Encuentro con Cristo:
1. El Reino de los Cielos: Si el gran Juan Bautista es menos que el más pequeño en el reino de los cielos, ¡cuán grande debe ser ese reino! Generalmente pensamos en el cielo como felicidad, y con razón. El Catecismo de la Iglesia Católica 1024 nos recuerda: “El cielo es el fin último y el cumplimiento de los anhelos humanos más profundos, el estado de felicidad suprema y definitiva”. Pero el evangelio de hoy apunta a la grandeza del cielo. Al respecto, CIC 1026 explica: “Él hace partícipes de su glorificación celestial a quienes han creído en él y han permanecido fieles a su voluntad”. El plan de Dios para nosotros es glorioso. Simplemente debemos estar dispuestos a aceptarlo.
2. El plan de Dios para nuestra salvación: La Biblia Nueva Jerusalén traduce el versículo 13 de esta manera: “Porque todas las profecías de los profetas y de la ley dirigían hacia Juan”. ¡Esto hace que el Adviento sea emocionante! Vemos que estamos atrapados en el amoroso plan de salvación de Dios que comenzó con su pueblo escogido, cuyos profetas y Ley apuntaban a un tiempo futuro en el que “Elías” volvería. Juan el Bautista era este Elías señalando a Cristo. Y Cristo es el Mesías que vino a llevarnos a nuestro verdadero hogar, el reino de los cielos, donde “hace partícipes de su glorificación celestial a los que han creído en él y han permanecido fieles a su voluntad”. Durante el Adviento, la Iglesia nos llama precisamente a esto: ¡creencia y fidelidad a la voluntad de Dios!
3. El que tiene oídos, que oiga: Como siempre, las enseñanzas de Cristo nos exhortan a convertirnos en lo más auténtico de nosotros mismos. Nada es más natural para los oídos que oír. Sin duda, Juan Bautista pasó muchas horas solitarias orando, reflexionando y simplemente escuchando a Dios en la tranquilidad del desierto. La audición se presenta de muchas formas. Cuando leemos la Biblia, escuchamos la palabra de Dios. Cuando oramos, también escuchamos la voz de Dios. También debemos estar dispuestos a escuchar al prójimo, como lo hace Dios. El Salmo 34:18 dice: “Los justos claman, el Señor escucha y los libra de todas sus aflicciones”.
Conversando con Cristo: Señor Jesús, gracias por tu paciente revelación de las buenas nuevas de salvación. Lo abrazo con toda mi alma. Le doy la bienvenida a mi corazón como María recibió al Niño Jesús en el suyo. Ayúdame a hacer tu voluntad por amor en este Adviento, ahora y siempre.
Resolución: Señor, hoy por tu gracia ofreceré todo mi trabajo y oración, sabiendo que esto es parte de tu voluntad para mi salvación.
Para una mayor reflexión: Para una mejor comprensión del plan de salvación de Dios, intente seguir a Jeff Cavins a través de su programa, The Bible Timeline .