- Viernes de la vigésima semana del tiempo ordinario
Matthew 22:34-40
Cuando los fariseos oyeron que había hecho callar a los saduceos, se reunieron y uno de ellos, un estudioso de la ley, lo puso a prueba preguntándole: "Maestro, ¿cuál mandamiento de la ley es el más grande?" Él le dijo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la ley y los profetas dependen de estos dos mandamientos.”
Oración de apertura: Señor Jesús, te amo con todo mi corazón, alma, mente y fuerzas. Te agradezco por crearme y redimirme y por invitarme a una relación más profunda contigo. Creo en ti y espero que me sostengas. Te pido la gracia de amar a los demás como tú lo haces.
Encuentro con Cristo:
1. El Primer Mandamiento: Jesús nos enseña a amar a Dios por encima de todo. Amar significa tener en cuenta a la persona amada antes de tomar decisiones importantes. Es natural evitar comportamientos que lastimarían, dañarían o faltarían el respeto a un ser querido. Así también, debemos estar atentos a que nuestras acciones agraden a Dios. Si consultamos a un cónyuge antes de tomar una gran decisión, ¿por qué no oramos y consultamos a Dios sobre lo que está sucediendo en nuestras vidas? Dios siempre está listo para escuchar y ofrecer consejo. Acudámonos a él ante las decisiones importantes, mostrándole el mayor amor y respeto, y llenos de confianza en que él nos guiará.
2. El Segundo Mandamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” es una admonición desafiante, pero vivir de esa manera es completamente gratificante. Una mujer de mediana edad me dijo una vez que le costaba encontrar el tiempo para ayudar a una amiga postrada en cama con las tareas del hogar. Los sacrificios que hizo para encontrar el tiempo enriquecieron su vida. Se sintió verdaderamente bendecida. Dios pone en nuestro camino a personas que anhelan amor y apoyo. Él nos invita a tender la mano de la misma manera que nos gustaría que otros se acercaran a nosotros. Incluso los actos de bondad más pequeños pueden ser signos de un gran amor.
3. La Ley Completa: Nuestras leyes humanas funcionan tan bien como estamos conformados a las leyes de Dios—las leyes de amar a Dios y amar a tu prójimo. ¡Qué bien funcionaría nuestro sistema político si todos estuvieran motivados por su amor al prójimo! Santa Teresa de Calcuta pudo ganarse a los funcionarios políticos adversos por sus actos de amor desinteresado por los enfermos y moribundos. Entró en países cerrados al cristianismo porque esos líderes vieron su amor. El amor verdadero es un lenguaje que se eleva por encima de la política y el interés propio. Que nuestro amor desinteresado sea un testimonio de nuestro amor a Cristo.
Conversando con Cristo: Querido Señor, anhelo un hogar y una patria pacíficos y amorosos. ¡Enséñame a ser vehículo de tu paz llevando amor a donde quiera que vaya!
Resolución: Señor, hoy por tu gracia buscaré un alma que pongas en mi camino y le mostraré el verdadero amor desinteresado.
Para mayor reflexión: P. El libro de Leo Maasburg, Madre Teresa de Calcuta: un retrato personal, describe muchos actos inspiradores de amor desinteresado.